Capitulo XLIX: Un desierto.

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Si bien en japón hacía calor, en Estados Unidos era mucho peor, sobre todo porque la furgoneta iba en un camino totalmente abandonado, de en vez en cuando pasaba o iba algún auto por la carretera pero era sumamente raro de verlos; Karamatsu se estaba durmiendo por haber despertado tan temprano, pero sentía la responsabilidad de estar alerta como el que estaba a cargo.

Choromatsu, por su parte estaba mirando el paisaje desde la pequeña ventana de la parte trasera de la furgoneta, veía las grandes formaciones de piedra de colores cálidos que destacaban en el solitario desierto, las grandes montañas, admitía que eso no iba a poder verlo en su país de origen así que se sentía feliz de poder apreciar tal belleza.

Jyushimatsu estaba totalmente dormido con su cabeza en el hombro de Ichimatsu que igualmente estaba durmiéndose muy lentamente, el calor les daba sueño y además habían despertado demasiado temprano.

Luego de una larga cantidad de horas, suponiendo que ya era el medio día, quizás las 12:30 o 12:50, la furgoneta se detuvo delante de una propiedad privada.

Era una casa desolada en medio de la nada, pero se veía bastante bien por fuera, de paredes blancas con la pintura algo desgastada por el tiempo, un pequeño corredor en la parte delantera con algunos bancos de madera, una puerta que tenía una red contra mosquitos por delante, y varias ventanas donde podían verse el interior de la casa.

El territorio estaba rodeado por unas rejas u vallas de fierro, el coche se detuvo delante de la entrada que era un portón del mismo material que se deslizaba a un lado, Tougou bajó para abrir el portón, subió nuevamente al auto y lo entró.

—Ya pueden bajarse. —Agregó.

Todos bajaron con sus respectivas cosas, Choromatsu fue el primero en acercarse a la puerta principal, estaba abierta, lo primero que tocaba al entrar era el suelo de madera era algo vieja pero bien conservaba, a un lado de la puerta había un sofá de aspecto cómodo de color beige, una alfombra en frente de la misma y un televisor.

Del otro lado a cierta distancia y junto a la pared estaba la mesa principal y más atrás del lado derecho la cocina, podría decirse que la cocina, el comedor y la sala estaban en la misma habitación y eso ya iba diciendo la calidad del lugar, Choromatsu no estaba muy complacido con lo que veía, pero algo era algo.

Del lado derecho había un arco que llevaba a un pasillo algo oscuro salvo por la única y pequeña ventana del frente, al final del mismo había un baño, y de su lado derecho del pasillo había dos dormitorios algo pequeños pero bastante cómodos, en uno de los cuartos había dos camas que fácilmente podía rechinar si te subías en ella y en la otra había una sola cama del lado de la pared.

—¡¿En que diablos pensó Osomatsu cuando nos trajo aquí?! —Gritó Choromatsu algo asqueado. —¡¿No pudo conseguir algo mejor?!

—Esto o les tocaría acampar en medio del desierto. —Contestó Tougou. —Aquí solía vivir una grupo de religiosos aislados.

—¿Y a donde fueron? —Preguntó Ichimatsu.

—Será mejor que no les cuente el final. —Agregó.

A todos les recorrió un horrible escalofrío tras escuchar esas últimas palabras, Choromatsu se dirigió a la pequeña cocina que con suerte se veía limpia, quería preparar algo de comer para todos ya que el viaje había sido largo pero todo le causaba demasiado repudio, tenía que limpiar antes o seguramente moriría durmiendo afuera.

A un lado de la cocina había otro pasillo que era ciertamente más angosto que el anterior, con un baño al final del mismo y dos habitaciones, solo que una era para una persona y la otra era matrimonial.

—Ya puedo imaginar donde voy a dormir. —Agregó Choromatsu algo molesto y puso su bolso sobre la cama.

—Creo que yo dormiré en est- —Contestó Karamatsu.

—¡No! Yo dormiré ahí, me gusta más. —Lo interrumpió Jyushimatsu.

—Pero... son todas iguales...—Pensó Karamatsu extrañado.

Aunque tras ver que Ichimatsu se dirigía hacia las otras habitaciones entendió la indirecta de Jyushimatsu así que le dejo el cuarto a él, se dirigió al cuarto donde había dos camas y dejo su equipaje allí, Ichimatsu hizo lo mismo con la otra cama, no se dirigieron la palabra y simplemente regresaron a la sala.

—¿Hay algo que podamos usar para limpiar este lugar? —Preguntó Choromatsu.

—Sí. —Contestó apuntando a una última puerta. —Aquí están las cosas de limpieza, escobas, trapos, etc, bueno, los dejo, tengo que ir a hacer unos trabajos.

Antes de que cualquiera de los cuatro pudiese decir una palabra, Tougou se marchó en el coche tranquilamente, dejándolos en medio del desierto y totalmente desconcertados.

—Bueno... Sé que estamos todos cansados... Pero no creo poder dormir con la sola idea de que haya cucarachas en este lugar así que...

Obligatoriamente todos se pusieron a limpiar, tuvieron que abrir las ventanas y puertas para que el polvo pudiese salir mas fácilmente, tardaron un par de horas pero al poco tiempo lograron que el lugar se viera un poco más decente, finalmente Choromatsu comprobó que si había variedad de cosas para preparar así que hizo el almuerzo.

Mientras tanto, en japón, Osomatsu estaba conduciendo por cierta parte de la carretera muy cercana al mar, en aquel acantilado donde el mar no llegaba pero si chocaba contra él, arriba de la misma, aquella mansión que había visitado una sola vez, donde conoció a una chica que ahora esta muerta y donde mantuvo relaciones con la única persona a la que ha amado lealmente.

Tras estacionarse cerca de la casa, busco algún lugar por donde entrar, lo hizo por las grandes ventanas de aquella sala donde Lilith había tocado el piano una vez, tras salir por la puerta subió las escaleras rápido pero sigilosamente, no estaba seguro de en donde iba a estar su objetivo, pero iba a tener que ser muy cuidadoso si no quería ser encontrado por nadie.

Pasó por aquella puerta semi abierta, oh como no reconocerla, si era el cuarto de ella, la abrió en su totalidad para encontrarse con una ligera oscuridad que era combatida fácilmente con la luz del sol que entraba por las ventanas; el cuarto no era lo mismo de antes, la cama de Lilith y sus cosas ya no estaban, ahora solo había una cuna de madera pintada de blanco.

—Oh... Eso es lamentable. —Dijo Osomatsu en voz baja tras acercarse a ver. —Supongo que ahora entiendo un poco más tú sufrimiento. —Agregó.

Se acerco a aquella cuna blanca donde había un bebé durmiendo, Osomatsu lo miró indiferente, no era lo que estaba buscando de todas formas, pero su objetivo llegaría fácilmente cuando el bebé despertó y comenzó a llorar.

Osomatsu se oculto a un lado de un armario blanco que estaba a un lado de la entrada, la habitación era tan grande y tan llena de cosas que fácilmente iba a pasar desapercibido.

Unos pasos se escuchaban del pasillo, no eran tacones, no era la madre de Lilith o alguna sirvienta, eran pisadas normales.

Todomatsu abrió la puerta con mala gana y se acercó con una muy, muy mala cara.

—¿Qué quieres, estúpido? ¿No puedes simplemente morirte? —Le dijo al bebé que lloraba.

Oh, que fácil que la tenía, dado que Karamatsu no había podido conseguir que Todomatsu quedará en la casa con ellos igual que Jyushimatsu o Choromatsu iba a tener que tomarlo por la fuerza.

Iba a tener que arrancar a la flor de raíz para plantarla en otro lado.

Ámame hasta los huesos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora