capítulo 4

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"Cuadro de Museo"

"Incógnita. Parte 12"

Vivo en un mundo donde las personas somos movidas como marionetas por la sociedad, donde seguir normas sociales no escritas es lo correcto, lo "normal", y ser algo diferente a eso es lo más cercano a ser un perdedor. Todos se quejan por todo pero nadie hace nada para cambiarlo, incluso cuando se supone que las personas nos movemos por nuestros intereses...

Leía, sumido, otra de las reflexiones del blog de Brook. Después de cómo acabó su visita no había podido dejar de pensar en lo grosero que fui. Me gustaría pedirle disculpas pero estaba seguro de que no serían bienvenidas, y tampoco tenía su contacto. Entre una cosa y la otra acabé recordando su blog y, al igual que cuando lo supe por primera vez, tuve curiosidad por saber lo que escribía, lo que circulaba por su cabeza. Bastó con que me metiera en la plataforma del San Smith para encontrarlo.

Había oído hablar del blog de Brook en el instituto. Recibió algún premio por él, aunque a muy pocos les importaba. Recuerdo haberme animado una vez a echarle un vistazo, pero se me pasó y ya nunca lo hice. No era especialmente un gran lector, la verdad es que mi cultura de la lectura moría a medida que iba creciendo, ahora sólo leía si me recomendaban algún libro y si me llamaba la atención. Por desgracia, últimamente contaba con tiempo más que suficiente para leerme cualquier saga de una sentada.

No estaba mal. Era impresionante. Se trataba de relatos y reflexiones, gran parte de ellas sobre la vida en general. Gran parte de ellas, también, podían hablar por cualquiera. Algunas parecían hacerlo por mí de manera casi acojonante.

"Y después, ¿qué tenemos? Absolutamente nada. Tarde o temprano te darás cuenta de que la vida funciona igual que un chasquido de dedos".

Alegaba uno de sus textos.

Lo leí otra vez. Resultaba incómodo identificarse con un escrito que ni siquiera era tuyo. Releí el trozo hasta que empecé a odiarlo por resumir perfectamente, y en tan pocas líneas, mi situación. Sin embargo, no podía parar de leer, estaba realmente enganchado a su manera de expresarse y de ver el mundo.

Mayormente era objetiva y seria; sin duda, reflexiva. Positiva, en ocasiones, con mensajes esperanzadores y de fortaleza. Pero también parecía desahogarse, en algunos textos. Había una diferencia de días o semanas entre un texto y otro. Así que, en lo que leía sin parar, la percibía positiva, triste, enojada, en poco tiempo.

"Incógnita. Parte 20"

Da la impresión de que somos incapaces de entender que las personas puedan estar deprimidas, tener malos días, llorar, ofenderse o tener cualquier reacción humana cuando se sienten lastimadas, porque entonces son —siempre con connotación negativa— ¿frágiles? ¿Sensibles? ¿Dramáticas? Como si ser eso fuera el problema y no lo fueran las circunstancias mismas que nos llevaban a ello.

¿Es que hemos perdido esa libertad también? ¿No puedo gritar si siento que me ahogo? ¿Llorar si me estoy muriendo por dentro? ¿Molestarme si algo no me sale bien pese a los intentos, o si han sido crueles conmigo?

Lejos de pedir empatía, y dado que esto importa más cuando son las personas de cerca las que no lo entienden, si dices querer a alguien se supone que tienes que respetarla. Y respetar a los demás es también respetar sus emociones.

"Incógnita. Parte 21: parque de atracciones"

El constante subir y bajar del estado de ánimo es una puta mierda. Un juego de mal gusto que acaba con nuestra estabilidad emocional. ¿Qué es eso de tener ganas de comerte el mundo en un momento y al otro sentirte miserable por todo?

Sobre Ruedas (literalmente) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora