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|Carolina|

Pasamos la noche en el hospital. Dejaron a mamá en observación, y puedo decir por la expresión en su cara, que está pensando en la cuenta del hospital, que será imposible pagar sin un seguro. Yo, estoy pensando en lo mismo.

Si Larissa pudiera conseguirle a mamá ese trabajo… Pase esa noche acurrucada en el sofá de la sala de espera del hospital, reacia a volver a ese asqueroso apartamento del que pensé que había escapado. En la mañana llamo a Jorge para hacerle saber lo que pasa. Él da un respiro de alivio cuando se entera que mamá está bien.

— Será mejor que le envíes un correo electrónico a los profesores. Diles que tuviste una emergencia familiar, no te van a dar ninguna mierda por saltarte las clases.

—Eso es lo que estaba esperando —vacilo, mordiéndome los labios—.Y… Jorge.

—No me digas que esta experiencia desgarradora te ha hecho darte cuenta de tu amor eterno hacia mí, ¿no?

Sonrío, al menos su buen humor está de vuelta. Y sorpresivamente no siento ni una punzada de culpabilidad

—Lo siento, ninguna revelación por aquí. En realidad esperaba que pudieras decirle a Agustín a donde he ido, si te lo cruzas.

—¿Agustin? —La voz de Jorgr se congela—Pensé que estaba enfadado por la apuesta de Larissa.

—Lo ha superado, y hemos decidido ser… amigos. —No hay manera de que le diga a Jorge de las cosas que Agus y yo hemos hecho en la playa. Y en su ducha, hablando de eso, estoy necesitando una.

—Hablarle a ese tipo, me da urticaria, pero por el bien de nuestra amistad voy a sufrir o lo que sea.

Quizás se está sintiendo mal por haber mentido acerca de quién me trajo a la cabaña de esquí. De cualquier manera, estoy agradecida con él, y se lo hago saber hasta que resopla y cuelga el teléfono. Un pensamiento desconcertante se mete en mi mente.

¿Qué pasa si Agustín toma mi desaparición como una insinuación de que considero que lo que paso entre nosotros fue algo casual?

Lo cual no considero que sea así, ¿verdad? Juré que nunca me involucraría con un chico, pero no lo puedo sacar de mi cabeza. Sus ojos a la vez duros y suaves.

La forma que a veces pensaba que era la persona más capaz del mundo y también la peor.

Es una contradicción. Es un millón de cosas a la vez. Cuando es el momento de irnos, agarro el bolso de mamá y me posiciono, mientas ella coloca sus muletas para poder ir por el pasillo. El auto está en casa y nunca pensé en ir a buscarlo.

Así que busco un taxi, y le doy nuestra dirección al chico amargo del volante. Nos cobra de más, pero le pago antes de que mamá empiece a insistir en ello, y la ayudo a entrar a nuestro edificio.

—¿Sabes? —dice, mientras le doy un codazo a la puerta—Es tan gracioso, justo antes de caer, estaba pensando en cuanto deseaba verte. Una manera tonta de conseguir que mi deseo se cumpla, ¿no?

El apartamento se ve exactamente como lo dejé, desordenado, con revistas y diarios sobre la mesa de la cocina, desafortunados tickets de lotería en la heladera.

—Debería haber estado aquí.

—No, no debías. —El rostro de mamá se arruga cuando frunce el ceño

—Tú debías estar preocupándote de tus notas en tu nueva escuela. Que es lo que deberías estar haciendo en este momento.

—Se pueden perder clases por emergencias familiares.

—Un tobillo roto, difícilmente es una emergencia familiar.

—¿Que debería hacer de cena? —le digo—Apuesto a que extrañas mi salsa de espaguetis. Puedo correr a la tienda y conseguir unos hongos, si es que no tienes.

—Caro—dice, tomando mi mano—, sabes que aprecio esto. Realmente, estoy sorprendida. Que te metas en un avión desde Florida, en el momento que te enteraste, ¿solo por un pequeño accidente? Siempre has sido acelerada como tu padre.

—No soy para nada como él —interrumpo, con mi voz un poco más aguda.

—No es algo terrible —dice gentilmente, corriendo la silla al lado de la mesa

—Es solo que tú a veces corres, antes de saber qué es lo que está mal.

Mamá es perceptiva. A veces eso, es muy molesto.

—Nada está mal, la escuela es genial, Jorge es Jorge, Agus es… —Me corto a mí misma.

—¿Agus quién? —Apoya los codos en la mesa.—Es eso ¿verdad? Este Agus es un chico, por supuesto que lo es, siempre hay un chico.

—Nunca conmigo —digo rápidamente—Nunca ha habido un chico conmigo. 

—Es cierto. —Asiente—. Nunca antes ha habido un chico.

—No soy estúpida, para dejar que un chico desordene mi vida. —La palabra no dicha es “cómo tu” aunque lo he hecho sin intención, y me apresuro a ocultarlo.—No tengo tiempo para chicos, tengo mucho que hacer y después de papá…

—Ese hombre. —El enojo se nota en su tono. —No he estado enojada con él por más de diez años, pero puedes apostar que ahora lo estoy.

—¿No has estado enojada con él por diez años? —Su poca capacidad para mantener un trabajo, sus problemas con el juego, siempre había asumido que eran producto del abandono.

—Oh no, cariño, siempre he tenido mis problemas. Tu padre solo era uno de ellos, pero no lo ha sido por un largo tiempo. En cualquier lugar que esté, ha dejado de afectar mi vida hace años. No tenía idea que seguía afectándote a ti.

—¿Qué quieres decir? —Revuelvo los armarios para distraerme.

—Caro, si no dejas que un hombre desordene tu vida, puedes empezar no dejando que tu padre lo haga. El amor es algo tan maravilloso. Si lo tienes, no dejes que nadie te aleje de él.

He crecido, creyendo que el amor era una trampa, algo que te atrapaba, para sentir un futuro dolor y traición.

Pero con Agustín no se siente como una trampa. Se siente como la libertad. ¿He sido estúpida, al declarar que nunca he estado enamorada?

—Él es genial —digo vacilando— Talentoso, inteligente y amable, incluso cuando él está convencido de que no. 

—¿Y se preocupa por ti?

Digo “Sí” sin pensarlo, y sorprendiéndome de cuan obvio me resulta. Ella gira su pelo en su dedo, haciendo una mueca, mientras acomoda su pierna.

—Bueno, esa es una buena razón para darle una oportunidad.

Sintiéndome animada, me ofrezco a hacer pasta, y empiezo a sacar los ingredientes. Casi no hay nada, por lo que me pongo mis zapatos, hay una tienda a unas cuadras.

—¿Estás segura? —dice mamá bajando su diario—Se está poniendo oscuro. Y lo está, no me había dado cuenta de la cantidad de tiempo que pasamos en el hospital, esperando los resultados y las indicaciones. Este no es el mejor de los barrios, pero odio la idea de que mamá, después de pasar el día en el hospital, cene cereales.

—Solo serán unos minutos.

—Lleva tu celular.

°_°

Buenas buenas😗
Que tengan un bonito dia🌄

Y quería decirles que a la historia solo le restan 14 capítulos.

¿Les gustaría un maratón? 🤔

Torrencial |Aguslina|✔|Adaptada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora