La respuesta, resultó ser cinco. Ante mi insistencia, Jorge y yo vemos Divergente, y cuanto más bebía, más se metía dentro de la película.
Agustín se coloca un par de enormes auriculares, descansando su cabeza en la ventana con sus ojos cerrados. Cada vez que Jorge se ríe a carcajadas con la película, yo trato de sonreír con él como si estuviera prestando atención, pero con Agustín tan cerca, mi cabeza es como una nube.
Quiero preguntarle por el beso. Quiero saber qué quiso decir cuando dijo que no hablarme nunca más sería su regalo para mí.
Quiero decirle que sé del secuestro. Quiero disculparme, aunque no estoy segura de qué.Eventualmente Jorge se queda dormido, roncando sobre los créditos de la película, mientras la azafata, lentamente recoge sus vasos vacíos. Una de sus manos cuelga hacia el suelo.
Miro a las nubes pasar tanto tiempo como puedo soportarlo, y luego miro hacia Agustín. Está inmóvil, y al principio creo que está dormido, pero luego sus ojos se abren ligeramente, y su expresión es sorprendentemente triste mientras mira por la ventana. Incapaz de aguantar más, me levanto y me deslizo en el asiento de delante de él, apoyándome en el respaldo de la silla para que me vea.
Al principio él finge no estoy allí, pero finalmente baja sus auriculares por encima de su cuello. Escucho una nota de música clásica. Me mira, y de repente todo lo que quiero decir se va de mi cabeza.
— Hola —me las arreglo para decir. Él sólo espera. Trago, chequeando nuevamente que Jorge esté dormido. —Mira, um…. Acerca de lo que pasó la semana pasada, no tenemos que hablar de ello si no quieres. Entenderé si sientes que fue un error.
—Fue un error —dice. Trato de pretender que no me duele.
—Está bien, no espero nada de ti, pero a donde sea que estemos yendo, sólo por este fin de semana, quizás tú ¿puedes seguir hablándome? Apuesto a que Luisa ha planeado algo genial y podemos intentar de divertirnos.
Relajarnos un poco. El lunes si aún no quieres seguir cerca de mí… Te dejaré solo.Estoy tomando ese riesgo. Necesito usar este fin de semana, para descubrir por qué Agus aleja a todo el mundo. Si realmente le desagrado o si tiene miedo de lastimarme. Si es la segunda, estoy segura que seré capaz de convencerlo que está equivocado.
Él es intimidante y frío, pero no le temo. Creo que no dejaría que nada malo me sucediera. Por alguna razón, confió en el.
—¿Y tú prometerás estar lejos de mí? ¿Cómo debiste estar desde el principio? —Un grado de intensidad se cuela en su tono. Me muerdo el labio pensando en la apuesta de Larissa. Pero tengo que tomar el riesgo. De otra manera no poder hacer que Agustín se abra.
—Sí.
—Bien —dice. Abro mi boca, pero en ese momento la azafata reaparece.
—Hemos comenzado a descender. Bienvenidos a Oregón.¿Oregón? Corro a la ventana mirando hacia abajo. Al principio creo que veo nubes, pero luego noto que es nieve, estamos volando encima de una tormenta, descendiendo a cada minuto y puedo ver altos árboles y lo que parece ser ¿una pista de esquí? La inclinación hacia abajo del avión, despierta a Jorge.
Él rueda por el sofá, parpadeando y obviamente todavía estando un poco borracho.
—¿Qué…?
—Por el amor del cielo —murmura Agustín. El avión va descendiendo cada vez más hasta que las ruedas tocan el suelo, lo que hace que las paredes tiemblen. Estamos en otra pista, excepto que no está vacía y la nieve esta apilada en los bordes. Es un cambio drástico en comparación con la soleada Florida.Mis oídos se taparon por la altitud hace un rato atrás y comienzo a abrir y cerrar la mandíbula para destaparlos. La escotilla de salida se abre y Luisa entra. Está usando un abrigo que está a juego con su sombrero y su pelo se enrula de una linda manera. Se quita los guantes y sonríe.
—¡Estoy muy orgullosa de que lo hayan logrado!
Agustín levanta una ceja.
—¿Qué quieres decir con que estás contenta de que lo logramos? Tú nos forzaste a venir.
Luisa esquiva esto, con su sonrisa cada vez aún más amplia.
—¡Es tu regalo por salir en el primer lugar en las nacionales!
—¿Saliste en el primer lugar? —Mis ojos saltaron. Jorge inspira, pero está obviamente impresionado. Agustín me da una pequeña sonrisa, un toque de arrogancia hay detrás de ella.
—¿Estás sorprendida?
—No, realmente. —Lo he visto nadar. Él podría ir a las olimpíadas si quisiera.Luisa nos apresura a salir del avión donde el frío y la belleza me dejan sin aliento. Puedo ver el mundo extendiéndose por debajo de la montaña, el horizonte irregular con otras montañas en la distancia.
El sol se está poniendo, y su luz color rosa se derrama a través de la blancura. La nieve ha sido peinada en senderos limpios que zigzaguean por una pendiente. Hay un gran edificio de madera, con el techo lleno de nieve y se puede ver el amarillo brillante de las ventanas.
—Este es mi centro de esquí favorito —dice Luisa y nos lleva a un hospedaje—Es sólo septiembre, por lo que no tienen suficiente nieve para que abran toda el área, pero conozco al propietario y lo convencí de que nos dejara usar la casa de campo y un par de los senderos más bajos para las próximas dos noches. ¿No es divertido?Echo un vistazo a Agustín, esperando a que proteste, que él tenía practica de natación, pero se queda sorprendentemente silencioso. Supongo que debe ser por la promesa que le hice. Se da cuenta de que lo estoy mirando, frunce el ceño, y se quita el suéter, envolviéndola alrededor de mis hombros. Es entonces cuando me doy cuenta de que tengo la piel de gallina, ya que estoy todavía en mi camiseta y pantalones cortos de Florida.
—Tendrías que habernos dejado saber a dónde nos traías —dice Agus cortante, cruzando los brazos sobre su delgada camiseta—Ella se está congelando.
—Tampoco soy la persona más caliente del universo en este momento, gracias —dice Jorge, sus dientes castañean mientras se dirige al hospedaje.
—No puedo tomar esto. —Protesto tratando de sacarme el suéter para devolvérselo a Agustín.
—Te congelarás.Su mano sostiene la mía, mandando un temblor por mi espalda que no tiene nada que ver con la temperatura.
—Quédatelo.
—No te preocupes, me aseguré de traer suficientes ropas cálidas de su tamaño —dice Luisa mientras sube las escaleras hacia el albergue. Por dentro, el golpe de calor es bienvenido.Es grande pero muy acogedor, troncos de madera forman las paredes. Hay una verdadera chimenea en la sala de estar, y las sillas tienen un aspecto aún más cómodo que las del jet. Quiero caer en ellas y dormir para siempre. No me había dado cuenta de lo cansada que estaba, los pensamientos acerca de Agus me han mantenido despierta toda la noche.
—Es un poco tarde para esquiar, así que me imaginé que podíamos cenar e ir a la cama temprano —dice Luisa—Tengo una reunión de trabajo de mañana, así que voy a salir muy probablemente antes de que despierten. ¡Van a tener el lugar para ustedes! Deberán asentarse solos, pero regresaré para la cena.
:U
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Torrencial |Aguslina|✔|Adaptada|
FanfictionHISTORIA TOTALMENTE ADAPTADA, TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS A SU AUTORA ORIGINAL.