3. Virginidad.

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-- Capítulo 3. Virginidad --

Habían pasado tres días desde la llegada del caminante y Clera se estaba volviendo cada día más paranoica. Ella sentía que Owen era un peligro para su sociedad. Pero, ¿a quién se lo iba a contar? Ella estaba sola en este mundo.

Como todos los días, después de una mañana de trabajo duro, fue a su rincón secreto. Este lugar se encontraba casi a las afueras del clan, chocando contra la muralla de piedra negra, había un pequeño pozo de agua.

Este no era muy ancho, pero si profundo, gracias a que Clera, poco a poco había ido sacando rocas del fondo para luego amontonarlas en una determinada zona donde se estrechaba el riachuelo, formando así una especie de presa. Ya que el agua apenas pasaba al otro lado.

Antes de desvestirse, comprobó que no hubiese nadie por los al rededores. Muy pocas veces los campesinos o los nobles se acercaban por esa zona. Una de las razones más importante era, porque el sacerdote había dicho que ese lugar estaba maldito. Clera no creía en sus palabras, su vida ya era un caos, y no había empeorado. Aún.

Se quitó la ropa del trabajo de campo que consistía en; una camiseta de tirantes sucia y unos pantalones verde vómito anchos. Después se despojó de su ropa interior y corrió a meterse dentro del pozo.

El agua, como de costumbre, estaba congelada. Pero, no le importaba, porque sus músculos se encontraban entumecidos y agarrotados a causa del trabajo.

Cerró los ojos y por una vez en el día, se relajó. Sólo se podía relajar en la poza, y también cuando salía al exterior en busca de aventuras.

Clera volvió a pensar en Owen, pero de una manera diferente. El chico era muy guapo. Además de tener un cuerpo tonificado y bronceado, tenía unas facciones perfectas, que intentaba ocultar bajo una barba de unos días. Pero lo que más le impactó fueron sus ojos negros.

- Princesa, ¿puedo acompañarla en su baño? -Preguntó una voz profunda viniendo de la nada.

No muy lejos de la poza, estaba Owen, sentado en una roca, viendo como Clera se pegaba un baño.

Él había llegado justo cuando Clera se estaba desvistiendo, pero por una extraña razón, que ni él mismo sabía, se dio la vuelta cuando Clera se quedó totalmente desnuda.

Clera se asustó cuando lo vio sentado, e instintivamente se tapó los pechos con los brazos.

- No -dijo cuándo se dio cuenta de que no le había respondido.

- ¿Por qué no? -Preguntó Owen acercándose a la poza- Yo creo que entramos perfectamente.

Clera no sabía cómo actuar. Su primer instinto era correr, huir hacia un lugar seguro. Pero, en realidad, no quedaba ningún sitio seguro. Aun sabiendo lo que podría pasar, Clera no podía moverse, ni cambiar de posición.

Owen quiso entender que su silencio era como un sí y decidió quitarse la ropa.

Clera no apartó su mirada de los ojos negros del chico. Al contrario que ella, Owen no colocó la ropa en un rincón, sólo la tiraba en el suelo después de que esta ya no se encontraba pegada a su cuerpo.

En pocos segundos Owen estaba en ropa interior en frente de Clera. Por un momento, ella pensó en que Owen podría violarla y se relajó. Si perdía su virginidad ya no le dejarían ser un sacrificio y podría vivir.

- ¿Por qué sonríes, princesa? -Preguntó metiendo los pies dentro del agua. Automáticamente ella se apartó.

- Vete, por favor -pidió con un hilo de voz,  volviendo a la cruda realidad.

Owen puso los ojos en blanco, en un principio quería divertirse con ella, sin embargo, en ese momento sintió el deber de hacer lo que Clera le dijera. Aun así, no se movió.

- No me tengas miedo. No te voy a hacer nada -se metió dentro del agua.

Clera ahogó un grito cuando vio que Owen se encontraba a tan sólo unos pocos centímetros, que se rompieron cuando sus pieles se rozaron por debajo del agua.

- Déjame ser tu príncipe por un momento -susurró Owen en su oído.

Clera trató de alejarlo con una mano que libero de su pecho. Fue un terrible error, porque Owen agarró su mano y la atrajo a su cuerpo. Los dos se estremecieron cuando ella tocó sus abdominales. Guiada por la mano de Owen, repasaba cada parte de su dorso con una caricia interminable.

Clera se relajó, por un momento se había sentido a gusto con todo lo que estaba sucediendo.

Owen hizo que Clera le envolviera el cuello con los brazos. En ningún momento miró los pechos de Clera que habían sido liberados hacía poco. Solamente miraba sus ojos marrones, quería que pensara que no estaba mal lo que estaban a punto de hacer.

Entonces, Owen, empezó a besar el cuello blanco de la chica. Fue bajando hasta llegar a la clavícula, mientras inspeccionaba con sus manos el cuerpo de la joven.

Ella dejó que besara su cuerpo como nunca antes nadie lo había hecho. Sus caricias y toques hacían que Clera deseara más y más. Owen quería lo que en un principio había ido a buscar cuando se metió en la poza. La quería a ella, su princesa, pero aunque deseaba que Clera fuera suya, paró de besarla.

- Princesa, tienes que huir de aquí -dijo en un susurro-. Coge todo lo que puedas y sal de este lugar. Corres mucho peligro -y la besó.

...

(N/A):El de multimedia es Owen.

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