Ahí se encontraba Luke Hemmings, atravesando el vasto terreno de juegos para destinarse al edificio de damas. Cruzó la entrada principal y ya en el estrato adecuado, golpeó la puerta.
—Luke—expresó Danielle, exteriorizando al muchacho—Que oportuno—exhaló. Luke juntó el ceño, pues no logró descifrar si es que aquello había sido empleado con ironía—Adelante—le dio paso al interior. El rubio penetró la abertura, para descubrir a una flemática Caroline contemplar el horizonte—Te necesita—murmuró por lo bajo
— ¿Qué ha ocurrido?—musitó. Percibió como el corazón incrementaba los latidos. Danielle lo guío hasta el buró donde se hallaba la computadora, revelando la causa de la inexpresividad de Caroline. Luke interpretó cada palabra del morboso mensaje enviado por Austin Mitchell a Mónica Cahill, y la furia fue el primordial sentimiento que lo adjudicó. Deseó traspasar el umbral e ir en busca del muy infeliz y partir su cara a puñetazos. Ya nadie podía obstaculizarlo, ni la mismísima Caroline. Pero la muchacha precisaba de él en esos instantes y no acometería desampararla ahora menos que nunca— ¿Nos dejarías unos momentos?—pidió a Danielle en cortesía. La chica no manifestó demanda y accedió. Sabía que Caroline no requería presencia alguna más que la de Luke—Pequeña…—se acopló a un lado del acolchonado—Es un imbécil—declaró con la ira brotando por sus poros—Él no meritaba tener una extraordinaria novia como lo eras tú—parloteaba. Pero el semblante de Caroline perpetuaba apatía—Vamos, preciosa…—Luke comenzaba a caer en el desespero—Dime algo—rozó los dedos en la pálida tez de la castaña—Por favor
—No puedo hablar—tragó espinoso, como si hubiera ingerido una desmedida ración de amargos sentimientos—Acabaría con mi pacto de nunca llorar por un hombre—sonrió. Hasta aquella muestra de serenidad fue emitida con desdicha
—Y tampoco lo merecería—sostuvo. La chica viró el rostro residiendo cara a cara con su amigo. Esos ojos hazel rebosados en alegría se percibían turbios y atestados en melancolía. Tan sólo con una mirada, la muchacha conseguiría despedazar el alma del hombre más valeroso albergado en el planeta tierra
—Soy un desastre—río a duras penas, y es que su vista amparaba unas escurridizas lagrimas—Es mi culpa
— ¿De qué hablas? Es una ridicu…
—Si fuera delgada como Mónica, nada de esto estaría sucediendo—irrumpió. Luke la observó, incrédulo
— ¡Diablos, Caroline! No hables tonterías—apresuró, retirando por sus mejillas el indicio de nostalgia que producía el lagrimeo
— ¿Qué no es evidente? Mónica es más atractiva, lista, cautivante, prominente, menuda—enumeró por medio de sollozos
—Querrás decir desagradable, antipática, odiosa, pedante, esquelética—contradijo con convicción—No puedes estar hablando en serio
—Lo dices porque te doy lastima y pretendes no empeorar mi estado de ánimo.
—Bien sabes que no me sobrellevo con la mentira—Caroline no lo razonó ni dos veces y se arrojó en sus brazos. Gimoteó con intenciones de aliviar el calvario. Pero asegurándose que no volvería a derramar más nunca una lagrima por Austin Mitchell
—No es el único hombre en la tierra, Caro—la confortaba el rubio—Cualquier chico haría lo que fuese por tener tu atención—habló sincero, y es que se refería a él
— ¿Lo crees?—se apartó para sostener contacto visual. Hasta con mejillas teñidas de rojo y pestañas embebidas en lágrimas, Luke creía que Caroline Duarte era la joven más bella que sus ojos han tenido la dicha de percibir
—Caro—habló por fin—Eres encantadora, atenta, cordial, alegre, tolerante, de sentimientos excepcionales, con un formidable corazón—detalló. Luke calló por un conciso lapso de tiempo, deleitándose con la divinidad de la castaña—Y eres preciosa—la apreció con detalle—Hasta yo sería el hombre más afortunado de tenerte a mi lado—dijo franco
Caroline guardó silencio más sosegada. Curioseó la unión de los labios de su amigo y un apetito por descubrir el sabor que poseían la inundó de repente. Sin más preámbulo, se lanzó a una altura adecuada para unificar sus bocas en un beso.
Las pulsaciones del corazón de Luke incrementaron de sobremanera, pareciera incluso que el órgano anhelara horadar el pecho del muchacho ante tal regocijo. Y en lo más recóndito de la chica, asemejó como si un sinfín de sentimientos fueron desatados por todo su ser.
Tanto para él como para ella, había sido la sensación más prodigiosa nunca antes vivida.
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Chica del Corazón Roto |l.h (Book #1) (Editando)
Fanfic❝Te dedico esta historia, a la única que no quiere ver la verdad❞.