A su lado.

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Podría decirse que Viktor estaba fascinado con su cita ocasional. Durante esas horas que pasó acompañado —además de una charla que lo tenía encantado— logró memorizar pequeños detalles de Yuuri: lo lindo que era al sonreír, la tierna forma en que rasca su nuca cuando se siente nervioso, sus lindas pestañas, y su contagiosa sonrisa. También, que prefiere tomar té antes de café; y adora los dulces.

Perdieron la cuenta de la cantidad de postres que habían comido entre los dos.

—Phichit me regañará cuando le cuente lo que acabo de comer —declaró Yuuri, haciendo un tierno puchero, Viktor lo observó curioso mientras continuó atacando su rebanada de pastel de crema.

Yuuri agregó:

—Suelo ganar peso con facilidad, por lo que Phichit insiste en que debería comer menos o hacer ejercicio.

—Si necesitas hacer ejercicio, Makkachin y yo podemos acompañarte. Pienso comprar una bicicleta para salir a pasear en su compañía, sería lindo que te nos unieras.

—¿Makkachin? ¿Tu mascota?

—¡Sí! Es un caniche color marrón muy cariñoso. Es una pena que haya olvidado mi celular, ¡tengo miles de fotos suyas!

En ese momento el joven enfermero recordó haber visto fotos de un caniche en el perfil de una de las redes sociales en las que buscó a Viktor. Sintió su rostro arder e intentó hablar antes de mostrarse nervioso al recordar que había revisado sus perfiles.

—Yo también tengo un caniche, se llama Vicchan y vive con mis padres y mi hermana Mari.

—¡Asombroso Yuuri! ¡Podemos salir con nuestras mascotas algún día! Estoy seguro de que Makkachin adorará a tu perrito.

El pecho de Yuuri se inflaba de alegría. Apenas podía creer que luego del mal momento con su cita, Viktor se ofreciera a ser su compañía, y menos aún creía que este lo esté invitando a salir, acompañado de sus mascotas.

—¡Será un placer! Uno de estos días puedo pasar con Vicchan para salir juntos.

—En ese caso deberíamos intercambiar números... —Viktor buscó en sus bolsillos su celular hasta que volvió a recordar—. Oh, mi celular... Es una pena que ni siquiera recuerde mi número.

El enfermero había sacado su propio celular para registrar el número del doctor. Al oír que Viktor no sabía su número, sonrió con ternura ante lo despistado que parecía ser. Dejó descansar el teléfono sobre la mesa.

—Tengo una idea Yuuri, ¡préstame tu celular! —ordenó, tomando el aparato de su acompañante—.Qué redes sociales usas? Puedo buscar mi perfil con el tuyo para enviarme mensaje a mí mismo con tu número.

Sin esperar que el enfermero acepte, Viktor escribió su nombre en el buscador. No pudo evitar sonreír al ver que Yuuri ya lo había buscado con anterioridad. Se sintió halagado, no pudo evitar dedicarle una mirada juguetona que el enfermero no pudo ver ya que, con el rostro completamente rojo, miraba hacia la ventana esperando que el doctor no notara sus búsquedas recientes.

—Bien, ¡ya somos amigos! En cuanto regrese voy a aceptar todas las solicitudes. Por cierto, ¿Quieres ir a otro lugar?

Yuuri dirigió su completa atención al doctor, sus ojos brillaron con ilusión, esa tarde parecía mejorar cada vez más. Viktor se sentía increíblemente cómodo al lado del enfermero, tanto que deseaba seguir en su compañía un poco más.

Habiendo hablado sobre postres, sobre sus comidas favoritas e incluso de sus mascotas, aún sentía que quería seguir en su compañía, anhelaba conocerlo un poco más.

Luego de pagar la cuenta del café se retiraron. Caminaron sin rumbo por unas calles, en silencio.

La noche estaba llegando, tímidas estrellas comenzaron a iluminar el cielo.

Yuuri se sentía algo inquieto, quería preguntar sobre la mujer que lo había plantado, ¿Acaso sería una novia? ¿Y si le preguntaba a él por el joven que lo plantó? ¿Cómo le decía que era homosexual? ¿Viktor se molestaría? Probablemente sea la última vez que le hable, ya había pasado antes. Así como el chico lo juzgó por su aspecto físico, hubo muchas personas que dejaron de tratar con él luego de saber que le gustaban los hombres.

—Me gusta esta ciudad —habló Viktor, observando el cielo. —Vine aquí por recomendación de Chris y su pareja, ambos solían decirme que era bella aunque nunca les presté demasiada atención—. Viktor hablaba observando el cielo. Las primeras luces de la calle que se encendían iluminaron su lindo rostro resaltando aún más su belleza, luciendo como una pintura que Yuuri tuvo la suerte de apreciar. La plácida sonrisa y la calidez de tal imagen calmó el corazón de Yuuri, realmente no creyó que Viktor fuese alguien que lo juzgue.

—Dime Viktor, ¿dónde quieres ir?

–¿Sería molesto si sólo caminamos? Quiero recorrer estas calles en tu compañía.

—Bien, caminemos entonces.

El enfermero sentía que su encuentro casual parecía cada vez más una cita romántica. Sería muy bello si alguien como Viktor se enamorara de él. Presentía que podía llegar a ser como el novio meloso que siempre deseó tener. Sonreía imaginando que caminaban tomados de las manos.

El doctor observaba de reojo y se deleitaba con la linda sonrisa de Yuuri. Cada vez que lo miraba encontraba otra cosa bonita en él, en esta ocasión pudo apreciar su perfil, increíble, ¡hasta su nariz le parecía tierna! En ese momento recordó al muchacho que plantó al enfermero. ¿Qué clase de idiota podía dejar a alguien tan lindo? Se alegraba mucho de haber sido plantado en el mismo café, gracias a ello ahora disfrutaba de su compañía. Al notar que su compañero no dejaba de sonreír, mordió sus labios hasta que se atrevió a preguntar:

—¿Por qué sonríes Yuuri?

El nombrado se sobresaltó al ser descubierto. Dijo lo primero que se le cruzó.

—Solo nos imaginé caminando juntos... Es decir, con nuestras mascotas. La próxima debemos traerlos.

Continuaron caminando unas calles más. Rieron mientras relataban las travesuras que sus perros hacían. Yuuri recordó cómo Vicchan solía esconder sus zapatos o Viktor mencionó que Makkachin suele roncar cuando duermen juntos. Cuando dejaron de reír notaron que ya estaban frente a la casa de Yuuri.

—Bien, creo que debemos despedirnos.

—La pasé muy bien, espero mi compañía te haya sido de ayuda para olvidar a ese idiota—.
Oh, se había dicho mentalmente que evitaría hablar del chico que lo plantó.

Yuuri se quedó unos instantes en un incómodo silencio hasta que dejó salir una carcajada.

—Gracias por ser mi compañía y hacer que me olvide de los idiotas—
le dijo, finalmente, con la tierna sonrisa que hizo palpitar su corazón.

Ambos se despidieron con lentitud.

Viktor regresó a su hogar y revisó su celular. Había miles de mensajes de la chica con quién se iba a reunir, los ignoró; primero envió su número a Yuuri y avisó que llegó bien. Se distrajo enviando fotos de Makkachin a su nuevo amigo.

Más tarde se enteraría que la chica no lo dejó plantado, sino, él no entendió bien la dirección del lugar. Se disculpó mas no se arrepintió, gracias a ello logro conocer a la primera persona que lo mantendría despierto con una boba sonrisa.

Continuará...

Nota: Mil disculpas por el retraso! Esperaba actualizar una vez por semana y no pude. Espero retomar el ritmo pronto.

Camino A Tu Lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora