Esto es lo opuesto del frío y calculador personaje que es tan cuidadoso de proyectar. Lo contrario de la máscara sin emociones. Esta es la pasión que se esfuerza por ocultar.
Es interminable, apocalíptico, y soy impotente contra él. Se ha encerrado durante tanto tiempo, y una diminuta probada de esto es como estar bajo una cascada. Ahueca mi pecho, traza mi tórax y sus labios reclaman los míos. Una mano se abre camino hacia mi garganta, y su pulgar presiona en mi clavícula mientras la otra se hunde por debajo del agua.
Arrastra un dedo por mi estómago y desliza su mano dentro de mi bikini. No sé lo que me caliente más, el jacuzzi, o él. Estoy mareada con fuego, dentro y fuera. Acaricia mi hendidura, el roce más simple de su piel contra mi clítoris gira mi columna vertebral a electricidad pura, y un pequeño gemido se me escapa…
—Quita tus jodidas manos de ella.
La voz de Jorge destroza todo lo que se ha ido construyendo en mi interior. Me giro y lo veo, veo el dolor y la furia en sus ojos. Envía un cuchillo a través de mi corazón. Agustín me libera y sale de la piscina, el agua fluye de su cuerpo.
No sé lo que va a decir, y no llego a saberlo, porque Jorge deja escapar un grito de rabia y lo derriba por el torso, golpeándolos a ambos en el porche.
—¡Jorge, no!—grito y salto fuera del jacuzzi. Está oscuro más allá de la tenue luz del porche iluminado, y me toma un momento ubicarlos.
El porche tiene unos metros en la nieve. Agustín se pone de pie, su piel todavía humeante del agua, la nieve se aferra a su pecho desnudo.
—Sé que la amas —dice con frialdad—Por eso no voy a devolver el golpe.
El puño de Jorge abre una herida en el pómulo de Agustín. Se tambalea, pero no cae, negándose a apartar la mirada. Jorge lo golpea de nuevo, sangrándole el labio.
—¡Detente! —Salto del porche, la nieve congelándome las piernas, y agarro a Jorge por la cintura.
—¡No lo hieras, Jorge!Se sacude de mí tan duro que tropiezo y me caigo. El dolor en su voz hace que me duela respirar.
—Cállate, mejor amiga. No estoy interesada, ¿eh? Me alimentas con un tipo de cuento sobre tus padres así puedes conectar con este imbécil a mis espaldas… eres una maldita mentirosa.
—Ella puede conectar con quien quiera, no es tuya. —La mirada de Agustín podría congelar el fuego. La sangre manchando su rostro hace el peligro en su mirada aún más intenso—Y te sugiero que no la insultes delante de mí.Jorge patea como un toro. —Es una maldita mentirosa y eres un jodido raro…
Agustín se mueve tan rápido que casi no sé lo que está pasando hasta que oigo el ruido sordo de su puño conectando con el firme de Jorge.
Corta el golpe en el último segundo, pero ataca con una precisión impecable, y de la nariz de Jorge brota sangre.
Jorge se tambalea y trata de derribarlo de nuevo, pero Agustín se desliza hacia un lado, como el agua, y lo sorprende con un rápido golpe en el estómago, derribándolo de espaldas. Jorge tose duro mientras Agus lo mira, sus ojos brillantes.
—¡Alto! —sollozo, las lágrimas se sienten frías en mis mejillas, y salto entre ellos—Por favor, no peleen. Por favor.
—Caro —dice Agustín. Jorge resopla sangre sobre la nieve y mira a Agustín con crueldad extrema.
—¿Crees que ella da una mierda por ti? Su compañera de cuarto le hizo una apuesta, idiota. La única razón por la que se molestaba hablando contigo es porque su compañera de cuarto le aposto que no podría conseguir que te abrieras para el final del semestre. Ella ha estado jugando contigo todo este tiempo.Por un momento, hay un silencio absoluto en el que me doy cuenta de lo duro que sopla el viento, el hecho de que los copos empiezan a caer del cielo. Entonces siento el impacto de lo que dijo Jorge. Todo lo que puedo hacer es mirarlo con horror.
—Agus, eso es... no es por eso que...—le susurro, pero no puedo mentir y no puedo decir nada mientras su expresión vuelve a ser vacía, fría y adormecida. Se gira bruscamente y vuelve a entrar en la casa de campo. —¡Agus, por favor! —lloro por él, pero él no ve hacia atrás. Me giro hacia Jorge, mi rabia luchando contra mi compasión por lo patético que se ve en la nieve.
—¿Cómo pudiste decirle, Jorge? —Las lágrimas se derraman por mi rostro—. ¿Por qué dirías eso?
—Me mentiste. —Mueve con dificultad sus pies, su furia igualando a la mía.
—¡Tengo permiso de besar a quien yo quiera! —le grito—Tú no eres mi novio, Jorge, eres mi mejor amigo, ¡y eso no significa que seas mi dueño!
—¡Lo sé! —Su ira es sustituida repentinamente por miseria—. Lo sé, Caro. Es sólo que cuando lo vi encima de ti… Caro, yo todavía, todavía tengo sentimientos por ti. Me encantaría deshacerme de ellos, pero no puedo.Por un segundo, creo que él podría llorar, y si eso sucede me voy a olvidar de lo que le dijo a Agustín y voy a consolarlo en su lugar, así que me alejo de prisa y corro dentro de la cabaña.
Reviso todas las habitaciones, desesperada por disculparme, por explicarme, pero Agustín no se encuentra en ninguna.
Poco a poco me doy cuenta de lo que he hecho. Él dijo que yo era la primera persona que se preocupaba por él. Y ahora piensa que la única razón por la que me molesté fue por una estúpida apuesta.La fría culpa atraviesa mi estómago. Nunca debería haber tomado esa apuesta. Lo lastimé, lo lastimé gravemente. Tengo que arreglar esto. Reviso nuevamente la sala de estar y ahí es cuando me doy cuenta de que su chaqueta y sus botas no están en el vestíbulo. Ha salido.
Me pongo mi chaqueta, guantes, botas y salgo por la puerta principal. Mientras más me alejo de la cabaña, más oscuro se vuelve. La noche parece aproximarse sobre mi cabeza, del mismo modo en que el agua lo hizo la noche en que Agustín casi se ahoga. El viento está penetrando, traspasando mi chaqueta y congelando mi cuello.
Lo puedo escuchar bramando en lo alto de la montaña. Realmente está nevando ahora, grandes copos de nieve azotados por el viento. Recuerdo lo que Luisa dijo acerca de no salir esta noche, pero tengo que encontrar a Agustín. Eventualmente, estoy tan lejos que cuando miro detrás de mí, no puedo ver la cabaña.
Mis orejas están tan entumecidas que apenas puedo escuchar el silbido del viento, pero no tengo ningún sitio para el miedo. Todo lo que quiero es encontrarlo. No puede haber ido muy lejos. Giro bruscamente hacia un lado, acostumbro mis ojos a la oscuridad para tratar de buscar la pista de esquí, pero todo lo que puedo ver es oscuridad y nieve.
Lo he perdido.
Todavía buscando, doy otro paso, y ahí es cuando me deslizo.
Me estrello contra el suelo y ruedo, pero estoy cerca del borde de la pista de esquí, y de repente me encuentro al final de una saliente y entonces estoy sobre ella, cayendo a través del aire golpeando mi espalda duro contra ella.
Y la última cosa que conozco es el frío.
💁Volvi... Bueno ya podre actualizar seguido, mañana vuelvo a clases...
Sad 🙄
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Torrencial |Aguslina|✔|Adaptada|
FanfictieHISTORIA TOTALMENTE ADAPTADA, TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS A SU AUTORA ORIGINAL.