Enyell

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Enyell.

Ver a la profesora salir corriendo detrás de dos hombres que no logré identificar, fue lo mejor de toda la clase, la profesora entro con la cara roja del enojo y yo tuve que reprimir toda risa, por respeto.

Por fin, llegó la hora del almuerzo, esto es lo más bonito del día, salir a comer.

Mientras hacia fila, pude ver a Sebas donde venía caminando.

¿Qué esta haciendo aquí? En su edificio no hay comedor ¿no?

-Catty- le dije en un susurro.

-¿Por qué susurra?- dijo casi gritado.
-Con usted no se puede, ve aquel muchacho de ojos azules y cabello rubio, con un muy buen cuerpo- dije casi babeando.

-Si, que a la par de él, viene uno alto de pelo negro, ojos azules y que está mejor que Thor- dijo ella, sin apartar la mirada.

-Ok, el rubio es Sebas y el otro no sé, pero también esta muy guapo- dije

-Ah no querida tu ya tienes al Capitán América, déjame al que está mejor que Thor.

Cuando nos dimos cuenta, Sebas y el otro muchacho se acercaron a nosotras.

-Hola Enyell- dijo Sebas.

-Hola bestia- dije sonando indiferente.

-Bueno ya que Sebastian, no tiene educación, hola me llamó Alejandro- dijo el pelinegro

-Y yo me llamo Catty- dijo mi amiga.
«Lanzada» pensé.

Nos fuimos a sentar y las dos trogloditas se sentaron con nosotras, terminamos de comer y cuando nos levantamos puse mi pie delante del Sebas, haciendo que se tropezara y cayera al frente de todos.

No aguanté, y solté una carcajada que se escuchó por todo el comedor, poco me falto para tirarme al suelo y seguir riendo.

-Esta me las pagas, angelito- dijo Sebas, levantándose del suelo.

¡Oh,no! Empecé a correr hacía fuera del comedor, me veré ridícula pero temo por mi vida.

Seguí corriendo, hasta que mis pies ya no tocaron el suelo.

-Te dije que me las pagarías, ángel- dijo serio.

Me llevaba cómo si fuera un saco de papas.

-Bestiaaaaa bajeme ahora- dije casi gritando.

-No- dijo él.

-troglodita, bajeme no me haga tomar medidas extremas- dije amenazante.

-Jajaajaa que me puede hacer una enana cómo usted- dijo.

La verdad no tenía ni idea que podía hacer para que me bajara odiaba que me alzaran así, baje mi vista y vi que tenía una muy buena por cierto.

«¡Ay! Diosito perdoname por lo que hare»

Baje mis manos y le presione ambas nalgas.

-Ayyyyy!!!! Enyell- dijo bajándome de inmediato.

-Te lo advertí, te dije que no te me.....- no me dejo terminar cuando me empujó y me hizo caer en un zacatal.

-Pica, pica- dije saliendo de ahí, mientras me rascaba todo el cuerpo.

-Eso es para que no se me....- no lo deje terminar cuando fui yo quien lo empujo a otro zacatal.

-¿Perdón? Que decías- dije burlándome de él.

-Carajo, esto pica- dijo mientras el se rascaba el cuerpo.

Ya era una perdida de tiempo devolverse a la U, así que me fui a mi casa, con Sebas a la par mía, ambos íbamos en silencio todo el camino.

Pasamos por un parque, y habían toboganes y subes y bajas y se me ocurrió una gran idea.

-Bestia, ¿qué le parece si volvemos a nuestra infancia?- le dije mientras lo mirada sonriente.

-Ay angelito.... El que llega de último al sube y baja es un huevo podrido- dijo mientras salía corriendo.

Empecé a correr detrás de él y cuando vi que ya iba a llegar me le tire encima, haciendo que ambos cayéramos en el zacate, pero yo caí sobre el pecho de Sebas, no se que vuelta tan rara dio que hizo que yo cayera en el pecho de él, nuestros rostros estaban muy juntos, mi corazón se empezó a acelerar cómo a mil por hora, ¡Dios! Que ganas de besarte, inmediatamente elimine ese pensamiento y me levante para empezar a correr hasta el sube y baja, pero en donde iba a dar el primer paso, sentí cómo jalaron de mi pie, y caí de nuevo al suelo.

-Ah no ángel, no te me escaparás- dijo mientras él se levantaba y empezaba a correr.

Pasamos toda la tarde jugando en el parque, parecíamos niños, en cuerpo de adultos. No podía negar que me sentía bien, extrañaba sentirlo así, sólo con él podía hacer este tipo de locuras que sabia que el me las apoyaría.

«Enyell concéntrese»

Sebas se ofreció a llevarme a mi casa, me preocupaba que estuviera mi mamá o mi hermano, ya que ellos quieren más a la caca del perro que a Sebas, pero en parte es mi culpa cuando Sebas quería hablar con mi familia yo no lo dejé, porque me preocupaba que lo hicieran sentir mal, o que mi familia fuera muy grosera.

Llegamos a mi casa, y nos quedamos en la entrada.

-Recuerdas aquí fue dónde te pedí matrimonio- dijo Sebas sonriendo.

«Ay lo recuerda, ay lo recuerda»

-Cómo olvidarlo- le dije mientras le enseñaba mi mano derecha dónde aún tenía el anillo.

«Que haces zopenca, se dará cuenta que aún sientes algo por él»

Sebas me mirada con esos ojos que derriten a cualquiera, no es posible que aún cause esto en mi, se me acercaba cada vez más hasta que yo termine acorralada entre la puerta y él, sus ojos azules me miraban cómo si fuera la mujer más hermosa del mundo para él, estaba tan cerca que nuestras respiraciones se volvieron una...

«Alerta roja, alerta roja»

Me va a besar, Sebas me va a besar....

-Hey, Sebas que es eso que esta atrás tuyo- dije sorprendida.

-¿Qué?- dijo volviendo a ver para atrás.

En ese momento aproveche para abrir la puerta y entrar a mi casa, al cerrarla me apoyé en ella, sin dejar de pensar en lo que estuvo a punto de suceder.

Casi lo beso, se supone que lo debo tratar mal, se supone que el debe de pensar que yo ya no quiero nada, no se la puedo poner tan fácil.

Y en el momento que pensaba recordé algo importante.

«Carajo mi auto».

Déjame amarte [P#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora