15-"No puedo creer que te esté dejando ir"

5.8K 657 681
                                    

Que asqueroso era todo.

"Eres una mierda."

Sí, lo era.

"Estás podrido."

Sí, lo estaba. Era un mentiroso. Había ilusionado a Richie y lo había lastimado. Y todo había sido intencionalmente, sin que nadie lo obligara a hacerlo.

Eddie Kaspbrak la había jodido, y estaba seguro que esta vez ya no podía hacer nada para reparar las cosas. Y es que podía intentarlo, claro que sí. Pero eso lastimaría a Beverly.

  —Tal vez, si hubiese sido sincero con ella desde el principio esto no estaría pasando.

Pero no, ya no había vuelta atrás.

El día en que había abierto su boca para botar sólo basura, ese maldito sábado, no abandonaba su memoria.

Ya había pasado una semana desde eso, y Richie se veía bien. Y Eddie no entendía, porque él, de haber sido el más alto, ni siquiera se sentiría capaz de encontrarse en la misma habitación con alguien que solo había jugado con él.

Pero había algo que a Eddie le dolía más que el hecho de haber dejado ir a Richie.

Le dolía que éste, a pesar de todo siguiera tratándolo bien. Que siguiera saludándolo al verlo cuando se juntaban con los demás, y que se despidiera al irse a casa. Le dolía que Richie aún le dijera "Hey, Eds." y que le sonriera como si nada hubiera pasado. Pero sobre todo, le dolía el hecho de que, efectivamente, Richie y Beverly se habían vuelto más cercanos.

Sí, sabía que le dolía algo que él mismo había causado, pero no tenía otra opción, ¿o sí?

Eddie estaba realmente hecho un caos.

Y Stan, de entre todos los chicos, había sido el primero en notarlo y en darle importancia. Pero sin embargo, y a pesar de tener muchísima confianza con Eddie, no se sentía capaz de preguntarle qué le pasaba. Porque sabía que Eddie se sentía peor al repetir lo que le hacía sentir mal, se agobiaba.

Así que Stan lo había dejado estar por una semana, sólo para ver si Eddie salía de ese agujero en el que parecía estar atrapado. Y como no había salido, Stan lo ayudaría a hacerlo, él no dejaría solo a su amigo, no cuando éste lo necesitaba.

  —Eddie —lo detuvo Stan cuando el castaño se había quedado atrás del grupo sin siquiera darse cuenta—. Tenemos que hablar, y no me digas que no puedes, porque entonces te obligaré y será peor para ti.

—Hey, yo no... —Eddie realmente no sabía qué responder ante la preocupación de Stan—. No me pasa nada, tonto. Sólo estoy cansado, los ronquidos de mamá no me dejan dormir ni por cinco minutos.

—Eddie, de todos los años que te conozco, vives en la misma casa que tu madre, y jamás sus ronquidos te habían molestado tanto. No al borde de dejarte como un cadáver andante. Y es que, mírate: pelo desordenado, incluso un poco sucio. Estás con unas ojeras que parece que tocarán el suelo, y hueles horrible, es peor que cuando hueles a hospital —Stan había casi enumerado todo lo malo que había visto y sentido en su amigo—. Así que tendrás que contarme qué es eso que te trae así, Eddie. Porque de verdad que si no me dices yo tendré que...

—Es Richie —lo interrumpió el más bajo—. Siempre ha sido él, ¿sabes? Pero no es su culpa, es mía. 

—No Eddie, cuando se trata de Richie y tú, ese bocazas siempre es el culpable.

—Te equivocas, ésta vez la he líado en grande.

—¿Qué hiciste?

Y entonces Eddie había suspirado, resignándose a contarle todo a su amigo, al único que se había dado cuenta de lo mal que estaba. Le contó todo, desde el inicio.

"Yo nunca, nunca..." Donde viven las historias. Descúbrelo ahora