Chica del Corazón Roto |l.h (Book #1) (Editando)

Capítulo XXXVII

Dedicado a Nair, una de las personas más asombrosas del mundo.

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No recordó cómo, no recordó porqué estaba tendido ahí esa noche. Pues no conseguía tolerar el dolor, no lograba hacerlo desaparecer. No, no podía soportar aquella tortura.

Y todo continuaba mientras él se desvanecía. Ansiando gritar, intentando propalar sonido alguno, sin ser oído. Escurriéndose en el borde, suspendiendo de un hilo. Deseó afianzarse a un remoto tiempo cuando nada importaba…comenzar todo de nuevo.

Ni el bullicio de la puerta atronar contra el umbral lo desenterró del pensamiento. Luke cerró los ojos en cuanto el destello que radió el bombillo de luz lo cegó. Michael Clifford y Calum Hood habían irrumpido en el sombrío dormitorio.

— ¡Pu.ta madre!—clamó Michael, mudando su mano a la superficie del torso, espantado por el irreconocible bulto sobre el catre…Luke. Calum se alarmó de igual manera, pero silenció la blasfemia

El rubio no contestó. Viró cediendo la espalda al par. Calum codeó a su amigo en el instante que percibió un sorbido difundido por las fosas nasales de Luke. Michael lo observó interrogante, casi cuestionándole el cómo debían actuar en semejante situación.

—Eh… ¿Luke?—farfulló Michael— ¿Te encuentras bien?

El chico calló. ¿En serio le interesaba? Calum se avecinó a él y zarandeó su hombro.

— ¿Estás bien?—reiteró

Luke calló. Comprimió los ojos, suprimiendo el llanto; reprimiendo sollozos.

—Vale, puede que no confíes en nosotros y no seamos quienes para incumbirnos en tus asuntos—habló Michael, aproximándose—…Pero nos preocupa

Y ahí Luke comprendió que el abandono no era buena compañía, que requería a prisa despojarse del pesar al que era sometido. Necesitaba un oído que lo escuchara, un hombro que lo consolara, una mano que lo levantara y una boca que lo aconsejara…necesitaba un amigo.

—Su amor no era más que una mentira—musitó. No hizo falta revelar a la autora de la dolencia, ésta tenía nombre y apellido, Caroline Duarte

— ¿Por qué dices eso?—el de cabellera coloreada juntó el entrecejo. Le era absurdo. Y es que jamás vio a nadie que le llamearan los ojos por otra persona. Jamás vio a nadie sonreír deslumbrante a presencia de otra persona. Jamás vio a nadie dar todo por otra persona. Jamás vio a nadie otorgar aquella vastedad de sentimientos por otra persona. Jamás vio a nadie tan enamorada de otra persona…a nadie tan enamorada como Caroline de Luke

—Me ha estado engañando con el gilipollas de Austin todo este tiempo—se sentó en la cama, concediendo un mejor panorama de su acabado aspecto— ¡Ca.rajo!—voceó, estrellando el puño encima del edredón

—Tranquilo—propuso Calum— ¿Te lo confesó ella?

—No—respondió—Mas no lo negó

—Creo que sacas conclusiones apresuradas—manifestó—Si Caroline no garantizó nada, hay que darle oportunidad para explicar

—Patrañas—bufó Luke— ¿Supones que diría la verdad siendo cierto el engaño?—Calum encogió los hombros

—Tampoco desconfío de ella—aseveró—…De sus sentimientos…—prosiguió—…O de cuanto te ama

— ¿Y tú que sabrás?—enfrentó—No conoces a Caroline. Más de dos palabras no han cruzado

— ¡Hombre! ¡No hay que ser genio!—chilló Michael—Maldita sea, ¿de dónde has sacado toda esa mi.erda del engaño?

—No me jo.das.

—No, tú no jo.das—sentenció, señalándolo con el dedo—Me es increíble que no la hayas permitido aclararlo, o aún peor, que dudes de lo enamorada que está de ti

— ¡Hay fotografías! ¿Vale?—exclamó, y pronto cayó en la brutal realidad. ¿Cómo pudo haberle pasado eso a él?

Tanto Calum como Michael residieron aturdidos frente al muchacho. Desatendieron al sujeto abatirse en lamentos. Metafóricamente tomaron su sitio, ocuparon sus zapatos y todo tornó claro. Su desconsuelo era comprensible, el dolor a un corazón roto no tenía cura.

— ¿Qué demonios haces?—cuestionó entre lagrimeos, al momento que los brazos de Michael Clifford lo revistieron

—Necesitas un amigo…—formuló—Sólo cálmate y no le digas a nadie que he abrazado a un chico