Capitulo LVIII: El regreso de un alma pérdida.

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Era una tarde calurosa, ya habían pasado un par de meses desde la llegada de los 6 a ese solitario lugar en medio de la nada, los días parecían interminables y las horas infinitas, el calor parecía acelerar la demencia de cada uno de ellos, poco a poco, el lugar se convertía en un verdadero desastre.

—¡¿Qué haces, Choromatsu?! ¡¿Qué haces, Choromatsu?! ¡¿Qué haces, Choromatsu?! ¡¿QUÉ HACES, CHOROMATSU?!

Jadeos intensos salían de una habitación, más específicamente del baño, donde el agua de la bañera comenzaba a desbordarse por los suelos, casi llegando a salir de la puerta que se encontraba plenamente abierta.

Una voz que pedía auxilió, una voz que suplicaba poder respirar, un joven que estaba totalmente indefenso.

Osomatsu estaba "castigando" a Choromatsu, algo de todos los días, ¿Por qué razón? Quizás simplemente por existir, ya que el menor no había hecho nada particularmente malo realmente.

Ahogando su voz, sus ojos, sus orejas, su cuello y su cabeza en la bañera, levantándolo una y otra vez mientras lo sujetaba de su cabello.

El estado físico de Choromatsu había empeorado de maneras increíbles, estando totalmente lleno de moretones, cortadas, golpes, heridas tanto pequeñas como grandes que cubrían todas sus extremidades, especialmente su cuello, oh, ese pobre cuello había pasado inmensidades de veces por las manos de Osomatsu, quién disfrutaba de presionarlo cada vez que tenían sexo o simplemente porque sí.

—¡¿POR QUÉ NO ME OBEDECES, CHOROMATSU?! ¡¿POR QUÉ NO OBEDECES A ONII-CHAN?! ¡VOY A MATARTE, VOY A MATARTE, VOY A... HAHAHA... VOY A...!

Osomatsu se detuvo un momento, dejando la cabeza de Choromatsu debajo del agua, mientras él trataba de liberarse, pero era imposible, sentía como el oxígeno se iba acortando poco a poco, volviéndose casi inexistente.

Pero entonces, sintió esa sensación de nuevo, Osomatsu había comenzado a penetrarlo de la nada.

Levantó su cabeza del agua fría, Choromatsu tomó aire como nunca antes mientras sentía un intenso dolor en sus caderas, ya estaba cansado de esa sensación, la sentía todos los días, era agotador y poco a poco se volvía cada vez más doloroso.

—Ugh... O-O-Osomatsu... D-Déjame... Déjame respirar... P-Por favor... —Comenzó a suplicar.

—No me gusta tu comportamiento, Choromatsu... De verdad lo odio... ¿Cómo es que ya no disfrutas de hacer esto...? ¡¿CÓMO PUEDES SIMPLEMENTE CANSARTE DE ESTA MIERDA?!

Una vez más, sumergió su cabeza en el agua helada.

Mientras Osomatsu continuaba con sus bruscas embestidas, en la sala se hallaban los demás, quiénes ignoraban la situación totalmente, bueno, no todos, Jyushimatsu se encerraba en uno de los dormitorios constantemente y no tendía a salir, salvó que tuviese hambre o ganas de hacer alguna necesidad, pero se la pasaba todo el tiempo allí adentro haciendo quién sabe qué.

Todomatsu era el que más cambios había presentado entre todos quizás, estando la mayor parte del día sentado en el sofá, mirando la televisión, es más, a veces ni siquiera parecía poner atención, simplemente la miraba fijamente.

No permitía que otros siquiera le tocasen un pelo y se volvía extremadamente paranoico, todos salvo Osomatsu, a quién le tenía un miedo indescriptible, solo lo obedecía a él por el temor a que lo castigase de la misma manera que hacía con Choromatsu.

Sorprendentemente, Karamatsu tenía el aspecto de ser el único normal en ese lugar, pero en realidad era una imagen que le gustaba ver de sí mismo, sentado en la sala, tranquilo mirándose al espejo o acompañando a Todomatsu mirando la televisión, pero había veces en las que reprimía sus enojos, sus tristezas y básicamente todo lo que considerase "malo" para no molestar a Osomatsu... Todo para luego descargar todo eso guardado con Ichimatsu, a quién había encerrado en su propia habitación como un prisionero al cual usaba de juguete de vez en cuando, por no decir todos los días.

Ámame hasta los huesos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora