Capítulo XVIII La sospecha de la sorpresa

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La mañana del viernes parecía genial, el sol parecía adormecido, iluminaba pero no acaloraba como hace días, el viento soplaba del norte y traía un aire melancólico, algunas nubes de un gris muy tenue surcaban el cielo, era un espectáculo a la vista de todos.

Caminé con una gran sonrisa por mi chai latte de cada mañana, vería a José unos minutos antes de que tomara su autobús y empezaría el día de una manera estupenda.

José estaba afuera de la cafetería con mi chai latte en la mano, lo abracé y besé sus labios.

- Buenos días ¿Cómo estás? -. Pregunté tomando mi chai latte de su mano.

- Bien ¿Y tú? -. Preguntó mientras caminábamos hacia la parada del autobús.

- Muy bien ¿No te parece que hace un bello día?

- Es bonito y la noche será mejor -. Me dijo con fuego en los ojos.

- Mmm... No puedo esperar ésta noche.

- Paso por ti a las seis -. Besó mis labios antes de subir al autobús.

Cuando llegué a la oficina, mi jefe me avisaba que saldría de viaje sólo por ese día para un juicio en otra ciudad, cancelé sus citas del día y no había nada más importante que hacer, tuve un día más ligero que el anterior. Tal vez era yo, pero me sentía en una nube de ensueño.

Durante la hora de la comida Alondra me envío una noticia que apareció en las redes sociales, anunciaban que Juan había ido al restaurante de Hugo a comer ese día. Yo dejé en visto el mensaje, era algo que no me importaba, es un país libre y puede ir a donde quiera a comer. Después de dos horas, Alondra me llamó.

- Viste lo que te envíe ¿Qué opinas?

- Era de esperarse, son amigos desde hace siglos.

- ¿No te hace sospechar?

- ¿Sospechar qué? Si eso es todo menos sospechoso. Comieron juntos y ya.

- ¿Te haces la loca o qué? ¿No te parece que Juan puede ser la sorpresa que nos tiene Hugo?

- No ¿Por qué piensas eso?

- Porque dijo que estuviéramos a tiempo en el restaurante.

- Quizá tiene evento más tarde ¿No crees?

- Es muy raro Ise, yo sospecho que es Juan la sorpresa.

- No lo creo, espero que no.

- En verdad te gusta José ¿Eh?

- Mucho, Alo, mucho, no quiero que se sienta incómodo porque Juan esté presente.

- ¿Qué harás si Juan va a la reunión?

- No lo sé, decirle a José que nos vayamos o decirle ahora que no iremos, Alo, ya me hiciste dudar.

- Ise, no quería que te tomara tan sorpresivamente, ahora tienes tiempo para pensar lo que harás.

- Dejaré de especular, iremos como estaba planeado, después de todo no sabemos Juan va o no a la reunión, aunque haya sido invitado tendrá más cosas que hacer, entrevistas u otras cenas ¿No crees?

- Puede ser, bueno te dejo que Pablo está en la otra línea.

- Nos vemos en unas horas, Bye.

- Bye.

Alondra me había dejado algo inquieta, había estado evitando pensar que tuviera la posibilidad de ver a Juan otra vez, hacía tiempo que no lo había contemplado. Comencé a recordar lo mucho que reía con Juan, cuando disfrutaba de sus canciones antes de que fuera famoso, me llené de melancolía sin llanto.

Si bien es cierto que me alegraba por el éxito de Juan, el hecho de que alcanzara sus sueños y los viviera cada día, no moría por ser parte de eso, quizá algo había cambiado en mí, no lo sé. Quizá si me estaba enamorando de José con su carácter impulsivo, sus pocas palabras, su semblante impasible y su fuego en la cama o en el baño.

Con tanto tiempo libre, se me ocurrió enviarle algo a José que lo mantuviera pensando en mí, así que me dirigí al baño de la oficina, me desbotoné la blusa y le envíe una fotografía de mis pechos sin ningún texto de aviso, al minuto respondió.

"Deseo tus pechos, deseo que me tengas dentro, te deseo a ti nena mala"

José

"Uf, a ver si no me duele la vagina de tanto sexo"

Isela

"Si te duele te lo hago con la lengua"

José

Me reí, de una manera extraña, José era lindo o tal vez, Alondra tenía razón y yo estaba en un hechizo, pero poco me importaba porque me sentía feliz hasta que de nuevo la idea de que Juan fuera la sorpresa de la noche llegó a mi mente. Eso me angustiaba un poco. 

El pulso del impulsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora