Dulce azul.

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Los Katsuki mantenían una tradición con sus hijos. La noche previa a su cumpleaños, el festejado se quedaba a dormir en casa de sus padres, para que en la mañana, su madre lo despierte con su desayuno favorito en la mesa, tal como hacían cuando era niño. Aunque Yuuri y Mari se burlaban uno del otro, en el fondo disfrutaban de pasar esos momentos con sus cariñosos padres.

Ese 29 de noviembre Yuuri se tomó la noche anterior libre para visitar a sus padres. Jugó con Vicchan hasta que el can quedó exhausto, comió la deliciosa comida casera de su madre y luego se sentó en el fondo de su casa con su padre a beber té mientras veían las estrellas y charlaban sobre cualquier cosa.

Yuuri recuerda que de pequeño solía escaparse de compartir estos momentos con su padre, prefiriendo encerrarse en su habitación. En la actualidad disfruta cada momento por más pequeño o cotidiano que sea. Hasta el aroma de los árboles que los envuelve le parece agradable.

Su padre se retira con excusa de ir a ayudar a su madre a terminar de limpiar la cocina, por lo que Yuuri queda solo junto a su mascota. La noche es fresca, el aire frío comienza a sentirse con más intensidad Vicchan se sube a las piernas de su amo buscando su calor, el aroma de los árboles lo envuelve y hace suspirar al joven. Agradece que sus padres aún se preocupen por mantener esa tradición, si bien los primeros años él y Mari se burlaban, con el tiempo han aprendido a disfrutarlo.

Yuuri respira el aire fresco y piensa en su año. Repasa sus noches de trabajo, sus charlas con Phichit, reír con Sara, Pasar el tiempo con Viktor. Viktor...
Ya no puede esconderlo, sospecha que todo el hospital sabe de su enamoramiento, Chris y Mila suelen molestar con ello, incluso Georgie que pertenece a otro sector se acerca y le comenta sobre Viktor. Todos a su al rededor le hablan sobre el doctor Nikiforov, esto lo hace pensar: ¿A sus padres les agradará conocerlo?

Se pone de pie cargando a Vicchan en brazos mientras observa por la ventana a sus padres. Hiroko, su madre, lava los platos mientras su padre, Toshiya los seca y guarda. Ambos hablan animosamente con una sonrisa en sus rostros, tal escena lo enternece. Ve a su madre más pequeña, como si los años lo hubiesen hecho encogerse. Quizá no, quizá él está más alto.

Recuerda aquellos días en la infancia, cuando su madre le cocinaba galletas al volver de la escuela o cuando su padre lo llevaba de paseo. Siguen siendo ellos, sus rostros amorosos no han cambiado, solo se ven más adultos. 
Lleva tiempo pensando en hablar con ellos, muerto en dudas pensando en que dirán cuando sepan de sus preferencias sexuales. Los observa con más atención, confirma que siguen siendo sus padres, los que lo amaran pase lo que pase.

Respira hondo para juntar valor e ingresa a la cocina, se acerca a ellos dejando a su mascota sobre el piso. Abraza a su madre que esta de espaldas, ella se voltea le devuelve el abrazo con las manos aún húmedas.

—¿Qué ocurre? —le pregunta. Sin verla se imagina su rostro confundido y el de su padre.

—Se los diré en un momento. Vamos a sentarnos.

Reunidos en el comedor Yuuri juega con su taza de té. Sus padres también tienen una, ninguno bebe, hay mucho silencio, sólo se escucha los ruidos del viento que comenzó a soplar más fuerte.

Hiroko está por decir algo, su hijo la interrumpe, piensa que si lo sigue guardando será más difícil.

—Yo... Estoy enamorado —admite. Toshiya le da un sorbo al té, el rostro de Hiroko parece iluminarse. Antes de que digan algo Yuuri agrega—: Estoy enamorado... Esta persona es un hombre.

Camino A Tu Lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora