(6) Golpe al Corazón

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Durante la noche, desperté varias veces; aprovechando una de esas veces para cambiar mi ropa y la de mi cama también.  Mi cabeza parecía querer reventar del dolor que sentía; mi corazón se encontraba haciéndole competencia.

La mañana siguiente, no podía levantarme de la cama, mis ojos a penas podían abrirse, el dolor en mi cuerpo era insoportable y mi nariz estaba sumamente congestionada.  Bonita manera de despertar un lunes.

Intenté lo mejor que podía para disimular como me estaba sintiendo.  Levantándome de mi cama, me di un baño y luego de vestirme, decidí hacer una obra de arte en mis ojeras.  Bajé a la cocina, y apenas pudiendo tomar un jugo, me despedí y caminé hasta la escuela.

Al llegar a la escuela, fui recibida por los cálidos brazos de mi amiga Celeste.

"Te ves mal amiga" me comentó ella una vez nos soltamos del abrazo y sus grandes ojos me estudiaban.

"Gracias por el apoyo...pero es cierto, me siento fatal."

"Debiste quedarte en tu cama." me dijo ella aún paradas ambas en el mismo sitio.

"Y perderme un maravilloso lunes en esta escuela?"

Honestamente, hubiese preferido quedarme; pero no quería estar acostada en mi casa pensando en Ezequiel, y mucho menos darle la oportunidad que llegara hasta allí.  Este era el único lugar donde él no se atrevería llegar a buscarme.

"Y cómo está mi chica hermosa?" escuchaba la voz de Ricardo en mi oído mientras me abrazaba.

"Tu chica está muriendo y decidió venir a la escuela." Celeste le respondió a Ricardo sin permitirme hacerlo.

"Te hubieses quedado durmiendo." me dijo Ricardo.

"Permiso." dije mirando a Celeste y moviendo a Ricardo a un lado, susurrándole al oído, "y dejar de verte después de lo de anoche?"

Una sonrisa traviesa se pintó en el rostro de Ricardo, y tristemente sus golpes se podían notar también. Cuanto coraje sentía hacia Ezequiel.  Como pudo haber cambiado de un sueño de hadas a una pesadilla en tan poco tiempo.

Ricardo me besó en los labios, despidiéndose para ir a su clase.  Celeste y yo caminamos juntas a la nuestra.

"Qué le sucedió a tu galán en el rostro?"

"Ezequiel estaba borracho." le dije con toda naturalidad.  Celeste era mi mejor amiga y hasta cierto punto sabía que me agradaba Ezequiel. Ella siempre ha insistido que la atracción es mutua.

"Siempre te he dicho que Ezequiel siente algo por ti."

"Celeste, no empecemos, por favor. No me siento bien."

"De acuerdo, pero cuando estés mejor, me vas a escuchar."

Llegó la hora del almuerzo y ya no aguantaba más.  Decidí excusarme y partir a casa.  Ricardo insistió en llevarme, pero no se lo permití ya que él tenía una reunión con su equipo.

Al llegar a mi casa, decidí que el día estaba muy hermoso como para desperdiciarlo en cuatro paredes.  Así que, luego de subir a mi cuarto y buscar una sábana y almohada, me senté en la terraza y me puse cómoda.

Encendí mi teléfono e inmediatamente los mensajes de texto y de voz comenzaron a aparecer.  Todos, excepto uno, eran de Ezequiel.  Tenía uno de Ricardo donde me dejaba sabeer que pasaría por mi casa tan pronto saliera de la escuela.

Los mensajes de Ezequiel los ignoré por completo; me sentía demasiado mal para estar lidiando con eso.  Así que, apagando el teléfono nuevamente, acomodé mi cabeza en la almohada  y en cuestión de segundos, quedé dormida.

Amor ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora