"Escritores fracaso y una experta"
Releí el nombre del grupo esperando que no fuera lo que parecía. Sólo hacía un día desde que le pasé mi contacto a Daniel, no pudo haberse tomado esta libertad. Me puse algo nervioso, considerando salir inmediatamente.
Para nada estaba exagerando, no en este momento. Y menos después de confirmar que la tercera integrante era, por su foto de perfil, Brook.
Aún tenía que disculparme por haber sido un capullo, o no, y simplemente dejar las cosas como ya estaban. Si iba a disculparme en algún momento con Brook no podía ser a través de esto. Estaba seguro de que a ella tampoco le haría gracia descubrir este grupo... ¿o es que Daniel se lo había consultado? Imposible, recuerdo lo rencorosa que Annabell mencionó que podía ser su hermana. Una vez le pegó sin querer chicle en el pelo y ella dejó de hablarla durante semanas.
Yo no le caía especialmente bien, no iba a recibir piedad de su parte probablemente nunca. Cuando terminé de soltar todas esas cosas sin dejarla explicarse, su cara acabó siendo el reflejo del error que había cometido viniéndome a ver. Debía de estar bien enterado y sepultado en su mente, como para que Daniel nos haya hecho la mala broma de meternos en un grupo.
—¿Todo bien?
La voz de Smile, que se colocaba tras mi silla después de recoger todo su equipo, me hizo volver a la realidad.
—Sí —articulé a duras penas, con una sensación extraña en el estómago y una calentura infernal en las orejas. Si pasaban un papel cerca podía coger fuego perfectamente.
No sabía gestionar los nervios, lo odiaba. Desde el accidente había sido incluso peor, me ponía más nervioso de lo normal, por casi todo. Supongo que de ahí, también, los cambios de humor repentinos.
Era insoportable.
Smile me condujo fuera del cuarto y casi le pido que me llevara hasta la puerta de Daniel, no para que me diera explicaciones de nada. Más bien, para que buscara manera de eliminar ese grupo y no quedara prueba alguna de que hubiera existido ni durante un segundo. Mas me contuve. Smile solía decir que nada era para tanto si nos relajábamos un poco.
No estaba de acuerdo del todo pero lo intentaría, si después de la ducha aún quería ahorcar a Daniel no lo pensaría dos veces más.
El proceso que conllevaba la ducha y prepararme, duró lo mismo de siempre, casi una hora en la que yo volvía a tener cuatro años y mi madre intentaba lidiar conmigo. Pero eso también fue mejor hoy.
Estábamos a finales de octubre y el frío llegaba pronto este año, por lo que elegí un pantalón chándal y una camiseta de mangas largas para estar en casa. Mi madre apremió mi pequeña mejora —que bien podía durar tres segundos y mañana volverme a levantar con dos pies izquierdos—, como si aplaudiera a un niño pequeño por portarse bien. Un día de esos hasta me regala un Chupa Chups.
Cometí el error de comentarle lo del grupo de Daniel durante el desayuno, por la mala costumbre que tenía de contárselo casi todo y porque pensé que podía hacérmelo ver de otra forma, al menos, antes de que me ganaran los impulsos de salir y eliminarlo. Y bloquear a Daniel de paso.
—Eres más dramático de lo que nunca vas a reconocer. ¿Qué tiene de malo?
Llevaba puestas sus gafas de lectura y me miraba por encima de la pantalla de su ordenador, sentada frente a mí en la pequeña isleta. Había pausado su trabajo para burlarse de mí.
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Sobre Ruedas (literalmente) #1
Novela JuvenilUn accidente ha cambiado en un abrir y cerrar de ojos la vida de Kenneth Andersen. De pronto se ha quedado sin novia, de pronto ha dejado de ir al Instituto, de repente está sobre una silla automática que determina su vida y la condiciona, valga la...