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—¿Qué?, ¿Profesor?—susurró conmocionada la de Barcelona.

—Wow Aitana, creo que el chico es un poco mayor para ti— le susurró Amaia al oído

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—Wow Aitana, creo que el chico es un poco mayor para ti— le susurró Amaia al oído.

Mimi sin cortarse un pelo levantó la mano.

—Oiga profe, ¿cuantos años tiene?.

Cepeda sonrió.

—Creo que deberíais hacerme preguntas sobre la clase, el temario y eso, ¿no creéis?. Pero bueno por ser el primer día lo diré, pero no me lo hagáis repetir por favor. Bien tengo nada mas y nada menos que 28 tacos—Dijo echándoles un vistazo a todos y reparando en la guapa chica con la que había chocado unas horas antes.

—¿En serio?, Vaya... parece más joven profe—dijo Ana levantando la mano.

—Gracias, se agradece—dijo el profesor de nuevo.

Roi levantó la mano también y Cepeda le dio la palabra.

—Oiga, ¿no será gallego no?, porque tiene algo de acento, yo lo soy.

Cepeda se cruzó de brazos y se apoyó en la mesa.

—Bueno está visto que queréis que os haga un monólogo sobre mi vida, en vez de enseñaros el temario ¿no es así?.

—¿Anda venga de donde es?—preguntó Roi de nuevo.

—Esta bien....emm, a ver, si soy gallego, concretamente de Orense, pero he vivido en muchos lugares, ahora estoy aquí en Madrid con vosotros, ¿contento?—dijo finalmente el profesor .

Aitana escuchaba muy callada mientras observaba al profesor, aún no se creía que pudiese tener veintiocho años, ella le había echado unos veintitrés o así, la verdad es que estaba muy bien físicamente y su carácter también lo hacía parecer más juvenil.

La clase siguió avanzando y tras terminar con las preguntas le tocó a los alumnos presentarse, uno a uno lo fueron haciendo hasta llegar el turno a Aitana y las chicas.

—Hola soy Aitana Ocaña, tengo dieciocho años, soy de Barcelona y me encanta cantar y la música en general, algún día quiero ganarme la vida con esto. Mi sueño es llegar a ser tan grandes como Sia o Adele, son mis cantantes favoritas.

—Muy bien, me parece fantástico Aitana—dijo el profesor sonriéndole a lo que la chica sintió sus piernas temblar y se sonrojó rápidamente.

Cepeda le hizo una seña para que se sentase y continuasen los demás, hasta finalizar todas las presentaciones, entonces el profesor explicó un poco el temario hasta que sonó el timbre.

El resto de la tarde conocieron a otros profesores, pero Aitana no podía dejar de pensar en el profesor de Teoría y Composición, no sabía porqué, pero le había causado un algo, que aún no sabía como descifrar.

Los que también se habían quedado impactados habían sido Amaia y Alfred, pues estuvieron hablando todo el tiempo pues este le había cambiado el sitio, al chico que estaba sentado al otro lado de Amaia e incluso después siguieron juntos.

Roi también pareció integrarse muy bien en el grupo de chicas pues era muy gracioso, Mimi y Ana parecían amigas de toda la vida y junto a Aitana la benjamina, Amaia y Roi, formaron un grupo muy variado pero muy unido.

Antes de acostarse Aitana recibió una llamada de sus padres, a los que durante casi una hora, bombardeó con información sobre el lugar, los compañeros y sobre las clases.

Sus padres estaban contentos de que hiciese amigos rápido, pues les preocupaba que se sintiese desplazada, aunque sabían que su hija era encantadora y no tenía problemas de conocer gente.

Luego de esa llamada recibió otra, esta vez de Vicente pero no habló mucho, aunque el quería que ella le contase cosas, al final le dijo que estaba cansada, pero la realidad es que no le apetecía hablar.

Lo que había sentido por ese chico de verano se había esfumado y solo quedaba la amistad, aunque ella odiaba hacer daño a la gente y causarles tristeza, por lo que cuando el le envió besos y le dijo si podía llamarla de nuevo, ella no dijo que no.

—Aitana, ¿que estás haciendo?, centrate y deja de pensar en chicos.—Se regañó a si misma.

Esa noche soñó con el profesor, con su sonrisa, su voz y con su cuerpo, mientras en la otra cama, Amaia sonreía mientras soñaba con Alfred, el encantador chico de Barcelona.

Esa noche soñó con el profesor, con su sonrisa, su voz y con su cuerpo, mientras en la otra cama, Amaia sonreía mientras soñaba con Alfred, el encantador chico de Barcelona

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2. Dulce como la miel -Aiteda «Terminada»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora