Los Vulturis, el temido clan de vampiros, regresan a Forks con un oscuro plan en mente: llevarse a Renesmee Cullen. Su deseo es utilizarla para experimentos en un intento de expandir su poder y curiosidad. Ante la inminente amenaza que representa pa...
Aunque mi familia trato de convencerme para que subiera a mi habitación para así descansar, me mantuve firme en la decisión de quedarme en la sala, viendo por el ventanal hacia el bosque, con la esperanza de ver a Alec regresar.
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El tiempo pasó y no había rastro de él, comencé a respirar profundamente tratando de evitar que las lágrimas no salieran, que aquel nudo que comenzaba a formarse en mi garganta desapareciera. Me crucé de brazos, ya no sabía que más hacer, ¿pudo su hermana convencerlo de regresar a Volterra? Pero... Él me dio su palabra, me dijo que regresaría, y yo confiaba en él, su hija lo necesita, yo lo necesito.
—¿Aún no llega?— pregunto maternalmente mi abuela a mis espaldas, trague saliva para contestar, porque si lo hacía sabía que un sollozo se me escaparía.
—No— susurré mientras negaba con mi cabeza pero sin dejar de ver hacia el ventanal.
—Tranquila Nessie, ya vendrá— trato de darme ánimos mi abuela, acaricio un par de veces mi cabello antes de subir hacia la segunda planta. Sabía que quería darme mi espacio, y se lo agradecí en mi mente.
Solté un suspiro, me rendía, ya no podía seguirlo esperando, si se había ido con su hermana, no lo detendría y tampoco lloraría por su partida, di un último vistazo hacia el ventanal, tenía la intención de subir a mi habitación, cuando pude ver una figura saliendo del bosque, la oscuridad me impedía saber de quién se trataba, pero no tuve que adivinar cuando sentí como mi bebe se movía en mi vientre.
Mi corazón comenzó a latir apresuradamente cuando vi a Alec caminar hacia la casa, sonreí, había decidido quedarse con nosotros, y tal vez, solo tal vez, también su hermana.
Salí de la casa, sin importarme el frío, para recibirlo con un efusivo abrazo. Él me correspondió de igual forma, cuando lo vi a la cara, mi sonrisa se borró, se notaba cabizbajo, triste, tome su cara en mis manos para que pudiera verme a los ojos.
—Alec, ¿qué sucedió?— pregunte.
Me miro por unos instantes antes de cubrir mis manos para después bajarlas, entrelazamos nuestras manos, posteriormente Alec me guio al porche a paso lento.
—Entremos, hace mucho frío aquí afuera— hablo con voz ronca.
La curiosidad me estaba matando, quería saber que era lo que había sucedido, que era lo que lo había puesto así.
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