Capítulo 6

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"Interesante"

Pretendí continuar con mi lectura dándole al ratón inalámbrico, mas no siguió bajando. ¿Había llegado al final? Me negué a aceptarlo y tontamente seguí dándole al aparato solo para comprobar mi poca inteligencia. Como era evidente, no avanzó.

Abajo se veía la última fecha de publicación. Abril de este año, hace cinco meses. Me jodió que fuera la última página, y que fuera con esos últimos textos extraños. A medida que iba avanzando en el blog de Brook, me di cuenta de un cambio en su escritura. Antes era más directa, soltando verdades con las que cualquiera podía identificarse. Transmitía mensajes de forma original, a veces no lo pillabas a la primera, y en el momento en que lo hacías se te quedaba una sonrisa de idiota.

Sin embargo, los relatos que abarcaban la fecha de noviembre del año pasado hasta este último texto, se habían tornado más personales a mi parecer. Eran más crudos, cargados de negatividad, de rabia. Mucho más interesantes que los anteriores, desde luego. Avivaron todo mi interés y curiosidad.

Brook sólo era un año menor que yo, la gente de nuestra edad no tenía puñetera idea de lo que era la vida, ¿no? ¿De dónde le salía toda la furia que escupía en sus relatos?

Se me ocurrió pensar en cómo serían mis escritos si tomara un bolígrafo y papel y tuviera que expresarme sobre lo que fuera, y si tuviera el arte, claro. Cualquiera que los leyera acabaría odiándome, sin duda. Premio Nobel al tío más pesimista del planeta...

Me imaginé recogiendo el premio en una enorme sala de teatro frente a un público que aplaudía con unanimidad portando grandes sonrisas.

Qué estupidez, Kenneth...

Y ni siquiera sabía todavía de qué hablaría en mi redacción.

De pronto, mis ojos se dirigieron a mi silla situada a un metro de mí, al lado del tresillo donde me encontraba. Esa silla era la pregunta y la respuesta, cómo odiaba que hablara sola. Ya podría ser más discreta.

Volví al blog de Brook, en mi computadora, todavía con la curiosidad sobre por qué cambió su estilo habitual. Entonces sonó el timbre dándome un pequeño susto. Mi madre había salido y decidí quedarme aquí en lo que ella iba por unas cosas. A menos que quien estuviese tocando esperara su regreso, yo no podía hacer nada.

Volvió a sonar el timbre.

—¿Quién es? —pregunté casi automáticamente, si sonaba por tercera vez aniquilaría mi poco humor.

—Hola, es Daniel.

Silencio.

Vale, ¿y ahora qué digo?

—¿Está Kenneth? —añadió.

—Acaba de responderte —contesté algo inseguro.

¿No era obvio? Digo yo que mi voz y la de mi madre eran totalmente diferentes.

Y no me sentía muy cómodo hablando desde esta distancia. Si el otro día me alegré de que mi madre le invitara a pasar cuando quisiera ahora mismo me estaba arrepintiendo un poco. Además, sólo llevaba cortos pantalones sencillos y camiseta. Si lo sé no respondo.

¿Por qué me estaba rallando? No podía abrirle.

—Venía a mostrarte un par de cosas.

—Oh... —Se me ocurrió preguntar qué cosas, pero la situación no encajaba. Además, quería que se fuera— Hay un problema —emití, pensando en la mentira que podía contarle, mas no era muy rápido para ellas. Así que antes de pasar aquí la tarde esperando mi respuesta, opté por decir la verdad—. Tengo la silla a un metro de mí.

Sobre Ruedas (literalmente) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora