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—Vamos. Andando —dice Jorge, pero incluso la molestia en su voz no puede sacudirme de mi ensueño—Tengo que ir al baño.

Normalmente me burlaría de él por eso, pero no puedo dejar de mirar al hombre moviéndose a través del agua. Él usa su cuerpo como un instrumento musical.

—Estaré justo detrás de ti. Sólo quiero ver la piscina por otro minuto. ¿Por favor?

Duda, frunciendo el ceño. Puedo decir que está reacio a dejarme aquí, pero aparto mis ojos lo suficiente como para darle mi mejor mirada de cachorrito, y accede.

—Bien. Pero apúrate, ¿de acuerdo?

Lo veo desaparecer en el vestuario, y cuando me giro hacia la piscina, el nadador se ha detenido. Casi protesto, pero luego me doy cuenta que está apoyando su frente contra el borde de concreto, sus hombros tiemblan ligeramente. Me pregunto cuánto tiempo ha estado nadando así para estar tan cansado.

Finalmente, se eleva a sí mismo fuera de la piscina en un movimiento fluido, se para, y recién ahí me ve.  Probablemente debería decir algo, pero todo lo que puedo hacer es mirar boquiabierta. Él es hermoso. Tiene un perfecto cuerpo de nadador, musculoso sin ser demasiado amplio; más tonificado, como una pantera.

Su estómago plano se eleva y cae mientras jadea. Él da unos pasos hacia mí y estoy asombrada por sus ojos; castaño-dorados y salpicados con gris plateado.  Para de mirarlo como una idiota, Caro, habla.

—Tú eres asombroso. —No, habla con palabras—. Realmente eres un buen nadador.

Él me mira por un segundo antes de burlarse, un pequeño sonido que me permite saber todo lo que necesito; él piensa que soy una idiota. Tira su toalla sobre sus hombros y empieza a dirigirse al vestuario, el agua corriendo en torrente por entre sus omóplatos.

—Soy el mejor —le oigo decir, tan pronto como ya no está frente a mí.
No puedo dejar que este hombre crea que soy una perdedora total. Nunca he visto a nadie nadar tan bien como él. Me estoy quemando por saber más sobre su técnica.

—¿Cómo llegaste a ser tan bueno? —pregunto, dándome cuenta que todavía tengo la sonrisa más idiota en mi cara.  Se detiene. Luego se da vuelta y se aproxima otra vez, acercándose tanto que puedo ver el agua que gotea de las puntas de su cabello oscuro. Mi corazón tartamudea.

—Soy Carol…

—No me importa cuál es tu nombre —interrumpe. Su voz es baja y cortante—Lo único que me interesa es por qué crees que puedes venir aquí. Este es mi tiempo de práctica. Nadie interrumpe eso. Todos los demás parecen entenderlo, así que estoy curioso de ¿por qué tu no?

Todavía estoy sonriendo como una idiota durante unos buenos segundos después de que él dejara de hablar, antes de que realmente me diera cuenta de lo que ha dicho. Él levantó una ceja.

—¿Eres tan sorda como idiota?

—Lo s-siento. —Un rubor caliente se extiende por mi cuello—No sabía que se podía reservar toda la piscina... 

—No puedes —dice fríamente, el agua goteando en arroyos sobre sus costillas—. Yo puedo. —Se gira bruscamente hacia la piscina—No vengas aquí de nuevo. Su voz contiene tanto desprecio que de repente mi vergüenza se solidifica en la ira.

—¿Y por qué eres tan especial que te dan toda la piscina para ti solo? Una piscina se supone que debe ser compartida. Una fracción de sorpresa momentánea rompe su expresión helada, pero rápidamente se recupera.

—Yo no comparto. La piscina es mía cuando digo que lo es. Eso es algo que todo el mundo acepta si vienen a esta escuela. Si tienes algún problema con ello, te sugiero que te transfieras.

Su tono es tan mordaz que no puedo pensar en nada que decir a cambio, todo lo que puedo hacer es temblar con furia. ¿Quién demonios es este chico?  Camina hacia la puerta del vestuario, pero Jorge la abre. No sale fuera del camino. 

—¿Todo bien, Caro? —Pregunta en voz alta.  Todavía estoy tan aturdida que apenas puedo recordar cómo hablar, pero Jorge está mirando al nadador como si estuviera preparado para darle un puñetazo.

El problema con Jorge es que tiene un genio terrible. Incluso en la escuela media, golpeaba a todo el que lo miraba de mala manera. Ahora mismo el aire está lleno de tensión.

—Sí, todo bien. ¿Vienes?

En su camino hacia mí, Jorge casi golpea en el hombro al nadador, quien ha estado parado con su espalda perfectamente rígida. Capto un rastro de desdeño en su rostro, pero en su mayoría sólo se ve cansado. Luego desaparece en el vestuario sin mirar hacia atrás a nosotros.

—Felicidades —dice Jorge amargamente, lanzando sus brazos en un gran gesto mientras salimos a la lujosa calidez de Florida, todavía no me he acostumbrado—. Acabas de conocer al idiota más gran de la Universidad Rothschild. 

El chico definitivamente es un imbécil, me habló como si apenas me reconociera. Y sin embargo... cuando pienso en la forma en que él nadaba, tengo esos escalofríos por mi espina dorsal.

—¿Cuál es su nombre?

—Oh, no tú también —dice Jorge con disgusto—Por favor, dime que tienes mejor gusto que eso. 

El sol está empezando a ponerse, y torrentes de luz amarillo y rosa caen sobre las brillantes cimas de los edificios. Protejo mis ojos, sintiéndome a la defensiva.

—¿Qué quieres decir con no tú también? Sólo pregunté cuál era su nombre. 

—Agustin Bernasconi —Jorge patea lejos una lata vacía, frunciendo el ceño como si el nombre en sí mismo lo ofendiera—. No puedo soportar a ese tipo. Nadie puede. Y ese es el por qué tiene cero amigos y pasa todo su tiempo en esa estúpida piscina. Estaba esperando que él no estuviera alrededor hoy, pero supongo que mi mal karma me atrapó. De cualquier modo, lo que quería decir es que todas las chicas de aquí babean en secreto por él. No le hablan, sin embargo. Nadie es tan estúpido. Excepto tú, aparentemente. Probablemente eres la primera persona a la que él se atrevió a decirle más de dos palabras en mucho tiempo. —Jorge se suaviza un poco mientras me mira—. No te dijo nada insultante, ¿cierto?

—No —miento, aunque no estoy segura de por qué estoy molesta. Tal vez sea porque siento una punzada de compasión por Agustin Bernasconi—. Me siento un poco mal por él. No puede ser divertido estar siempre solo.

Jorge resopla.—Oh, confía en mí, esa es la manera en que él lo
quiere. Se lo dejó muy claro a todo el mundo en su primer día aquí. Dile hola y él te mira como si personalmente le hubieras clavado un dedo en el ojo. Verdadero encanto. Escucha, Caro, no te preocupes por él. Todos por aquí son agradables, lo juro. 

Jorge mantiene un flujo constante de charla en nuestro camino de regreso a los dormitorios, incluso cuando nos detenemos en la Oficina de Admisiones para recoger la llave del dormitorio y la tarjeta de identificación de estudiante.

Sus bromas son un poco forzadas, está tratando de llevar el tema lo más lejos posible de Agustín. Pero no es tan fácil. Me siento sacudida hasta la médula. Cada vez que parpadeo, veo esos ojos dorados-castaños entrecerrándose hacia mí. 

¿Cómo puede alguien nadar tan hermosamente pero ser tan frío?




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Como estoy de floja decidí subir otro... Xd

😜

Torrencial |Aguslina|✔|Adaptada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora