Capítulo 18

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-Te odio, Aiden Montgomery.

-Lo se.

-Y eres un idiota.

-Un gran, gran idiota.

-Y... ¡No te aguanto!

-Es cierto. -Dijo mirándome tan fijamente que creí que me explotaría el corazón. Un silencio invadió hasta el último centímetro del lugar.

-Para ya.

-¿Que pare? ¿A que te refieres?

-Que pares de decir tonterías.

-¿Tonterías? Solo te estoy dando la razón.

-Pues deja de hacerlo.

-¿Porqué?

-¡PORQUE LOS DOS SABEMOS QUE NADA DE LO QUE DIJE ES VERDAD! ¡Y no podría odiarte ni en un millón de años!

[UNA SEMANA ANTES]

-¿Cómo te hiciste las heridas? -Le pregunté a Nare, sin separar la vista del cielo nocturno. Ambas nos balanceábamos suavemente en el pequeño columpio del porche, casi sin cruzar palabra alguna, dejando que los sonidos que hacían las olas al chocar contra las piedras retumbasen en nuestros oídos mientras veíamos el mar.

-Es una larga historia.

-Tengo tiempo de sobra.

-Te lo diré cuando te disculpes.

-¿Disculparme? ¿Porqué? -Pregunté mientras ella se ponía de pie, hacía un puchero y levantaba su mano vendada.

-Por esto... No era necesaria tanta maldad. -Dijo sin quitar el puchero pero volviéndose a sentar.

-Sino se habría infectado, tonta... Pero vale, perdón.

-Más te vale que sea de corazón.

-Sí, sí, ahora dime que te pasó.

-A ver... No se si puedo contar esto, pero... -Se rascó la nuca con su mano derecha mientras miraba de nuevo las estrellas. -Júrame por todo que no te reíras, enfadarás, asustarás o...

-¡Que sí! Ya dime que pasó.

-NI se te ocurra pensar que estoy loca.

-Te lo prometo... Además, ¿Más que ahora? Eres la persona más ida que conozco, así que nada de lo que me puedas contar podrá sorprenderme...

-Bueno... ¿Te acuerdas del día en que desaparecí? Ya sabes... Cuando estaba en esa especie de cueva y tal... Bueno, pues conocí a un chico. Bueno, no, en realidad no lo conocí, pero él me habló y entonces...

-Espera, ¿Te habló? Entonces si que os conocisteis.

-Es que... Bueno, él me habló de una manera diferente...

-¡Chicas! Aquí traemos los cafés. -Dijo Yuri haciéndose un hueco en el sofá mientras que Audrey se sentaba encima nuestro.

-Gracias.

-¡Ay! ¡Como quema! -Gritó Nare sacando la lengua con una mueca de dolor... Aunque, así es el café. Tienes tantas ganas de probarlo que a veces no te importa quemarte. De hecho, lo hace más divertido... ¿No?

-Iré a por unas mantas, hace mucho viento. -Argumentó Yuri mientras se iba.

-Me gusta el viento. Es como si te cantara para que te quedes dormido y llevarte con él... -Susurró Audrey, ocupando el lugar de la que se acababa de marchar.

-Por cierto, ¿Y leo? -Preguntó Nare, volviendo a dar otro sorbo de su café y volviendo a poner una mueca de dolor.

-Ah, pues.... -Empecé yo, pero Audrey
no me dejó acabar.

-Se lo llevó el viento. -Dijo la chica con una sonrisa melancólica.

-Entiendo. -Concluyó Narella, apartando la vista del cielo para mirar al suelo.

-¡Ya volví! -Dijo Yuri apareciendo de nuevo. Puso las mantas en cima nuestro y se hizo un hueco en el columpio.

El silencio invadió el lugar de nuevo, hasta que todas quedamos dormidas.

{NARRA CONDE}

Me desperté en mitad del bosque. ¿Qué narices había pasado? Me dolía la cabeza... Me dolía mucho. No pude evitar soltar un grito de desesperación. Sentía como si un camión hubiese pasado por encima de mi cráneo y roto todo.

Miré mis manos. Estaban cubiertas de sangre... ¿De dónde habría salido...

Me quedé sin palabras cuando vi a un conejo, completamente descuartizado, delante mío. Lo miré con horror, y vi como algo entre todo aquella mezcla de piel, sangre y órganos, reflejaba los brillos del sol. Agarré la pieza con cuidado, poniendo sin darme cuenta una mueca de asco al sentir las tripas del conejo y la puse a la altura de mis ojos.

Era un reloj de bolsillo antiguo, muy parecido a cualquier otro de esa época de no ser por una pequeña cerradura.

¿Para qué querría un reloj una cerradura? Es decir, no era algo decorativo en absoluto. Es más, le daba un aspecto cochambroso y descuidado...

Me levanté y lo metí en uno de mis bolsillos. Empecé a notar como las lágrimas se acumulaban en mis ojos, amenazando con salir e inundarlo todo.

Miré hacia el cielo. Yo había hecho eso. Yo había matado a aquel coneji blanco. Yo había guardado dentro ese reloj y... Y ni siquiera me acordaba.

-¡Conde! -Gritó mi amigo Kabra. Miré en todas direcciones, pero aún no se le veía, así que eché a correr. Corrí son un rumbo fijo, pero... ¿Para qué iba a querer uno?

Lo único que quería era escapar de mi amigo... Que él no me viera así porque...

Porque me estoy volviendo completamente loco.

Seguí corriendo hasta que vi que el número de árboles empezaba a disminuir a mis alrededores, dejando ver de nuevo el mar. La húmeda y fría tierra pronto se volvió arena y antes de darme cuenta, estaba frente a las puertas del faro. ¿Porqué no entrar? Al fin y al cabo, no tenía ningún otro lugar mejor al que ir...

¿Qué tal con Narella?

Maldita voz de mi cabeza... Lo único que necesitaba era silencio para pensar

Necesitaba soledad

Necesitaba aclarar mis ideas

Necesitaba recordarlo todo...

Venga ya ¿A quién quieres engañar, idiota? Lo único que necesitas es a Nare.

.

.

.

FIN DEL CAPTESPERO QUE OS HALLA GUSTADO Y GRACIAS POR LEER!

Cómo matar a un ángel  2Where stories live. Discover now