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—Vamos a salir esta noche—suelto.

Él está callado, pero ya lo he dicho, y fuese un accidente o no bien podía seguir adelante.

—Soy nueva aquí y mis amigos me dijeron que hay algunos clubs realmente buenos por aquí. He querido ir a verlos. Incluso puedes elegir, si quieres. De cualquier manera, vamos a ir. Deberías celebrar que tu victoria de hoy, ¿no?

—Y supongo que si no lo hago, le dirás a todo el mundo que Agustín Bernasconi casi se ahoga anoche.

No hay más que un poco de amargura en su voz mientras abre su casillero, sacando su bolso. Pienso en cuan emocionada sonaba mi mamá en el teléfono.

—Será divertido, ¿de acuerdo? Te ves como si realmente necesitaras relajarte. Algunos licores y música es probablemente justo lo que recetó el doctor. O es lo que habría recetado, si hubieras ido a ver a uno.

Repentinamente, él se gira y luego está en frente de mí. Presiona su mano contra la pared encima de mi cabeza, inclinándose mortalmente cerca. Puedo sentir el vapor en su cuerpo. Mi corazón se acelera, y repentinamente no puedo respirar. Me pregunto si no sería más fácil hablar con él con su camisa puesta.

—Permanece alejada de mí, Carolina Kopelioff—dice él, su voz rasgada—. No me quieres en tu vida.

Se queda un segundo más, tan cerca que puedo contar las motas plateadas en sus ojos, antes de que me dé la espalda. Agarra su bolso y se dirige a la puerta.

—¿Entonces te veré en el estacionamiento a las diez?—pregunto alegremente.

Él se detiene por un momento, los músculos de su espalda abultados, y por un minuto el único sonido es nuestra respiración. Entonces me deja sola en el vestuario lleno de vapor, cerrando la puerta de golpe sin una palabra.

(...)

—No.

—Lavaré tu ropa por las próximas dos semanas. Compraré tu almuerzo. Hablaré bien de ti con Larissa.
—¡De ninguna maldita manera, Caro!
—¡Por favor, Jorge!—Me arrodillo, lo cual es una difícil hazaña en mi vestido negro pegado a mi piel; quiero dar una buena impresión durante nuestra primera noche por Rothschild. Definitivamente no tiene nada que ver con impresionar a Agustin

—Probablemente hay cosas que me debes. Te dejé copiar mi tarea por casi la mitad de la clase de matemáticas en tercer grado...

—Déjame hacer una lista de cosas que preferiría.—Jorge comienza a caminar de ida y vuelta por el pasillo, pasando sus dedos por sus ondas rubias

—Uno: apuñalar mis globos oculares con tenedores. Dos: saltar dentro de lava. Tres: ¿debería seguir?

Suspiro.

Estaba de verdad esperando que no tuviera que explicarle la apuesta de Larissa a Jorge, pero está reaccionando mucho peor a mi sugerencia de traer a Agustín al club de lo que pensé que haría. No tengo otra opción más que decirle la verdad.

En voz baja, le explico sobre la oferta de Larissa y el hecho de que llamaron a mi mamá. Los ojos se Jorge se abren.

—Esa es la segunda cosa más rara que alguna vez he escuchado. Justo detrás de tu pregunta de traer a Agustín Bernasconi al club. ¿Cómo demonios hiciste para que él accediera? No creo que el tipo alguna vez haya salido en su vida.

—Le dije que creía que sería divertido.—Me remuevo—Por favor, Jorge. Por favor, por favor, por favor, por favor...

—Caro, si la apuesta está tan alta, sabes que lo haré.—Jorge despeina su cabello otra vez—.Pero no lo voy a disfrutar.

Aun no estoy segura de que lo que obtuve de Agustín fue un acuerdo, pero cuando llegamos al estacionamiento, está esperándonos.

Podría ser la primera vez que lo he visto usando una camisa negra con cuello en V. La manera en la que se hunde en su clavícula hace que mi estómago se apriete, aunque sé que realmente necesito parar de perder el control cada vez que lo veo. Al minuto que Jorge lo ve, se vuelve de piedra.

Está oscuro afuera, pero no lo suficientemente como para ocultar la molestia en su expresión cuando abre la puerta trasera.

—Entra, entonces.

Agustín hace una mueca que puedo ver que ya está haciendo que la sangre de Jorge hierva. Tan pronto como Agustín está en la parte trasera, agarro el brazo de Jorge antes de que entre al asiento del conductor.

—Juega limpio—ruego—.Como un favor para mí.

Jorge pretende golpear su cabeza contra el marco de metal de la puerta.

—Eres la única por la que haría algo como esto.

—Lo sé. Significa mucho para mí.—Lo sigo agarrando por un largo segundo, buscando en sus ojos, hasta que finalmente él exhala y se aleja.

—Caro, ni siquiera sabes lo que le haces a la gente.

Antes de que pueda preguntarle lo que quiere decir con eso, está en el auto, y estoy obligada a correr hacia mi lado. Y después los tres estamos juntos: Jorge, Agustin y yo.

—Reglas—dice Jorge en voz alta, lanzando un pulgar sobre su hombro hacia Agustín en el asiento trasero.

—Eres el conductor designado. Voy a necesitar emborracharme para aguantar tu presencia. Y sin conversaciones en el auto. Al menos espera hasta que esté en algún lugar donde no te pueda escuchar por la música.

—Jorge—jadeo—Agustin, ignóralo. Está siendo un idiota.

En respuesta, Jorge enciende la radio lo más alto posible. Agustín no se molesta en responder. Tiene una sonrisa sarcástica que dice todo lo que necesita, y sé que está volviendo loco a Jorge. Sin embargo, a pesar de la palpable tensión, estoy muy contenta de que Agustín viniera.

Me estoy dando cuenta que mi fascinación por él no tiene realmente nada que ver con la apuesta de Larissa. Cada vez que lo miro, tengo la abrumadora sensación de que está escondiendo algo.

Que hay algo detrás de esa fachada de hielo. Quiero saber que es.

Y algo en mí quiere estar para él, incluso aunque sé que él no quiere nada que ver conmigo. Hay un indicio de vulnerabilidad, y verlo casi morir me ha infundido con una extraña sensación de actitud protectora. Quiero que tenga amigos con quienes celebrar después de ganar una competencia de natación.

Honestamente, solo odio la vista de verlo tan solo. Tal vez sé cómo se siente. El club está a unos cuantos minutos en ciudad universitaria afuera del campus.

Jorge se estaciona en paralelo al frente de un edificio con un pesado bajo emitiendo desde la puerta, un guardia de seguridad con una mirada aburrida está parado afuera con sus brazos cruzados. Deslizo mi bolso sobre mi hombro y salgo a la fría noche. Agustín ya está fuera, mirando al edificio como si fuera el consultorio del dentista y él fuera un niño con un montón de caries.

—Adelante—dice Jorge bruscamente y pasa a Agustín, mostrándole su identificación al guardia de seguridad antes de hacerme señas de que lo siga. Dudo por un segundo antes de tomar el codo de Agustín y llevarlo junto conmigo.

Entramos a un mundo de oscuridad interrumpido por luces parpadeantes. Jorge me pasa las llaves del auto, ya que desaparece con una chica, y está fuera inmediatamente, ordenando tres bebidas y tomándolas en una rápida tanda.

Un minuto más tarde, está bailando con alguna chica pelirroja. Está lo suficientemente abarrotado como para sentirme cómoda bailando, pero no está a rebosar. Me giro para preguntarle a Agustín como lo está pasando, pero se ha ido.

Busco en la habitación y lo veo apoyado contra la pared, fuera del camino de las luces parpadeantes.

Suspiro.

Supongo que lo dejaré aclimatarse.

:)

Yo madrugando un milagro del cielo xd.

Buen día 🌄❄

Torrencial |Aguslina|✔|Adaptada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora