Capítulo XXXIII

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 Dato: Pebbles, hija pequeña de la familia Picapiedras (The Flintstones)

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El chico dio un raudo brinco tras haber percibido una mano rozarle la espaldilla. Volteó.

— ¡Papá!—clamó Luke, vistiendo al sujeto por medio de sus brazos

—Me complace volver a verte, hijo—correspondió, propinándole vaporosos golpeteos sobre el lomo

—También a mí.

Acrecentó las distancias.

—Andando. He aparcado el coche a las afueras del terminal, pues dentro del establecimiento embolsan un ojo de la cara—manifestó—Trae aquí…te echo una mano con esas valijas—dijo, inclinándose un par de centímetros del asfalto

— ¡Oh, no! Descuida, deja las llevo yo—interceptó

— ¿Seguro?

—Sí. Hay que ser sinceros, ya no estás en condiciones de levantar peso pesado—mofó—La edad te ha caído encima, Andrew

—Mocoso insolente—carcajeó su padre—Seré viejo, pero no enclenque—Luke rió

Abordaron rumbo al vehículo, y cuando ya habían embutido la correa de seguridad, partieron.

— ¿Y…cómo han estado?—liberó Luke, desbaratando el metafórico muro de silencio

—De maravilla—contestó, avistando la ruta—Mamá está deseosa porque den comienzo a tus vacaciones semestrales y así toda la familia pueda ir a visitar a Ben en New York

—Estoy igual de ansioso—el muchacho alzó el bordillo de los labios

— ¿Y tú? ¿Cómo has estado?—consultó esta vez Andrew—Por cierto, me han remitido tu boleta de calificaciones. Estamos muy orgullosos de ti

—Gracias—contestó Luke—He dado mi mayor esfuerzo

—Nos hemos percatado.

Silenció.

— ¿Y el dinero? ¿Es suficiente con lo que te enviamos durante el mes?

—Sí, papá…guarda cuidado.

— ¿Tu salud? ¿Has enfermado estas semanas?

—No.

—Me alegro—sonrió Andrew, maniobrando el volante— ¿Y el amor?—burló, sin estar al tanto de la eventualidad. Luke guardó silencio. Al instante, el rubio reclinó el rostro, avergonzado. Un encarnado matiz le había teñido las mejillas—Oh, vaya…—comprendió inminente— ¿Quién es la próxima integrante al clan Hemmings?

Ante semejante acto de indiscreción, el joven empinó vista al frente con ojos a punto de salir de su órbita.

—Es…—titubeó—Es Caroline

Andrew calló. Sonrió aparatoso, por poco desgarrando el reborde de los labios para emprender aún más el colosal gesto.

— ¿Caroline? ¿Caroline Duarte?—curioseó— ¿La pequeña Pebbles?—solían apodarla, pues sí, era bajita…o por lo menos…entre aquellos cuatro talludos australianos, lo era

—Sí—garantizó en un murmullo insuficientemente perceptible

— ¡Venga! —clamó, arrebatado— ¡Ese es mi muchacho! ¡Lo has conseguido!—le palmeó el hombro desbordando entusiasmo. Y es que su padre si conocía el célebre dilema de Caroline Duarte y como el menor de los Hemmings deliraba por ella…bueno, toda la familia lo sabía, a excepción de la mismísima autora del sentir. Claro, la chica era tema habitual en la sobria morada. Y sí, habían tenido el placer de conocerla hace ya bastante tiempo. Dulce, cortés, introvertida…bonita. Sin duda, Caroline obtuvo una indiscutible aprobación por cada miembro del hogar— ¡Enhorabuena!

Chica del Corazón Roto |l.h (Book #1) (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora