21 - Sueños, promesas, hechas papel y rotas

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Lu Han respira profundo, encontrándose fuera del departamento de la chica. Toca el timbre antes de razonarlo. Si lo hacía, entonces se iría. Y se suponía que debía quedarse.

Yixing le había enviado un mensaje apenas pisa China, pero Lu Han lo vio esa mañana. Algo sobre que nadie sabía de ella, que no viajó con la agencia, que no estaba en ningún lado, encomendándole averiguar si siquiera seguía viva.

Cuando la llama y no tiene respuesta, se comienza a preocupar. Mira el tablero con los números en la puerta, dando al primer intento con la clave; la fecha de su cumpleaños. En ese aspecto, seguía siendo la misma niñita de siempre.

Lu Han avanza por la sala decorada meticulosamente por los gustos de la chica, muy lujosa, diferente al lugar en donde él estaba viviendo el cual parecía caerse a pedazos.

No hay luz, todas las cortinas cubren las ventanas, y es por el desorden de ropa desparramada en el piso y loza sucia en el lavaplatos que sabe que sigue viviendo allí.

La última vez que la vio fue cuando lo encontró con Minseok. Recordarlo en esos momentos no era algo muy bueno. Temía lo que le tuviera que decir al respecto incluso después de pasar días.

Busca en cada rincón. Un ruido lo hace ir al balcón rogándole al cielo que no fueran fantasmas, y cuando la ve, se da cuenta que hubiera preferido que fueran demonios vengadores en búsqueda de sangre.

—¿Qué mierda haces aquí? —La chica lo mira con las pupilas dilatadas, sin creerse su presencia.

—Yixing me pidió que comprobara si seguías viva. —Es sincero.

—Claro, que estúpida soy al pensar que viniste porque me extrañabas o te preocupabas. Se me olvida que a tu perfecta vida homosexual actual no le queda espacio para una patética y depresiva amiga de la infancia. —Suena herida. —Pues ve a decirle que sí sigo respirando para el pesar del mundo y márchate de una buena vez de aquí.

Lu Han la conoce, siempre había sido así de orgullosa. Cuando quería llorar y estaba triste (más que de costumbre) en vez de pedir un abrazo se ponía a destilar veneno y a pelear. Ese era su mecanismo de defensa. Entonces, realmente, había ocurrido algo.

—¿Qué sucedió? —Lu Han se sienta a un lado apoyándose contra la pared.

La chica viste sólo una braga y encima lleva una camisa de hombre ancha, sucia y con mal olor.

—¿Por qué te importaría? —Dice con pesar, con voz quebrada.

En su mano tiene un cigarrillo a medio consumir, montones de colillas están botadas en el piso, y una caja entera queda por terminar.

—¿Qué te pasó ahí? —Lu Han desliza las yemas de algunos dedos por la gran herida que tiene en el muslo. La chica se queja un poco. Era un corte que parecía estar fresco, y que iba a dejar una cicatriz muy fea.

Había tres botellas de licor, de las cuales una estaba completa y otra a medio consumir. Lu Han toma la tercera, la que le quedaban tres cuartos, y bebe.

—Ya sabes cómo se coloca mi papá cuando se emborracha. —Se excusa por la herida. —Me arrojó una botella de vino. —Entonces, se aparta el sucio cabello a un lado, mostrándole el corte en la oreja derecha la cual cae hasta el cuello. —¿Bonito, eh? Aquí fue a parar la copa. —Dice, con una sonrisa torcida.

Si Lu Han dijera que no sentía pena, mentiría. Porque recuerdos del pasado son llevados al presente en donde millones de veces han estado de la misma forma; sobre el suelo, bebiendo, fumando, odiando la vida.

1. SÓLO TÚ   [XiuHan|LuMin]  -  FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora