(34) Creo en ti

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Si las miradas mataran, Ezequiel hubiese quedado muerto en el instante.  El coraje en los ojos de mi padre era demasiado evidente.

“Papá, por favor” comencé a suplicar.

“No creo que este merezca el mejor trato de mi parte.  Mucho menos ser recibido con los brazos abiertos.  Lo que hizo no fue lo correcto.”

“Joseph, permíteme explicarte…” comenzó a decir Ezequiel, pero lo miré y no dijo más.

“Ambos tenemos la culpa de lo que sucedió.  Ezequiel no me obligó a nada” le respondí a mi papá de forma molesta.

En realidad ya estaba cansada de escuchar lo mismo.  Los dos éramos igual de culpables en esto, y si Ezequiel estaba dispuesto a enfrentar a todos por nuestro amor, yo también.

“Isabella, no es lo mismo.”

“Las mismas palabras de Adrián, papá.  Discúlpame, pero yo pude detener esto desde que comenzó y no quise.  Ezequiel no me forzó a nada y está dispuesto a todo por enmendar su…NUESTRO error.”

“Joseph, estoy dispuesto a lo que sea.  Sé que les fallé, solo pido otra oportunidad para enmendar lo que hice mal” dijo Ezequiel acercándose un poco a mi papá.

“Isabella, no tardes” fueron sus palabras mientras entraba a la casa sin decir más.

Ezequiel me miró con el rostro lleno de preocupación.

“Ya se le pasará, dale tiempo” fue lo único que pude decir para consolarlo.

“Ha pasado tiempo, sé que no va a ser fácil abrir ese camino, pero lo lograré con hechos, no palabras.”

La mañana siguiente, al despertar, comencé a recordar la noche anterior.  Lo especial que fue y lo feliz que me hizo el tener a Ezequiel a mi lado.

Anoche, luego de ver el auto de Ezequiel alejarse, mi corazón quería explotar de solo pensar cuales serían las palabras de mi papá.

“Isabella, no digas nada.  Aunque no me agrade, tengo que aceptar que él es el padre de tu hijo; y como eso tendré que tolerarlo, nada más.  Qué descanses mi vida, y piensa bien las cosas.”

Luego de decirme esas palabras, besó mi frente y se marchó.  Yo solo pude mirarlo y sentir diferentes sensaciones dentro de mí.  Amo a Ezequiel y amo a mi papá, los quiero a los dos a mi lado, en buenos términos.

La universidad me esperaba, así que no podía quedarme más tiempo acostada, pensando.  Sin darle más vueltas al asunto, procedí a prepararme.  Celeste vendría por mí.

Durante el día, Ezequiel se mantuvo enviándome mensajes de texto expresando su amor o pidiendo disculpas.  Mi corazón se encontraba emocionado y no sabía cuánto podría resistir antes de permitir que las cosas volvieran a ser como antes. 

Amor ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora