35 - Fantasmas del pasado

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«No es nadie, nadie importante, sólo es un conocido con el que juego fútbol de vez en cuando. Nadie importante...»

Los minutos avanzan lentamente desde donde Minseok está, esperando en las escaleras con Lulu. A la media hora, la puerta se abre saliendo otro sujeto vestido con traje oscuro ¿cuántos de ellos había?

Hay muchas hipótesis en su cabeza. Pero decide no inclinarse por algo en particular intentando convencerse, mientras juega con la perrita, que todo estará bien. Todo está bien.

Ríe, falsamente, dándose consuelo y valor.

No logra escuchar más; quizá porque sus oídos no lo procesan o no lo quiere procesar. O porque simplemente dentro del departamento hablan en chino mandarín. Minseok reconoce ese acento de Beijing que Lu Han tenía a ratos, como cuando jugaban pervertidamente, por ejemplo, enseñándole algunas frases que le ponen. Y aunque hablasen en coreano, cree que tampoco querría escuchar.

La puerta vuelve a abrirse a la hora quedando entreabierta. El suspenso de unos tacos retumbando contra el piso hasta llegar a las escaleras es aterrador. Minseok se coloca de pie inclinándose torpemente frente a la mujer. Pero ésta finge que no existe. Pasa de él sin corresponderle.

Minseok siente tanta vergüenza, dios, jamás en la vida se había sentido tan insignificante y minúsculo. Como una hormiga fácil de aplastar con la yema de un dedo o siendo quemada bajo el lente de una lupa. Se pregunta, entonces, si es que alguna vez en la vida había visto una mujer más hermosa que la madre de Lu Han. Como su progenitora, su hijo se le parecía bastante. Demasiado. Incluso en el aspecto, no parecía ser más que una hermana. No daba con arrugas en su dura línea de expresión.

Sin embargo, su aura, al contrario de la de él, no era cálida. Era fría, bastante fría. Y su inexpresividad dejaba en claro que las demás existencias en el mundo le eran irrelevantes.

Minseok se afana en la larga cabellera rubia que le cae en una prolija trenza por la espalda hasta la cintura. La mujer viste unos pantalones negros de tela y encima lleva un abrigo de piel que le da un aspecto intachable que sólo se ha visto en pasarelas de la tele. Si Lu Han era para él un ángel de luz, ella era entonces un ángel de la muerte.

—¿Preparo el auto, señora? —Un tipo de traje corre hasta ella hablando en mandarín. Minseok no entiende el idioma, así que cuando ésta dice "averigua quién es", señalándolo (con una melodiosa voz que para él se oye como un cántico de aves en una mañana de primavera) no se da cuenta del peligro que corre. —De inmediato, señora.

Los dos individuos desaparecen. Minseok, con sentimientos encontrados, sigue sentado en lo alto de las escaleras con la puerta del piso entreabierta sin Lu Han dar señales de vida y sin él atreverse a entrar. Nunca en la vida esperó una presentación con honores. Cuando imaginó conocer a los padres de Lu Han (aunque éste nunca hablase del tema, pero debía suceder alguna vez si seguían juntos ¿no?) nunca creyó sentir tanta vergüenza o temor. Y hoy, después de esa breve y desagradable escena, ya no sabe qué pensar o esperar.

Su desconcierto tiene que ver con las millones de dudas en la cabeza y las millones de dudas en la cabeza que Lu Han no responderá. Porque nunca responde a nada. Minseok se comienza a enfadar, sin razón. Y sigue sin ir por él al departamento pues espera que éste fuera por él afuera cuando un hermoso día (prometía ser hermoso) parecía haberse ido a la mierda en una hora. Una jodida hora que echó abajo promesas de risas y alegrías.

30 minutos más pasan, sin Lu Han salir y sin Minseok entrar.

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Lu Han agita la bombilla dentro del vaso de vidrio antes de servirle a Minseok el nuevo mojito.

1. SÓLO TÚ   [XiuHan|LuMin]  -  FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora