- ¿A-Aplicar? ¿Hablas en serio? – Me asegure haciendo bolita la bolsa vacía de frituras en mis manos.
-Aja, ¿Lo ves imposible? Si es así, no te preocupes, Javier también estaba por desocupar una habitación en su departamento.
- ¿Eh? Ah, no es nada de eso, de verdad. Solo que no esperaba que alguien de verdad estuviera interesado, mucho menos tú. – Me apresure a corregir.
Una parte de mi esperaba que para cuando alguien me contactara haber encontrado mi cuenta y no tener que llegar a rentar la habitación, pero la idea de compartir con alguien no sonaba tan mal si era Samuel de quien hablaba.
-No se que intentaste decir con eso, pero avísame si no encuentras a nadie. ¿Esta bien? Me voy ahora. – Se despidió dándole unos golpecitos a mi hombro antes de adelantarme.
Samuel no era un mal tipo, no lo conocía de mucho por no decir que de nada, pero lo poco que habíamos llegado a tratar me había sido suficiente como para decir que era una buena persona pese a lo que muchos pudieran pensar debido a su apariencia y el ceño fruncido que siempre cargaba. Vivir con el me sonaba mejor a vivir con cualquier persona que no conocía de nada.
-Llegue. – Me anuncie en el apartamento que me recibió con un silencio sorprendentemente deprimente al que aun no lograba acostumbrarme.
Nunca en mi vida había estado lejos o enojado con Uriel, pese a lo que había pasado aun consideraba la idea de llamarlo, pedirle explicaciones, quería saber sus razones, pero recordaba su mirada al llamarme egoísta y solo terminaba molestándome mas conmigo mismo por considerarlo.
Lo cierto es que no quería admitir que aun con todo lo que había pasado, era mi hermano, y me dolía mas su traición que la de Sahara.
Me detuve frente a la puerta de la habitación desocupada junto a la mía, no podía alquilarla si estaba sucia o en mal estado, así que pensé en limpiar un poco. Pero en cuanto la abrí me golpeo un olor que me hacia sentir tranquilo y sin el que un día pensé vivir.
Mi vista se nublo de inmediato, y se aclaró cuando parpadee un par de veces y las lágrimas descendieron cálidas por mis mejillas.
Deprisa limpie mis ojos con la manga de mi sudadera y encendí la luz para darme cuenta de que hubiera sido un error esperar a después para comenzar a vaciar el lugar.
- ¿Tenías que arruinarlo idiota? – Exhalé adentrándome para comenzar a empacar en una de las maletas que encontré en uno de sus armarios. Se había llevado al menos la mitad de sus cosas, por lo que guardar el resto no dio mucho trabajo.
Saqué mi teléfono con la idea de llamar y confirmarle a Sam, pero solo entonces recordé que no tenía su número, después de todo, solo éramos compañeros de clase.
. . .
- ¿Vas a salir? – Confirmo mi madre metiendo a su boca un tenedor con fruta. El hombre a la cabeza de la mesa se giro sobre su silla para poder encararme.
- ¿No desayunas? Tu madre se esforzó en preparar todo.
-No tengo mucha hambre.
-No creo que lo recuerdes, pero ya no vives con tu adorado hermano. Vives con tus padres, y si te digo que tu madre se esforzó, te sientas y desayunas. – Me sonrió antes de darme la espalda nuevamente y continuar disfrutando de su merienda.
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Root.
Teen Fiction¿Qué pasa cuando confías tu sonrisa a las personas que consideras indispensables en tu vida? La historia gira en torno a Iván, un universitario que cree tener una vida plena, completa y feliz, sin embargo con el paso del tiempo se dará cuenta de que...