Nuevos caminos.

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Conducía por la carretera con música suave y muchas ideas dando vueltas en su cabeza.
Sentía su estómago revuelto, llevaba varios días sin comer bien. Muchos nervios en pocos días.
No dejaba de pensar en cómo sería su nuevo hogar, su nuevo empleo. Tampoco podía olvidar cuán pronto su vida cambió.
Hasta hace unos días todo era normal, su estresante empleo en el hospital lo mantenía ocupado y cansado; tanto, que llegaba a casa sólo para dormir y comer algo rápido. 
Apenas tenía tiempo para ocuparse de Makkachin, su perro. Cada vez que llegaba a su hogar, el can lo recibía con alegría, tal escena estremecía el corazón de Viktor.
Cada día le prometía a su fiel can que la próxima semana haría algo de tiempo para llevarlo a pasear pero llegado ese momento, alguna urgencia en el hospital impedía que sus planes se lleven a cabo, logrando que su ánimo decaiga.
No podía quejarse, desde pequeño Viktor soñó con convertirse en doctor y trabajar ayudando a las personas que lo soliciten. Para ello estudió sin descanso hasta que consiguió su título de médico clínico.
Cuando comenzó a trabajar en el hospital no había imaginado que su empleo ocupara toda su vida.
Se había enfocado tanto en estudiar y trabajar que se olvidó de socializar.

Sus compañeros de trabajo intentaban invitarlo a salir. Nunca lo lograron, pues Viktor estaba tan enfocado en su empleo que no tenía tiempo para conocer a nadie.
Actualmente tiene 27 años y nunca ha tenido una relación amorosa. 
Es feliz con su vida tal como esta, aunque no tenga tiempo para jugar con Makkachin, quien lo había acompañado desde los 20 años.

Cada vez que el perro se quedaba solo, hacía travesuras. Viktor trabajaba tantas horas al día que el pequeño se aburría y hacía de las suyas. Usualmente desordenaba sus ropas o rompía cosas. Su última aventura fue la que alertó a su amo:

Viktor se encontró con el animal muy decaído. Rápidamente corrió al veterinario. Allí supo que el can había ingerido papel, debían esperar unas horas para ver si lo digería o deberían operarlo.

Por fortuna Makkachin lo expulsó y se recuperó, mas la preocupación de su amo no se fue, el veterinario le había mencionado que, en caso de requerir la operación no podrían realizarla. Al ser un pequeño consultorio, no tenían los recursos ni los especialistas para la operación.
Este hecho mantuvo a Viktor aún más preocupado. Se culpaba por dejarlo solo tantas horas; esto le trajo complicaciones en su trabajo: estaba distraído y eso no era bueno para un doctor.

Fue una llamada la que le dio una posible solución a su problema, su amigo y ex compañero de estudio, Christophe, lo llamó en el momento preciso con una tentadora propuesta:
–El hospital donde trabajo está buscando personal nuevo. Puedes venir y tomar el examen de ingreso —le sugirió Chris–. Si gustas puedes quedarte en mi casa hasta saber si te toman.
Cambiar de empleo sonaba tentador. Quizá compartiendo el turno nocturno con su amigo logre pasar más horas con su mascota.
Al oír a Chris decir que la cuidad contaba con un gran hospital veterinario, Viktor no lo dudó. Condujo hacia allí con su mascota para tomar el examen y regresar. Días después supo que quedaba seleccionado.

Ahora iba de camino a su nueva vida. En el apuro, logró alquilar un pequeño departamento para mudarse lo más pronto posible, esperaba, con el tiempo, comprar algo más para que su mascota tenga espacio para jugar.
Estaba ansioso por comenzar a trabajar. No lo decía en voz alta, pero extrañaba a Chris, se conocían desde la secundaria, desde siempre fue su confidente y mejor amigo. No importaba conducir un par de horas, sabría que en breve volvería a compartir espacio con su amigo y colega.

Estaba anocheciendo. Makkachin dormía en el asiento trasero. La carretera venía despejada desde hace algunos kilómetros. Faltaba muy poco para llegar a destino.
Viktor se sentía cansado, llevaba varias horas conduciendo por esas curvas.
Pudo ver el instante en que un auto delante suyo perdía el control y salía del camino para chocar contra un árbol.
El cansancio desapareció, el miedo y la adrenalina lo hicieron frenar rápido,
Asistió al joven del otro auto, no estaba herido, solo en shock. Llamó a la ambulancia y a la policía para avisar sobre el accidente.
Decidió también llamar a Chris, quien llegó al lugar minutos antes que la ambulancia. Abrazó fuerte a su amigo para contenerlo.

Viktor aún estaba nervioso por lo sucedido, estaba preparado para asistir accidentes, solo que no era el mejor de sus días para hacerlo.
Se abrazó a Makkachin con fuerzas en ese momento Chris comprendió que no podía seguir conduciendo en ese estado, además, le había mencionado un dolor en la muñeca derecha, quizá producto de haber frenado tan rápido. Decidió llevarlo al hospital para revisión. 

En el trayecto pasaron por casa de Chris para dejar a Makkachin que descanse un poco. Viktor se negó al principio, cedió cuando Masumi, novio de su amigo, le aseguró que se haría cargo de vigilar y acompañar a su mascota.
En silencio hicieron el camino hacia el hospital, VIktor estaba distraído, esta no era la forma en que esperaba conocer a sus futuros compañeros. Sólo se resignó a mirar por la ventana e intentar memorizar el nombre de las calles que debería recorrer cada noche.

Una vez que llegaron fue recibido en la guardia por un enfermero de piel morena de nombre Phichit. Chris le había comentado algo sobre el incidente por lo que el joven enfermero lo llevó hacia la sala de rayos. Allí sacaron sus dudas, Viktor no tenía nada más que un golpe, con un desinflamatorio por unos días estaría bien.
Los amigos aprovecharon la oportunidad para recorrer el hospital, luego, fueron a la cafetería, aún debían conversar

–¡Estas aún peor de lo que pensé! –regañó Chris una vez que se sentaron a comer.
Viktor dejó salir una risa que sonó por todo el lugar. Extrañaba lo directo que era su amigo.

–Te extrañaba –le hizo saber cuando dejó de reír.

–Y yo a ti, cariño –respondió Chris tomando su mano–Cuando necesites hablar, sabes dónde estaré. Ahora necesito que te recuperes así sacamos adelante a nuestros pacientes.

 –Lo haré, mañana verás al doctor Nikiforov que conoces –afirmó VIktor, sonriendo.
Chris lo puso al tanto de los temas del hospital, el horario de comida y los nombres de las personas con quienes trabajaría.

 –Bien, mañana comienzas. Cuando termines la mudanza saldremos a buscarte pareja.

 –¡Claro que no! –Se negó Viktor–. No necesito una pareja, estoy bien así.

 Chris estaba por acotar cuando una voz lo llamó, Phichit junto a otro joven lo saludaban
–¡Doctor Chris! ¿Cómo sigue su amigo? –exclamó el moreno.

–Mucho mejor, ¿verdad Viktor? –dijo Chris volteando para observar a su amigo, éste estaba muy distraído observando a alguien.–¡Viktor! –Chris tocó su brazo para llamar su atención–. Te prestaré a tus nuevos compañeros de equipo; ya conoces a Phichit Chulanont.

 –Soy Phichit, tengo 23 años–. Se presentó el joven.

 –Este otro joven es enfermero también, su nombre es Yuuri Katsuki.

–Me llamo Yuuri, tengo 24 años, un gusto –habló el otro joven con el rostro algo rojo; se notaba algo tímido.

Viktor sintió la garganta seca antes de responder, pensó que no le saldría la voz. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué de pronto éste joven llamó su atención?
–Soy Viktor Nikiforov, el nuevo clínico–. Pudo decir luego de unos minutos, sin dejar de mirar al joven.
Sin comprender qué le pasaba, no quitó la vista de Yuuri hasta que se retiró de allí.
Quizá esta nueva etapa de su vida no estará tan mal...



Camino A Tu Lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora