Capítulo X

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     Caroline despertó al alba refunfuñando entre dientes. Habría sólo doce ocasiones al año en la que ésta amanecía antes de oír la alarma matutina, y era cuando el dolor en la parte baja de su estómago surgía como un completo suplicio. Hoy daba inicio a la pavorosa semana del periodo menstrual. Los pasados días la chica prefirió desatender indicios como el barrito en su rostro o el misterioso capricho por las palomitas de maíz, pero ahora todo cobraba sentido. 

     Caroline se despojó de la cubierta que la arropaba, abandonó la recamara y arribó al tocador finalizando el corredor. Resolvió su asunto e ingresó nuevamente a la alcoba, para acoplarse en el acolchonado por medio de un vago caminar, somnolienta.

— ¿A dónde crees que vas? Es hora de levantarse—masculló Danielle, tallándose los ojos

—No pienso ir a clases con este dolor infernal—gimoteó Caroline, revolcándose en las sábanas

— ¿Qué sucede?—se les incorporó Mónica con terrible aspecto matinal

—Inconveniente femenino—contestó Danielle—Iré con Edith a ver si tiene alguna píldora

— ¡Moriré! —clamaba la chica en desespero

—Exagerada, no es para tanto—bufó Mónica, apartando ropa del aparador

— ¡Olvide que tú eras hombre y no tenías problemas con este tipo de cosas! —chilló la castaña sacada de quicio. Mónica la asechó queriendo exterminarla y se largó junto a Danielle

     Al cabo de los minutos Edith Bell, la vigilante de dormitorios; atravesó el umbral del cuarto con un comprimido rosa para aquietar el desconsuelo de la muchacha, autorizándola a quedarse en la habitación durante el día por motivo de su dolencia. Austin había pasado a recogerla como todas las mañanas, no obstante, tuvo que tolerar marcharse sin la chica, prometiendo regresar en cuanto concluyeran las clases.

     Las siguientes horas trascurrieron hastiadas, Caroline optó por recuperar el sueño. El dolor había disminuido en gran cantidad y ya a media mañana se encontraba leyendo los artículos de belleza en las revistas de Danielle. La chica fiscalizaba su teléfono celular cada cierto minuto, no tenía mensajes ni llamadas de Luke. Frunció el entrecejo. El rubio siempre estaba al pendiente de ella cuando eludía clases, y justamente hoy coincidían en el bloque de álgebra, por lo que su ausencia no pasaría desapercibida. No quiso prolongar la duda e intentó prestar atención en otra actividad: pintar sus uñas.

—Toc, toc. Servicio a la habitación—se introdujeron Clara y Sarah al cuarto con una charola en las manos

— ¡Hey! —clamó Caroline, soplando el esmalte—Ya estaba agonizando de aburrimiento

—Y eso que no has asistido a la clase del Sr. Campbell—bufó Sarah, acomodándose a los pies del catre—La Ilíada es el poema de la guerra, la furia y la muerte. Pero es algo que ustedes, organismos subdesarrollados, no podrían reputar con aquel ambiguo discernimiento literario—recitaba parodiando al hombre de gafas empastadas. Caroline carcajeó—Ha sorprendido a Ruben y Austin con una caricatura de él y la palabra 'pringado'. ¡Lo hubieras visto! Del enojo se le han empañado hasta los anteojos —rió—Ahora mismo están borrando los garabatos de cada uno de los diccionarios en la biblioteca como sanción

—Y los tendrá ahí por un muy buen rato—concluyó Clara desde la banqueta del escritorio. Caroline desoyó sus palabras, centralizándose en lo que más le importaba: Luke

— ¿No vieron a Luke?—liberó ella de un sopetón. Al instante cayó en la posibilidad de que su amigo igualmente hubiera faltado a clases

—No—confirmó Sarah, exenta de interés

—Yo sí. Estuvo conmigo en historia del arte—contestó Clara—Lo vi por última vez con una chica en la cafetería, ya sabes, a la que James llama 'mujerona'

— ¿Te refieres a la que viste esas espeluznantes camisetas?—interceptó Sarah con gesto repulsivo

—No saben cuánto detesto que hablen así de las personas—amonestó la muchacha—Su nombre es Jane y no tienen derecho a denigrarla de esa manera

     Ambas callaron. Tanto Clara como Sarah eran consideradas grandes amigas de Caroline, pero sus actitudes no le contentaban del todo, y ésta lo hacía saber.

     Cuando el par de chicas se reintegraron a las actividades escolares, la castaña dejó caer su complexión de vuelta al acolchonado. No tenía mejor panorama. Un fuerte retortijón le penetró el vientre y esta vez no era a causa del periodo. ¿Cómo pudo Luke olvidarla? ¿Ya no le importaba? ¿Acaso fue suplantada por Jane? Pero no debía precipitarse, pues cabía en la posibilidad de que éste ya había sido informado previamente por sus compañeras de cuarto y la visitaría al ultimar las clases, ¿no?

— ¿Te sientes mejor?—enunció Danielle, penetrando el umbral

—Sí—se detuvo, procurando aquietar la incertidumbre— ¿Viste a Luke?

—No que recuerde—respondió, desorientada

— ¿Y Mónica? ¿Crees que él haya hablado con ella? —tenía que descartar toda probabilidad

—Lo dudo mucho. Mónica permaneció todo el día en el edificio administrativo tramitando un subsidio que le asigna la institución—aclaró, arrojando su bolsa en el anaquel— ¿Por qué lo preguntas?

—Porque tengo el peor mejor amigo del mundo—musitó con una atadura en la garganta. La chica estaba susceptible a todo

—Despreocúpate, tal vez le surgió un imprevisto.

—Sí y tiene nombre y apellido: Jane Ford—encubrió su rostro en el cabezal

— ¿Con la que lo sorprendimos ayer?, ¿la de cabello visado? —Caroline se limitó a entonar un 'mjm'—No lo sabes, quizás supones algo que no es

—Por supuesto que no, Clara los ha pillado juntos en el receso del almuerzo—no obtuvo respuesta— ¿Qué?, ¿tú también has visto algo que no quieres mencionar?

—No...pero cualquiera diría que estás celosa.

— ¡¿Cómo?! —chilló, alzando la vista—Eres una chiflada

—Es sólo una apreciación—habló serena

— ¿Sabes qué?—se levantó inminente—Iré a enfrentar al desgraciado

— ¿Enfrentar?, ¿para qué? No hizo nada.

—Exacto, no hizo nada—citó—No significo nada para él si ni las molestias de preguntar por mí se ha tomado

—Estás sobreactuando—parloteaba Danielle, avistando como la castaña se vestía raudamente—Creo que te dejas llevar por los sentimientos motivo de tus días

—En lo absoluto, yo sé lo que hago—y tras decir eso, abandonó el dormitorio.

     Luke Hemmings iba a oírla.

Chica del Corazón Roto |l.h (Book #1) (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora