Fresa y Humo

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Lo primero que hice al levantarme fue enviarle un mensaje a Denyelle, seguía sintiéndome fatal por lo que le había hecho y temía no poder arreglarlo.


-Hola Deny, estás mejor?-

Enviado.

-De verdad que no era mi intención nada de lo que ha pasado...-

Enviado.

Recibido.

Leído.

E ignorado con éxito.


Seguro que estaría muy enfadada conmigo, ya somos amigos y con todo lo que hizo por mi le hago esto...

menudo amigo estás hecho Mateo.

Ahora me odias Deny? Pero no quería... lo siento.

Ya no noto su presencia en mi vida, será por la culpabilidad que me atormenta últimamente.

Decido saltarme la hora de mates, después de todo Carlos era un asqueroso inspector que buscaba matar a mi amiga y a su pandilla, para que voya ir?

Perder clase?

Que es eso?

Ya casi no voy por culpa de... Deny.

Siempre encuentra una escusa para raptarme en el último momento y sacarme del instituto antes de que pueda entrar.

Después de todo echo de menos estar con ella.


...Pero ahora hagamos un pequeño salto temporal...



Estaba andando en pleno centro, en medio a la gente, estaba nervioso, no se exactamente porque. Revisaba obsesivamente el chat de Elena, como si me esperase que de un momento a otro la conversación desapareciese o diera un giro inesperado. Pero no, solo eran pocas y simples palabras en una pantalla.


Elena: Mañana por la tarde, después del insti en la heladería de la calle Augusto Figueroa.

Yo: Pero...

Elena: He dicho que en la puta heladería.

Yo: Vale...


Que sencillo ser una persona que no eres si estás detrás de una pantalla.

El problema era que Elena era así de verdad, y yo estaba yendo a esa heladería.

La heladería era muy cutre, algo hortera, muy sucia y mal mantenida.

Porqué habrá querido quedar aquí?

Me lo estuve preguntando hasta que la vi, tan llamativa como el día anterior, o incluso más.

Esta vez llevaba unos zapatos de tacón granate y una camiseta con un escote muy pronunciado.

-Hola, Te sientas o que?- preguntó borde, señalando las sillas de plástico  alrededor mío.

Ahora entiendo porque ha elegido este sitio, la representa a la perfección.


Ella pidió un helado de fresa, en cambio yo me tomé un granizado de limón, como lo habría hecho Deny.

-Tu vas a la Disco?- preguntó mientras saboreaba su helado,

-No,nunca he ido.-

-Ya, no se para que pregunto- puso los ojos en blanco,

-Pues vente conmigo mañana por la noche- propuso, mientras sacaba una cajetilla de cigarros de su bolsillo.


Vale, tenéis que saber algo sobre mí. Yo odio, odio profundamente,con toda mi alma los cigarros y su insoportable olor.


-tienes fuego?- dijo poniéndose uno en la boca,

Yo saqué del bolsillo de la chaqueta el mechero que me había regalado Denyelle y le encendí el cigarrillo.


-He visto que tienes pocos seguidores en Instagram-

-Ya te he dicho que no uso mucho el móvil-

-Eres guapo, si te hicieras el perfil público y alguna foto decente a lo mejor...- insinuó con tono burlón.

Yo me quedé callado con la esperanza de que lo que había oído fuera broma.


-La verdad es que eres un aburrido rarito Mateo, por eso mismo te voy a ayudar a ser normal, y si te empeñas...hasta guay-


-Yo ya soy normal- me indigné,

-En absoluto. Y lo sabes.- Insistió ella,

Me cogió la cara con una mano y la acercó a la suya. Me miró unos segundos como si yo fuese una especie de animalito patético del cual tener piedad.

Me observó un momento y dijo:

-Ay dios, eres una monada-

Se fue acercado más, y más...

No se como pasó, ni me preguntéis porqué, pero terminé con su lengua hasta la garganta.

Sin duda alguna el peor beso de mi vida.

El sabor a fresa y a humo se mezclaron en mi boca, pero a pesar de estar asqueado no pude moverme ni un centímetro.


Cuando por fin se despegó de mí me miró de nuevo con cara de disgusto,

-Besas de pena chaval-

Me quedé callado, algo incómodo, sin saber que decir, sentado en esa horrible silla de plástico verde.

-Bueno, nos vemos mañana en la disco. Vístete como se debe.- dijo con toda tranquilidad mientras desaparecía entre la gente.

Así fue cómo me dejó solo, pasmado cómo un tonto, con ganas de vomitar, un granizado sin terminar y la cuenta sobre la mesa.




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