Una noche de miedo

16 2 0
                                    

No me contestaba los mensajes, ni quería verme.

Pero que diablos! No la necesito... De echo me voy a ir a la disco y a olvidarme de ella de una vez.

Eran las siete de la tarde,

me duché y me vestí con mi mejor ropa, cómo me había dicho que hiciera. Me había citado a las siete y media bajo mi casa, tan solo faltan dos minutos.

Me miré en el espejo del baño, si, estaba bien, más que decente para salir.

Cogí mi móvil y recordé lo que me había dicho Elena el otro día:

" Si te hicieras el perfil público y alguna foto decente a lo mejor..."

No estaba convencido de hacerle caso, pero la curiosidad me pudo, me hice una foto y la publiqué en mi perfil.


Siete y media, tengo que bajar ya, a ver... llaves, las tengo, móvil, lo tengo, dinero, también. Bien, vamos allá.


Bajé las escaleras de piedra y llegué al portal, donde me esperaba una sorpresa un tanto curiosa.

No estaba sola, venía acompañada de dos chicos que parecían de mi edad e iban vestidos enteramente de negro,los típicos porreros prematuros.

Parecían dos clones, los dos exactamente iguales, con un cigarro en la boca. La única manera que encontré de distinguirlos fueron sus zapatos, uno los llevaba rojos y el otro verdes, raro no?

Crucé miradas con Elena, hiba vestida con un vestido negro y corto, muy corto.

Su pelo rojizo estaba recogido en una trenza desordenada y tenía los labios pintados de un rojo intenso.

-Hola...- Me saludó coqueta,

-Hola- le contesté,

-y esto?- pregunté mirando los dos porreros,

-Son gemelos, van con nosotros- me dijo con una sonrisa extraña,

-Bueno...está muy lejos?-


-Será un broma hermano! Claro que está lejos!- me contestó riendo el porrero verde,

-Entonces cómo vamos a ir?- pregunté,

El porrero rojo sacó unas llaves de su bolsillo y las movió orgullosamente en el aire,

-Nuestro padre es guay- dijo echándole una mirada de complicidad a su gemelo.


-Estáis locos! No podemos conducir!- me asusté,

Todos se quedaron callados unos instantes,



-Perdonadle, no está acostumbrado a hacer cosas guays, yo le enseñaré- dijo Elena cogiéndome del brazo,


El porrero verde me echó una mirada de pena y soltó:

-Pues enséñale bien, que tal como lo veo podría se un niño de unos ocho años-


En ese momento me entraron unas ganas locas de darle un puñetazo, pero me mordí la lengua y me aguanté.



Nos dirigimos al aparcamiento, donde estaba el coche de los gemelos.

Quieres pasar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora