El calor era insoportable, el sol estaba en su máximo esplendor, quise regresarme a la cafetería donde pedí mi chai latte para llevar; caminé, la parada del autobús estaba en la esquina y ahí lo vi por primera vez, su piel de perla preciosa y su cabello dorado que brillaba con el sol. Ciertamente es muy guapo, pero se veía tan serio como ensimismado ¿Qué estaría pensando ese chico rubio mientras sube al autobús? Me parecía tan misterioso, despertaba en mí un fuego que me calaba en todo el cuerpo.
Comencé a fantasear con su piel sobre mi piel, mientras yo, seguía mi camino hacia la oficina; dos calles más y estaba frente al edificio gris e imponente, en cuanto saludé al guardia y subí al ascensor, volví a la realidad. Una vez en el piso de mi oficina, el aire acondicionado fue tan placentero, suspiré con el recuerdo del chico rubio del autobús. Mi escritorio se encontraba lleno de recordatorios para la junta del mediodía, dejé mi bolsa y mi té, confirmé la asistencia de todos, dieron las diez de la mañana y sonó nuevamente el ascensor, mi jefe iba llegando con un grupo de clientes, así que estaría ocupado durante una hora, al menos.
Mi smartphone sonó, un mensaje de Alondra, mi mejor amiga diciendo que me invitaba a bailar para celebrar mi cumpleaños. Había olvidado por completo que ese día era mi cumpleaños. La junta mensual estaba por realizarse y todos los socios de la compañía estarían ahí, preparé la sala de juntas y... No, no respondí el mensaje. Las horas corrieron más rápido y cuando me di cuenta iba saliendo del edificio. Mi turno había terminado.
Llegué a casa, suspiré hondo y el timbre sonó, lo primero que pensé es que era mi vecino para quejarse de Junico, mi perro, gracias a Dios era Alondra muy entusiasmada.
- ¿Leíste mi mensaje?
- Sí, pero no creo poder ir a ningún lado ahora.
- Pues iremos, te traje esto - . Dijo mientras depositaba una bolsa de regalo.
Me sonreí, no espero regalos nunca, evito siempre que se enteren cuando cumplo años, no me gusta que la gente se sienta comprometida a felicitarme. Lo odio. Pero ella me conocía, seguro que sería un regalo estupendo. Abrí la bolsa y saqué un vestido negro muy escotado y ajustado. Me sorprendí.
- ¿Me explicas?
- Ve a la ducha y te pones el vestido, vamos a bailar. Haremos algo diferente hoy.
- No sé cómo piensas que me pondré esto. No tengo zapatos para este vestido y no sé bailar.
- Te ayudaré, te prestaré mis zapatos favoritos - . Dijo riéndose y sacó unos tacones de 10 centímetros. – Anda, que tenemos poco tiempo.
No lo vi venir, casi sin resistirme, me duché, sequé mi cabello y maquillé, después de todo si se me antojaba hacer algo diferente, aunque sea sólo por un día, sólo por ese día.
Vacilé al caminar, no acostumbro a llevar tacones y menos unos tan altos.
- Vamos ¡Sal ya! Quiero ver cómo quedaste.
- No estoy segura de esto, Alondra.
- ¡Sal ya de ahí! - . Gritó algo exasperada e impaciente por ir a bailar.
Salí del baño, ella me esperaba sentada en la cama de mi habitación, su expresión era de sorprendida y yo empecé a dudar de que esto sea una buena idea. Si acaso ella dijera algo que no me gustara, me quitaría los tacones, le agradecería por todo y la dejaría ir a bailar sin mí. Me quedaría en casa viendo series en Netflix.
- Te ves como una chica mala
- ¿Una qué? - . Pensé que quiso decir "zorra" de la manera más amable que pudo.
- No pongas esa cara, vas a arrasar con todos, te ves guapísima pero con halo de maldad. Una chica mala, una rompecorazones.
- Alondra, no sé si es buena idea esto.
- Amiga - . Me dijo rodeándome con su brazo izquierdo. – Vamos, diviértete y que pase lo que tenga que pasar, hoy no tenemos memoria.
Con todos los pensamientos revueltos, decidí que por esa noche dejaría de ser la aburrida asistente de un prestigioso abogado de la ciudad. Sería la chica mala, una cazadora de hombres que los devoraba a placer. Nada de amor, sólo flirteo de una noche.
Llegamos a la disco, estaba llena. Apenas llegar varias miradas se clavaron en nosotras, Alondra sonreía mientras nos acercábamos a la barra. Dos chicos se nos acercaron para invitarnos las bebidas, pero pasamos de ellos. Yo iba en mi papel de chica mala que ni siquiera les respondí, fue Alondra quien los despachó con un "no, gracias".
Cuando salimos de la barra, lo vi a él en la pista, el chico rubio y misterioso del autobús, bailando y pasando de tres chicas que lo rodeaban, por un segundo nuestras miradas se cruzaron y una corriente eléctrica me recorrió la columna ¿Qué era esto que sentía al verlo? De nuevo ese fuego que calaba mi cuerpo se apoderaba de mí.
Alondra me llevó a una mesa, donde lo podía seguir viendo como el chico rubio del autobús movía su cuerpo al bailar; un chico atractivo vino a mi mesa y me invitaba a la pista, no respondí, sólo moví la cabeza en negativa a su propuesta, se fue tan rápido como llegó.
- Isela, era guapo ¿No lo viste?
- Sí, lo vi. Pero no quiero bailar con él.
- ¡Ah! Pero si quieres bailar, me alegro, no me sentiré mal por dejarte sola.
- No te preocupes, sé con quién bailaré - . Le dije mientras veía al chico rubio y misterioso del autobús.
- ¿Con el rubio? Pierdes el tiempo, él nunca baila ni habla con nadie.
Un par de chicos nos interrumpió la conversación, nos invitaban a bailar. Las miradas del misterioso chico rubio y yo se volvieron a cruzar por otro segundo; yo volví a responder con la cabeza en negativa. Pero Alondra aceptó, y me dijo al oído "no pierdas el tiempo con el rubio", antes de levantarse de la mesa para ir a bailar.
Tal vez debería de hacer lo mismo, bailar con... El chico rubio y misterioso aparecía en mi mente, miré a todos lados, pero no había nadie que tuviera ese magnetismo que él tenía. Algo me hizo ponerme de pie, casi por instinto comencé a moverme al ritmo de la música, no sé si en realidad lo que hacía era imitar a todos. Algunos chicos se acercaban bailando pero yo me iba moviendo hacia el chico rubio y misterioso que ahora bailaba sin darse cuenta de que me acercaba como si tuviera imán y mis piernas sólo supieran llegar a él.
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El pulso del impulso
RomanceIsela, una chica sin malas intenciones se ve envuelta en las delicias del pecado de la carne cuando conoce a José, un chico de presencia angelical pero mal temperamento. Sin embargo, encuentran el lugar exacto para ponerse de acuerdo en sus puntos...