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Aitana llevaba ya un buen rato esperando a Cepeda, sentada en la cafetería de la Universidad, ya iba por su segundo cacao con leche pues le ayudaba a relajarse y calmar sus nervios

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Aitana llevaba ya un buen rato esperando a Cepeda, sentada en la cafetería de la Universidad, ya iba por su segundo cacao con leche pues le ayudaba a relajarse y calmar sus nervios.

El profesor con su guitarra al hombro, parecía triste cuando llegó, apenas esbozó una pequeña sonrisa desde la puerta y luego caminó hacía donde la chica lo esperaba.

El profesor con su guitarra al hombro, parecía triste cuando llegó, apenas esbozó una pequeña sonrisa desde la puerta y luego caminó hacía donde la chica lo esperaba

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—Siento el retraso, ¿llevas mucho esperando?.

Aitana estaba tan feliz de verlo, que se le había olvidado el rato lleno de nervios, que había vivido mientras lo había estado esperando.

—No, no apenas llegué hace un momento.

—Bien, ¿Ya has pensado donde podemos ensayar para que estés más cómoda?.

—¿Te ocurre algo?, ¿pareces triste?—dijo la de Barcelona—Si no te apetece  o no puedes, podemos dejarlo para otro día, ya me buscaré la vida.

—No tranquila, no es nada que no se pueda solucionar—dijo Cepeda sonriendo para que Aitana no se pusiese triste también.

—¡Oye ya sé!—dijo de repente entusiasmada— ¿que te parece si ensayamos en la salita de mi nuestro edificio?, la verdad es que casi nadie la usa y es muy tranquila y cómoda.—habló poniendo una de sus manos sobre el brazo del profesor, el cual se removió nervioso carraspeando e incluso sonrojándose levemente por el contacto.

—S-Si, me parece ge-genial, ¿vamos entonces?

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—S-Si, me parece ge-genial, ¿vamos entonces?.

—Si vamos.

Durante la caminata atravesando el campus hasta llegar a su destino, Aitana y Cepeda fueron bromeando y riéndose, la de Barcelona estaba descubriendo que, el profesor de veintiocho años y ella, tenía muchas cosas en común.

Al llegar, se sentaron en el sofá y Cepeda quitó la guitarra de la funda para tocar la melodía de «no puedo vivir sin ti».

De repente todo se puso como muy íntimo y tanto Aitana como Cepeda se aislaron completamente y olvidándose de donde estaban.

Aitana empezó mirando fijamente al profesor, con sus grandes y preciosos ojos brillantes, que le hacían perder el Norte y luego con los toques, con las manos, con el hombro, inocentes roces que si no fuese porque los dos sentían cosas no había pasado nada, pero sin embargo, Cepeda decidió apartarse y ponerse en el suelo.

Luis estaba realmente cómodo con Aitana, le encantaba la chica, incluso más de lo que quisiese, pero no podía ser tan evidente y además ella era su alumna.

Aitana se dio cuenta enseguida y se sintió bastante dolida, pensó con tristeza que quizás su profesor no quería estar junto a ella o que le avergonzaba que los viesen juntos en el sofá, pero no le dijo nada, siguió con el ensayo, ya que no quería ...

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Aitana se dio cuenta enseguida y se sintió bastante dolida, pensó con tristeza que quizás su profesor no quería estar junto a ella o que le avergonzaba que los viesen juntos en el sofá, pero no le dijo nada, siguió con el ensayo, ya que no quería que Cepeda se fuese.

Tras un par de horas de intenso ensayo, de algunas risas y varias miradas por parte de los dos, el profesor se despidió y se marchó dejando a Aitana, la cual estaba recibiendo una llamada de teléfono que resultó ser su amiga Amaia.

—Si, ya hemos acabado por hoy, ahora mismo voy.

Poco después la de Barcelona apareció en la cafetería de nuevo, donde Amaia y Ana tomaban algo mientras charlaban.

Tan pronto las vio, Aitana corrió feliz para sentarse junto a su mejor amiga y abrazarse a ella, ante la atenta mirada de la de Gran Canarias.

—¿Qué tal de ensayo?, Parece que muy bien ¿no?—dijo Ana riendo.

—¿Es que acaso no le has visto la cara que trae?—Amaia también se rió.

—Jooo...yo no quería que se fuese, me gusta tanto.—dijo haciendo un puchero.

—Tranquila mujer, quedan muchos días aún para estar así de juntitos

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—Tranquila mujer, quedan muchos días aún para estar así de juntitos.—dijo Ana riendo de nuevo.

De repente Aitana reaccionó y miró a Ana y se dio cuenta de que ésta hablaba como si supiese lo que sentía por Cepeda, entonces miró a Amaia.

—Oye a mi no me mires, yo no le he dicho nada.

—No ha echo falta que me lo dijese, la verdad es que eres muy evidente—dijo Ana— se te nota mucho que te gusta y estás mal por eso.

—Si, es un asco, ojalá no fuese nuestro profe—dijo de nuevo Aitana poniéndose triste— Aunque lo peor de todo no es eso, lo peor es que no puedo olvidarlo y cada día me gusta más y más. De hecho creo que me volveré loca en cualquier momento, si no se lo digo pronto.

 De hecho creo que me volveré loca en cualquier momento, si no se lo digo pronto

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2. Dulce como la miel -Aiteda «Terminada»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora