Después de que se acercaron todos los que estaban en aquel con nosotros Daniel me presento con todos los presentes, unos eran como de mi edad, pero sin embargo había otros más grandes, algunos tenían cicatrices en sus caras, se veían que vivían para entrenar la mayoría se veían musculosos no importaban que eran mujeres u hombres.
-Les presentó a una nueva integrante, llegó el día de ayer por la mañana aún está en determinar mientras tanto empezará con el entrenamiento físico en lo que definimos qué habilidad tiene. - Todos asintieron y yo no sabía si debía decir algo, un chico delgado de ojos alegres dijo.
-Y cómo te llamas? -todos me observaban en espera a que contestara me aclaré la garganta y dije:
-Me llamó Alicia, Alicia Ruiz.
-Mucho gusto Ali. -me dijo ensanchando su sonrisa- Bienvenida.
Después de ese incómodo momento sonó la campana y todos se empezaron a entrar.
-Es la hora de la comida, acompáñame. - entramos otra vez y entramos y solo caminamos entre un pasillo y giramos y pronto ya estábamos frente a una cafetería, Daniel me decía que mis habilidades despertaban por lo regular al terminar la adolescencia e iniciar tu adultez, o sea después de los 18 o inclusive después de los 21 años. El día pasó muy rápido, todos ahí actuaban como si todos los días llegara alguien nuevo y eso me tranquilizó ya que no me prestaban mucha atención, de vez en cuando veía que alguien me observaba de reojo, pero solo era curiosidad ya que aún no determinaban qué habilidad tenía, es más ni yo sabía si tenía alguna.
•••••••••••••••••••
Me despierto en mi habitación ya han pasado días desde que llegue aquí ya me acostumbre a la rutina.
Aquel chico de ojos y sonrisa alegre se llama Evan lo cierto es que es con quien más hablo y una chica llamada Karen, él tiene poco en el lugar y ella tiene casi un año, es sorprendente que exista un lugar como este y que haya personas como nosotros.
Karen nos dijo hace días que no es muy común que alguien tenga dos o más habilidades que es muy extraño que lleguen personas así que por lo regular solo tienen una. A Evan poco antes de que yo llegara descubrió su habilidad la cual se sorprendió cuando le pasó, se dio cuanta cuando estaba en el campo de entrenamiento y de repente ya rendido, fastidiado y cansado estaba a punto de rendirse cuando el entrenador le gritó que siguiera cuando de repente golpeó de frustración el suelo y salió una pequeña grieta del suelo, insignificante nadie lo noto sólo el, y siguió tratando de hacer lo mismo para poder volverlo hacer que poco después lo volvió hacer hasta, fue cuando el entrenador se dio cuenta y desde entonces trabaja sobre ello.
De los tres Karen es la más experta, es la que tiene más tiempo en este lugar no platica cosas que ella sabe y no las comparte, dentro de nuestro entrenamiento debemos tener un equilibrio nos dice una tarde bajo el árbol, Evan y yo la escuchamos con atención, dice que es necesario practicar nuestro poder hasta nuestros límites conocer hasta dónde podemos llegar ya que algún día eso nos ayudaría en alguna situación, también que es importante entrenar el físico, nuestra vida no depende de nuestro poder sino que es una herramienta que nos facilitará para vivir, por ese motivo todos aquí entrenamos, usamos nuestra habilidades para apoyamos en la comida, limpieza, seguridad, etc., tenemos roles de tareas para una mejor convivencia.
Ella aún no ha dicho cuál es su habilidad, es muy misteriosa, todo lo contrario, a Evan que él es muy abierto a todo. Me llevo bien con ellos, Karen por respetar mis silencios sin cuestionarme nada ni de indagar en mi pasado, ella es muy tranquila, Evan el siempre trata de hacernos reír con sus chistes malos los tres somos tan distintos y yo pues no suelo ser el alma de la fiesta más bien soy paciente, pensativa siempre me pongo melancólica y me pierdo en mis pensamientos, Evan dice que soy amargada ya que me alejo y me aíslo de todos. Los tres encajamos también con diferentes personalidades.
Los entrenamientos son duros, los primeros días dormía como piedra llegaba molida a mi cuarto me bañaba y no sabía más de mí hasta que sonaba la alarma. Al tercer día de llegar a este lugar Daniel me dirigió a otro cuarto cuando me lo asignó me sorprendí, era totalmente diferente a donde me encontraba al inicio, mi cuarto era plano, un color hueso las paredes, mi cama justo en medio de la habitación, un espacio por un lado para poner mi ropa, una pequeña mesa con una silla que hacía función de escritorio junto con una lámpara de escritorio, y una puerta que conducía a un baño privado, era muy sencilla y con eso me bastaba, la idea de escaparme se había esfumado en el transcurso de los días, me sentía como en casa, hace tiempo no me sentía así era tan reconfortante.
Daniel rara vez lo veía por lo regular siempre estaba entrenando con aquellos de clase avanzaba se veía a kilómetros que era un veterano, se veía experto en las actividades físicas, él no tenía complexión musculosa, era delgado de espalda ancha, se veía marcado, pero no musculoso se veía que era muy fuerte a pesar de no estar como la mayoría. La verdad tenía cierto atractivo, sus facciones no eran finas, pero tampoco delicadas, me gustaba la forma de su mandíbula, fuerte; tenía una expresión fuerte como si tratara de luchar consigo mismo, como si algo lo atormentaba siempre. Cuando me veía o me topaba con el me ignoraba o simplemente me hablaba con amabilidad, cuando ya no había manera de ignorarme más, en este lugar era imposible no toparte con todos éramos muy pocos por lo que todos nos conocíamos y hablábamos unos con otros, claro teníamos grupos cercanos como con Karen, Evan y yo. Él siempre se juntaba con un chico como de su edad, creo que se llamaba Eric, casi nunca hablaban con los demás rara vez hablaban entre ellos cosa que parecía rara.
Un día simplemente paso, era un día de entrenamiento pesado, eso me irritaba de verdad, el entrenador era muy duro siempre nos gritaba y nos "motivaba a seguir entrenando" su motivación consistía en gritarnos fuerte y decirnos groserías para seguir entrenando. Me irritaba tanto llegaba un punto en que lo odiaba tanto. Ese día estaba en mi periodo así que no estaba de tan buen humor, ya que mis sentimientos estaban a flor de piel cualquier cosa me hacía llorar o enojar y otras veces incluso carcajearme de la risa, pero ese día fue diferente ya que era la primera vez que estaba en mi periodo en aquel lugar, el entrenamiento era muy pesado ya no aguantaba más veía estrellas por todos lados me incliné apoyando mis codos en las rodillas cuando aquel bastardo se descargó su serie de insultos en mí y sucedió así de simple descubrí cual era mi habilidad.
-Pequeña sabandija sigue corriendo te atrasaras y será por para ti, empezarás todo desde el inicio otra vez. - lo decía dirigiéndose hacia mi gritándome a todo pulmón. Mi cuerpo empezó a temblar y las estrellas en mi vista no ayudaban mucho no podía contestarle ya que me faltaba el aire.
-Sigue corriendo ahora. - lo dijo junto a mi oído. - contaré hasta tres y si no reanudas tu carrera empezarás de cero, no me importa si se hace de noche te quedarás hasta que termines. - y empezó a contar lentamente esto sin quitarse de mi lado y gritándome al oído fuertemente. -Uno, dos...- y antes de que dijera tres... lo juro tenía tantas ganas de golpearlo una y otra vez, me irritaba demasiado no lo podía evitar lo odiaba y estas hormonas no me dejaban.
De su boca no logro decir tres ya que apretó su mandíbula fuertemente antes de caer al piso trataba de luchar por querer levantarse pero no podía, sus ojos se giraron una y otra vez como si entrara un demonio a su cuerpo, sus ojos ya eran blancos y convulsionada, hasta que llegó Daniel corriendo a su lado y todos los que estaban entrenando se pararon al ver el entrenador tirado, yo realmente lo odiaba, era tan arrogante se creía tan superior o a todos nosotros y nos trabara como basura, una cosa era que tenía que ser duro con nosotros y otra muy distinta era como te trataba, yo seguía mirándolo con odio no sentía compasión por él, estaba cansada de soportar sus insultos sin poder contestarle porque te iba peor odiaba la injusticia, la falta de respeto que ejercía hacía los demás, a la menor provocación te castigaba, veía cómo se retorcía y eso me hacía sentir cierta satisfacción me agradaba ver cómo sufría por todo lo que me hacía pasar por todo lo que nos hacía pasar. Unos brazos fuertes me tomaron por los hombros y me giraron frente a él, Era Eric el amigo de Daniel, me sacudió fuertemente y me dijo con dureza.
-Basta ya. - sus ojos reflejaban alerta total y algo más, miedo.
En ese momento me di cuenta de que yo era quien le provocaba ese dolor al entrenador, y también me di cuenta de que todos lo notaron, todos los que estábamos en el campo se dieron cuenta de mi habilidad, todos veían la escena y en sus rostros se veía su miedo por lo que le hice al entrenado.
ESTÁS LEYENDO
La Elegida
FantasyEsta es la historia de una joven recién graduada de la universidad que encuentra un trabajo en un colegio como maestra, empieza a verse envuelta en situaciones en las cuales se cuestionará quien realmente es ella, qué cosa es y porque su vida giró d...