18-"Aquí se acaba esto, Eddie"

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Beverly no estaba bien, eso era obvio.

Lo que la tenía con el ánimo por el suelo, sin embargo, no era el rechazo (indirecto) que había recibido de parte de Richie. Lo que realmente hacia que le doliera el corazón, era que ella había destruido lo que sea que tuviesen Eddie y ese estúpido bocazas.

Por un instante se vio tentada a entrometerse, a hacer que se hablaran y se arreglaran, luego ya verían ellos qué hacían. Pero luego de pensarlo y darle bastantes vueltas al tema, decidió que ese par era el único responsable de todo lo que les estaba pasando, y si iban a arreglar las cosas, debía nacer de ellos el hacerlo.

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Richie tenía su cabeza hecha un lío. 

Y la culpa era de Eddie, por supuesto.

¿Qué era eso de que él le gustaba a Berverly, pero a Eddie igual; y que éste había acabado lo que tenían para ayudar a Beverly? 

"Nope, no tiene sentido."

Había pensado por un instante que, quizá, debía pedirle perdón a Eddie por... ¿por qué? No. Él no debía disculparse por nada. Y no, no era porque eso heriría su orgullo, eso le importaba una real mierda. Era porque quería saber. Saber si Eddie de verdad le quería. Según Richie, si el castaño le hablaba primero y se disculpaba, eso significaría que en serio las cosas entre ellos podrían funcionar.

Así que Richie esperaría, tendría esperanza y confiaría en Eddie. Depositaría su fe en cualquier ser superior que estuviera por ahí.

Pero así como Richie esperaba a Eddie. Eddie esperaba a Richie.

Y es que el castaño había pensado que Richie debería hablarle a él. No porque él no fuera capaz de hacerlo o porque no quisiera, sólo porque no quería presionarlo, eso era todo. Eddie creía que si él se acercaba primero, Richie se sentiría forzado a perdonarlo.

Así que no le hablaría, le daría su espacio, lo dejaría ir, ser feliz.

Aunque esa felicidad costara la suya.

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Las vacaciones de invierno se fueron.

Dos semanas pasaron en las que Eddie y Richie fingieron a la perfección ser los amigos de antes. Cosa que fue difícil, ya que Stan y Bill se besaban y se decían lo mucho que se querían cada maldito segundo.

Eddie creía que ellos serían felices para toda la vida. Richie pensaba que Eddie se veía bonito mientras sonreía mirando a la parejita.

El invierno había sido frío, muy frío. Richie nunca había sentido tanto frío, su interior estaba congelado incluso (aunque quizá eso no era culpa del invierno).

Eddie moría por estar en los brazos de Richie y poder aspirar su aroma, esa que tanto le gustaba.

Se extrañaban, claro que sí. Y el de gafas se había visto tentado más de una vez (y más de dos) a trepar al cuarto del castaño sólo para mirarle. Luego había pensado que eso era enfermizo, y entonces se arrepentía.

Eddie, sin embargo, no cerró su ventana por completo ninguna noche, porque, ¿qué pasaría si Richie decidía ir y la ventana estaba cerrada? No. Eso no pasaría.

Pero Richie no fue, y la ventana de Eddie jamás fue cerrada.

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—Stan, si pudieran escoger entre patatas fritas, unas de tipo largas y delgadas, o gordas y pequeñas ¿cuál escogerías? —Richie le hablaba a su amigo mientras se refugiaban de la débil lluvia que caía. Era el primer día de la vuelta a clases, y a pesar de que no querían llegar jamás al instituto, la única opción para no llegar empapados había sido correr hacia él y entrar de una vez—.

"Yo nunca, nunca..." Donde viven las historias. Descúbrelo ahora