Unas gotas perladas que se deslizan por el desfiladero azul de la memoria, me advierten, así, de repente, que debo decirte esto con cierta cautela, como quien ensaya fórmulas diversas en la mirada, pero también con cierta intensidad, como quien desea revertir sus propios desarraigos interiores. Puede que suene algo complejo, quizá algo extraño, pero cada que escucho el incierto e inaudito rugido del río de la vida en la profusa fugacidad de lo cotidiano, se me da por pensar algo muy pero muy curioso, mi estimado Miguel. Se me da por pensar que somos algo inmenso, que somos, para ser más preciso, aquel rastro de vida que provocará una caricia incendiaria, que somos pequeñas eternidades o el neurótico equilibrio de la evaporización de aquel líquido que bien podría calmar la sed de la existencia, se me da por pensar, incluso, que somos fuego fatuo, un último conjuro de un silencio supremo o ese sueño de vida que despertará las más disgregadas ilusiones dentro de las aguas incoloras de la eternidad. Se me da por pensar que la llamarada del alma bien podría incendiar el cielo, que siempre vale la pena soñar con todo lo que el alma pueda dar de sí misma o que se pueden levantar grandes palacios con la nostalgia de un silencio que cree en los milagros. Todas esas cosas pienso, mi buen amigo. Todas esas disoluciones de un último sueño. Pero también pienso, ¿sabes?, que sueles ocultarte muy en lo profundo. Que no te conozco del todo aun cuando yo soy tú y tú eres yo a cada segundo. Que hay en ti lo que de esencia de sombras hay en un arcoíris. Que no eres tan accesible como deberías. Que estás lleno de sombras.
Miguel Ángel: Y bueno, ¿qué sugieres entonces?
Voz que Autoentrevista: Sugiero una autoreferencialidad de tu propio ser o una auscultación metaliteraria que indague en la irrealidad de la palabra pero que, a su vez, se encuentre más acá de lo ficcional que yo mismo, mi estimado Miguel. Ya sabes, una especie de "21 cosas sobre mí", como hacen los youtubers y que pueda agradar al buen público lector o por lo menos a aquellos ojos que se animen a pasarse por estas letras.
MA: ¿Una autoentrevista?
VA: Correcto. De modo que, para entrar en materia, te hago una primera pregunta: ¿crees en fantasmas?
MA: A decir verdad no creo en nada mágico ni sobrenatural, y en cuanto a fantasmas, solo en los del pasado, es decir, aquellos que de cuando en cuando anegan el corazón.
VA. ¿Cuál crees que sea el límite del universo?
MA: A decir verdad no tengo ni la menor idea, pero lo que sí sé, mi propio ser yo interior, es que el universo no es ni será nunca el límite de la imaginación.
VA: ¿Desde pequeño que crees que te caracteriza?
MA: Ser un comelibros. Creo que es un aspecto fundamental en mí. Mucho. Eso, y que desde pequeño siempre han dicho que soy bastante respetuoso.
VA: ¿Qué crees que sea la paz?
MA: El estado secreto y verdadero del infinito.
VA: Y ¿el cariño y el amor?
MA: Esencias dulces y sublimes que impregnan el corazón y hacen taxación de un espíritu supremo y su presencia diamantina.
VA: ¿Cuál es tu libro preferido?
MA: "Demasiados héroes" de Laura Restrepo.
VA: ¿En qué partido político confías?
MA: Pues, la verdad, opino que no deberían existir los partidos políticos, ni un sistema representativo, lo que hace ello es crear tensiones, grupos divididos que se van polarizando con el tiempo y que impiden una sociedad más armónica y cohesionada.
VA: ¿Qué propones entonces?
MA: Tengo una teoría a modo de propuesta pero es bastante extensa como para plasmarla en este espacio. Eso sí, alternativas hay. Alternativas democráticas, pero reestructurando lo que es en sí mismo la democracia.
VA: ¿Qué nos dice el firmamento?
MA: Que mientras más excelsa la inspiración más difuso el enamoramiento.
VA: ¿Qué música y qué cantantes escuchas?
MA: De todo un poco aunque con cierta preferencia por el rap. Escucho artistas como ZPU O Nach, que en panorama del rap hispano son muy conocidos, o como MC K-No, Laberinto ELC, Samurai, entre otros.
VA: ¿Algo absoluto?
MA: El tiempo que gira en torno a las flores.
VA: ¿Por qué?
MA: Porque en el tiempo que gira en torno a las flores una leve y sutil brizna bien puede refugiarse en la eternidad de una caída de hojas, y una mariposa, por su parte, bien puede posarse sobre una bella y mágica rosa y sentir sus latidos en cada gota de agua que cae de sus pétalos.
VA: Si tuvieras que escoger entre la mujer que amas y el mundo, ¿a cuál de los dos salvarías?
MA: Qué pregunta más extraña.
VA: Es una autopregunta.
MA: Es cierto. Pero no deja de ser extraña. Pero bueno, obviamente salvaría al mundo. Hay millones de personas con sueños, deseos, ansias de amar y de recibir amor. Hay muchas personas que trabajan por un mundo mejor.
VA: ¿Cuál consideras que es tu más grande talento?
MA: Exponer ideas en público, de forma presencial, claro.
VA: ¿Cuántas novelas has publicado?
MA: A la fecha siete, si no estoy mal, y bueno, autopublicadas, y de esas mi preferida es "La impostergable infinitud de la mirada", aunque sin publicar tengo muchas otras que considero mejores.
VA: Hay mucho de erotismo en tus obras, ¿qué opinas del morbo?
MA: A decir verdad, el erotismo es para mí es una excusa para invocar los más insospechados y a su vez los más intensos y pulsátiles secretos de la poesía. Más allá de ello estoy totalmente en contra del morbo. No me gusta contemplar el cuerpo como objeto, y mucho menos como objeto de consumo masivo en un mundo con desiguales relaciones de poder. El morbo alimenta el amarillismo, tergiversa las significaciones, y por esa vía impide que haya una correcta empatía entre las personas. De ahí que esté en contra del exhibicionismo gratuito, de palabras malsonantes, de hecho, en mis redes sociales siempre procuro no colocar imágenes que puedan herir sensibilidades, y todos mis amigos, estudiantes y personas que me conocen, siempre han visto en mí un buen ejemplo de respeto en ese sentido.
VA: Entonces ¿qué es el respeto?
MA: Es ese recipiente donde los actos de lo cotidiano mejor se amoldan a la vida.
VA: ¿Defectos?
MA: Muchos, aunque ninguno de gravedad. O eso creo. Mejor dicho, lo normal.
VA: ¿Cuál crees que sea una de esas cosas que le falta al mundo?
MA: Cordura. Y también amor. Aunque bueno, bien mirado, hay que carecer de cordura para no aprovechar la vida y amar al cien por cien.
VA: ¿Cuál es tu profesión?
MA: Sociólogo.
VA: Y para terminar esta extraña experiencia autorreferencial, ¿qué opinas de la misericordia hoy día?
MA: La misericordia anda descalza, pues, lamentablemente, hoy día ya no es, siquiera, un susurro inaudible que pueda llenar el universo, y en la pesadez infinita de sus párpados ha tenido que aprender a amar la soledad más dulce, la ternura más amarga y el sabor insípido de los días inconcretos. En estos tiempos ella ya no se arrebuja con tanta soltura en la calidez del corazón. Anda descalza y no tiene abrigo para cubrirse. Sin embargo, ¿sabes?, estoy seguro de que aún sigue dándose la mano con la esperanza.