Veintisiete

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No sabía si debía confiar en Mäel o estar precavida por la advertencia de su ex pareja.

-Quita esa esa cara tía – dijo Giselle entrando mientras me daba una taza de café.

-Gracias- dije mientras tomaba el primer sorbo

- ¿Porque andas así tan arisca? – pregunto ella

-No sé, creo que me voy a enfermar ya que no me siento muy bien- respondí sincera

- ¿Fuiste al médico? – pregunto ella

-Para nada tengo demasiadas cosas que hacer en la oficina como para ir al médico a estas horas- respondí dejando la taza de café de lado y comenzando a escribir unos correos electrónicos que debía entregar hoy si o si

-Cancela todo lo de mi agenda debo terminar de redactar los correos electrónicos para la actividad benéfica que vamos hacer- dije seria y sin sacar mi mirada de mi ordenador

-Vale, pero llámame si no te sientes bien- dijo ella antes de salir de mi oficina

Mi ordenador realmente tenia demasiadas ventanas abierta y todo era porque tenía demasiado trabajo atrasado.

-Recuerda que debemos someter en la página en línea del banco la cantidad que se le debe pagar esta semana a cada empleado- dijo Giselle asomando su rostro

-Gracias- dije mientras abría la pantalla de cobro para poder subir las cantidades a tiempo.

Pensaran que eso era lo más fácil del planeta, pero se equivocan. Después que ponía el dinero de cada persona debía hacer un recibo a la empresa del total que se gastó en los empleados.

También estaba ahí incluido el plan médico de cada empleado y su familia por lo cual eran demasiados cálculos para una sola persona.

En caso de Anastasia ella no recibía ni un centavo de lo que ganaba por el simple hecho de que debía pagar lo que se había robado.

No sé cómo debe estar viviendo.

Cuando termine de pasar los sueldos de cada persona y lo demás continúe redactando las invitaciones para las empresas y sus dueños multimillonarios.

-Buenas- dijo Albert entrando sin tocar

-Discúlpame, pero no tengo tiempo para ti y creo que le dije a mi secretaria que no quería que nadie me interrumpiera- dije mirándolo seriamente

-Lo siento, pero el entro sin preguntar- hablo Giselle defendiéndose

-Que quieres- dije enojada primero por mi mal estado y segundo por ser interrumpida

-Vamos a la cafetería que por lo que ceo no has desayunado- dijo el mirando la taza de café la cual ya no tenía nada

-No puedo- dije volviendo mi mirada en lo que hacia

-Vamos o cierro la computadora haciendo que todo lo que estás en ella se pierda- dijo el tocando el borde de mi ordenador

-Vamos- dije colocándome de pie

-Así me gusta bambina- dijo el sonriéndome

-Una de las cosas que más odio en mi vida es que me digan niña así que borra esa palabra- dije enojada mientras subíamos al elevador

-Vamos no se me agite damisela- dijo el riéndose

-Calla que me estas cabreando- hable

-Muero de hambre no sabes cómo espere afuera de la empresa por ti para desayunar, pero nunca te vi entrar hasta que pregunte en recepción y me dijeron que habías llegado más temprano – hablo el intentando mantener una conversación, pero mi ánimo no estaba para hablar con nadie

Mi Jefe el InsípidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora