14. Una pesadilla bastante real

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|14. Una pesadilla bastante real |

Louis

Reinaba la completa oscuridad. Tenía una bandana que cubría mis ojos, impidiéndome ver por completo, pero mis otros sentidos estaban completamente alerta. Podía sentir un ambiente frío, en el que la maldad reinaba en cada rincón. Intenté incorporarme pero no podía moverme, tenía unas cadenas muy apretadas en mis muñecas, cuyo roce me punzaba con el más ligero movimiento que hacía.

Intenté usar mis poderes pero éstos no funcionaban. Comprendí entonces que las cadenas debían tener algún hechizo que anule por completo los poderes de quien las use. De acuerdo, tenemos problemas.

Empecé a entrar en pánico preguntándome cómo demonios iba a salir de esto. Estaba en alguna parte del inframundo, de eso no tenía duda alguna. Puede que no vea nada, pero mis otros sentidos me lo indicaban, el olor a algo quemado y azufre lo hacía demasiado evidente.

En mi intento desesperado por soltarme de las cadenas y salir con vida de ese lugar, comencé por intentar quitarme la bandana de los ojos, cosa que me costó demasiado trabajo, pero después de muchos intentos lo consigo. A pesar de que la bandana ya no me impedía ver, seguía siendo difícil poder ver en ese lugar, apenas podía ver más allá de mi nariz. Estaba bajo tierra en alguna especie de cueva, en total penumbra, lo único que iluminaba el lugar era el leve fuego de una antorcha colgada en la pared. De repente, todas las demás antorchas se encienden. Puedo ver una mesa grande hasta el otro extremo de la cueva, tenía varios utensilios e ingredientes para preparar pociones, nunca me imaginé que los demonios también preparaban pociones. También había un par de libreros, tres sillones estilo gótico un caldero y estatuas de aspecto aterrador. Justo en el centro del lugar había un pentagrama pintado en rojo, me pregunté si eso era pintura o sangre, aunque pensándolo bien, no quiero saberlo, y no pienso quedarme más tiempo para averiguarlo. Me incorporé y jalé de las cadenas que estaban pegadas a la pared, con un poco de fuerza podría soltarme de ellas e intentar salir de aquí.

Comencé a tirar de las cadenas sin perder el tiempo.

— ¿Estás cómodo? — preguntan detrás de mí

Demonios, de nuevo. No podía ver su rostro, como la mayoría de los demonios, se cubría bajo una capucha negra.

— En realidad, no — respondí —. ¿Qué forma de tratar a tus invitados es esta?

—Agradece que estás aquí y no compartiendo celda con una quimera — comenta el demonio

Sí, definitivamente estoy mejor aquí que al lado de un terrible monstruo griego.

Examino al demonio, el sujeto camina de un lado a otro con las manos en los bolsillos, escucho un leve tintineo de lo que posiblemente eran las llaves que me liberarían de las cadenas. Debía improvisar un plan de escape y rápido.

— Dime lacayo — digo intentando ser lo más irritante posible —. ¿Dónde está Sabas?

— No soy un lacayo — refunfuña

— ¿Ah, enserio? — me burlo —. Lo siento, es que estás aquí haciendo el trabajo sucio de Sabas, además de que eres un demonio sin importancia.

— Cierra la maldita boca — me espeta —. O tendré que obligarte a hacerlo.

— ¿Tú? — me río en su cara

El demonio se acerca a mí con toda la intención de golpearme, asesto una patada en sus rodillas para derribarlo, rápidamente, enredo las cadenas de mis muñecas en su cuello. El demonio forcejea unos segundos intentando librarse pero finalmente queda inconsciente por la falta de oxígeno en su cerebro. Busco en sus bolsillos y encuentro una llave.

Irrealidad (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora