Los días más horribles de mi vida llegaron después de esa noche. Derramé un sinnúmero de lágrimas entre tristeza, rabia y desesperación.
Ricardo se negaba a romper conmigo y me había amenazado en contar lo que sabía si lo dejaba. No podía permitirlo; si mi papá se enteraba del bebé que perdí y que mi mamá lo había escondido, les iba a causar el divorcio. No lo podía permitir.
Ricardo entraba y salía del apartamento cuando le parecía. No me dirigía la palabra y solo dormía conmigo cuando tenía deseos de algo más íntimo conmigo; mientras yo fingía que los disfrutaba para no enojarlo. Qué bueno que pronto me iría de aquí; a pesar de todo, Ricardo había accedido a la idea, insistiendo que la distancia, nos uniría más. Yo solo esperaba lo contrario.
Ezequiel me había llamado varias veces, pero me limitaba a solo cuadrar los detalles del trabajo y del apartamento que me había ayudado a conseguir. Cuando se desviaba del tema, encontraba a cualquier excusa para colgar.
Estaba resignada a mi destino; a que estaría al lado de Ricardo; a que tendría que arrancar de mi alma a Ezequiel; a que no me atrevía a contarle nada de esto a nadie, ni siquiera a Celeste.
Celeste me ha llamado en varias ocasiones luego de la fiesta, pero he ignorado sus llamadas. Aún siento vergüenza de lo que pasó, y sé que en su momento, hablaré con ella y me entenderá. Después de todo, nuestra amistad era especial; aunque no nos veamos, ni hablemos, siempre estamos cuando nos necesitamos.
Por fin, hoy sería mi último examen; mañana, a esta misma hora estaré subiendo a mi auto, de vuelta a casa. Tendré una semana para acomodarme en mi apartamento y luego comenzaré mi trabajo.
Estaba terminando mi café cuando Ricardo salía del cuarto. Caminó hacia mí y abrazándome por la espalda, me dijo, “No olvides que eres mía y más te vale que te sepas comportar una vez estés allá.”
Cerré los ojos, respirando profundamente. Unas horas más, unas horas más; solo me repetía en mi interior. Ricardo no planeaba visitarme a menudo, un detalle que me hacía muy feliz.
“Claro que no lo olvidaré.” le dije intentando zafarme de su abrazo, pero siendo en vano mis intentos.
“A donde crees que vas? Aún nos queda tiempo.” me dijo mientras abría los botones de mi blusa.
Cada vez era más difícil, cada vez dolía más fingir, cada vez me daba más asco. Ya por lo menos descansaría de todo esto. Cerrando los ojos, permití que me despojara de mi ropa y me hiciera suya; intentando controlar las lágrimas que corrían libres una vez debajo de la ducha, para que Ricardo no las notara.
Me preparé, nuevamente, ya sin deseos de ir a la universidad. Solo quería tirarme en la cama y llorar, luego, salir corriendo. Caminé a la puerta, tomando mis cosas en el camino, y abrí la puerta.
“Isabella” dijo Ricardo deteniendo mis pasos, “no me esperes esta noche. Me llamas cuando llegues a tu casa.” se detuvo frente a mí y me besó; el muy irónico.
Yo solo le sonreí y continué mi camino, subiéndome al auto y conduciendo a la universidad. Una vez estacionada, fui recibida por Celeste.
“Tú y yo tenemos que hablar, y es ahora.” me dijo aquella mujer de casi un pie menos que yo, pero a quien amaba con todo mi corazón.
“Celeste, tengo que entregar unos documentos.” le dije intentando huir; aún sentía vergüenza.
“Los papeles pueden esperar; esto no.” dijo ella mientras me halaba por el brazo hasta un banco en una esquina un poco apartada.
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Amor Clandestino
Romance(Libro 2 de la trilogía) "Pero me duele no gritar tu nombre en toda libertad; ante sospecha hay que callar..." Qué hacer cuando el amor de tu vida es uno prohibido; cuando descubres que la persona con quien estás solamente es atracción, deseo; que e...