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Se acerca tanto que me quita el aliento. Puedo ver la fuerte línea de su mandíbula, sus elegantes pómulos. Sus ojos brillan como los de un lobo.

—¿Me estás amenazando, Carolina Kopelioff?

Mi latido se atasca en mi garganta.

—Sí —susurro.  Se eleva sobre mí. No tengo ni idea de lo que está a punto de pasar, pero solo se tambalea ligeramente, y me doy cuenta de cuan agotado está, hay profundos y oscuros círculos tallados debajo de sus ojos.

Trago saliva. 

No puedo mantenerlo a él aquí afuera por más tiempo.

—Así que, sí. Sal conmigo o, um, le diré a todos sobre esto. Y, um, arruinaré tu reputación. —Tengo que ser la estafadora menos intimidante del universo—Será divertido, ¿está bien? Quiero decir, creo que podemos ser amigos, y no hay otra manera de que pueda conseguir que salgas conmigo, ¿no? —Logro una risa. 

—Tú no me querrías como tu amigo —murmura—. No juego bien con otros. 

—Estoy segura de que sobreviviré. —Sonrío—. Yo juego realmente bien con otros. Oh. Espera. Eso sonó pervertido, ¿verdad? Ugh. Lo retiro. 

No estoy segura, pero creo ver el fantasma de una sonrisa en su rostro antes de que regrese su expresión hermética. Se gira bruscamente.

—De acuerdo. 

—¿De acuerdo? —Apenas me atrevo a respirar
—¿Así de fácil?
—Casi no tengo opción, ¿o sí? —Y con eso, se aleja por su cuenta, su cojera ligeramente menos pronunciada. Esta vez, lo dejo ir.

Estoy demasiada ocupada estando sorprendida de que él en realidad dijo que sí. Supongo que realmente no me lo esperaba, no le habría dicho a nadie sobre esto de todas formas.  Permanezco en el camino por unos minutos, dejando que la brisa derrita la tensión de mis hombros, hasta que veo a Agustín llegar bien a su edificio.

Estoy a punto de irme cuando que recuerdo algo. Retrocedo hacia la playa, explorando la arena hasta que la veo: su sudadera. Él la olvidó. Se la daré mañana. Será una excusa para buscarlo y asegurarme de que esté bien.  Me estoy congelando, así que la envuelvo alrededor de mis hombros mientras camino de regreso a mi edificio, sorprendida de cuan agradable huele.

|Agustín|

¿Por qué?

La pregunta no deja de circular en mi cabeza. Me acuesto en la cama, mirando a la oscuridad. El dolor en mis brazos y piernas se ha desvanecido, pero mi pecho todavía quema. Como si hubiera tragado fuego en vez de agua salada. Mi cabeza aún se siente ligera.

Me pregunto si estoy muerto, y lo soñé.

La soñé.

Salvó mi vida. Aprieto los dientes. Mi mano se cierra compulsivamente en un puño.

Patético.

Soy patético.

Indefenso, muriendo y me vio.

Me orgullecía de mí mismo por no necesitar a nadie, y ahora necesité a esta chica idiota para vivir. No veré a mi mamá después de todo. El ¿por qué? regresa. Esta chica. Caro. Carolina es su nombre. Fui grosero con ella. Intenso. Despiadado. Pero me salvó. Puso su propia vida en peligro para rescatar la mía.

Lloró cuando desperté, cuando la muerte soltó su agarre en mí. ¿Cómo es eso posible? Si fuera unos años más joven y eones estúpidos, diría que le importo. No valgo la pena para que se preocupen. Aprendí eso hace tiempo atrás. Así que algo más. Quiere algo. Eso tiene que ser.

¿Qué podría obtener por salvarme la vida tarde por la noche, donde nadie vería, y jurando no decir nada a nadie?

Es extraña. Una anormalidad.
Las cosas regresaran a la normalidad. No me preocupo por la promesa que le hice. Pasar el semestre con ella y Jorge, aparentemente es amiga de ese perdedor, nunca pasará. Jorge nunca estará de acuerdo a eso. Y una vez que me hable otra vez, se dará cuenta quien soy. Se irá, como todos los demás.

Es más seguro de esa manera. Tendré que ser cuidadoso. Alejarla. Ser frío. No puedo ignorar ese involuntario roce de ternura que sentí cuando me ayudó a caminar. Tengo que erradicarlo. No dejarla que se acerque. Es por su propio bien. Una chica normal no debería tener nada conmigo. 

|Carolina|

Ando sonámbula a través de mi primer día de clases, corriendo a toda velocidad a cada salón con la esperanza de ver a Agustín, pero nunca lo hago. Su sudadera cuelga ligeramente fuera de mi mochila abierta.

Tengo que encontrarlo por diferentes razones: para devolvérsela, para asegurarme que está bien, y para decirle que lo que dije anoche fue solo un chiste estúpido. ¿Qué estaba pensando? No puedo chantajear a alguien para que sea mi amigo.

Después de una noche de pensar en ello me di cuenta que la apuesta de Larissa fue probablemente un chiste de ebria que estuve demasiado cansada para reconocer. Lo más probable es que Agustín esté disgustado conmigo.

Mi estómago se tuerce en nudos todo el tiempo durante Introducción a Relaciones Internacionales. Esta vez, estoy tratando una especialidad en Economía y un título adicional en Relaciones Internacionales. He cambiado de especialidad como cinco veces. Supongo que soy indecisa. En el momento que salgo de mi clase, mi teléfono suena; el nuevo teléfono desechable de mierda que corrí y compré antes de clases.

Es mamá.

—¡Hola!

—¡Hola, bebé! —Suena más alegre de lo que nunca la había escuchado. Esto podría ser una cosa buena o una cosa mala. Si es una cosa mala, está de vuelta apostando y tuvo un gran triunfo anoche. Y si es una buena cosa…

—Tengo algo increíble que decirte. Pero primero, ¿cómo es Rothschild?

Recito unos cuantos detalles rápidos, el campus es hermoso, Jorge está feliz, mi compañera de habitación está bien.
—En serio, ¿cuáles son las noticias?

Prolonga una pausa. Puedo casi verla sonriéndose a sí misma.

—Bueno…Durringham International me llamó. Dijeron que encontraron mi portafolio en línea y que tendrán un puesto vacante a comienzos de Diciembre y, ¿qué si estoy interesada?—Mi corazón vuela a mi garganta.

—¿No es eso genial? —Mamá titubea un poco a mi silencio—Parecen realmente serios.

—Es definitivamente genial —digo a través del bulto en mi garganta

— Estoy muy emocionada por ti.

Parlotea con alegría por unos cuantos minutos más sobre Durringham International y como son la compañía perfecta para ella, y después me deja ir. Miró a mi teléfono, dejando a los estudiantes me pasen en el pasillo. Larissa hizo esto. No era un chiste. ¿Se lo quitará si no hago lo que pidió? Veo la cara de mamá cayendo.

No podría manejar ese tipo de decepción. Pregunto alrededor, pero nadie sabe en qué clase está Agustín. Lo que si saben es que hay una competencia de natación esta noche, y definitivamente estará ahí. Cuando escucho eso, mi pecho se hinca con ira.

Ese idiota. Necesita descasar, no estar en una carrera de natación. Esa noche después de la cena, arrastro a Jorge hacia la piscina. Tropieza detrás de mí.

—¿Caro? No puedes nadar ahora. Están teniendo una competencia.

—Ese es exactamente el punto. —Trato de sonar ligera y no sospechosa. —Siempre solía ir a mirar las competencias de natación en mi antigua escuela. Quiero ver.

Jorge se detiene para arreglar su cabello en la ventana de la biblioteca, y lo tengo que empujar para que siga.

—Mientras que esto no sea porque quieres babear por Agustín.—Soy una terrible mentirosa, así que juego a lo seguro y me quedo en silencio. No le he dicho lo que paso anoche. Jorge me mataría tres veces si supiera que hice algo tan peligroso. En lo que a él concierne, fui de vuelta al dormitorio y estuve con Larissa.

♦♦••♦♦

•Buen dia.
•Espero les este gustando.

Annie💮

Torrencial |Aguslina|✔|Adaptada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora