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Unos gritos provenientes de la cocina me despiertan. Me duele mucho la cabeza, como si me la estuvieran martillando (literalmente). Me asomo lentamente y la escena es perturbadora. Mi hermano, todo drogado, golpea a mi madre brutalmente. Me acerco rápidamente y los separo.

-Roberto... ¡¿qué haces?!¡Estas locoooo!

-Mejor te callas....Lucy. Si no quieres que mama se entere de....

Mi expresión cambia rápidamente. Él nota eso.

-Vaya, vaya. Ella no sabe nada aun. ¿No? Jajajajaja.-me dice todo desquiciado.

-Rob, cálmate...-ahora bajo la voz-Esos son efectos de la droga. Duerme y verás cómo se te pasa.

-¡¿Me estás diciendo drogadicto?!¿Tu? Como te atreves. Tú eres igual que yo, o peor. No puedes darme consejos porque haces lo mismo que yo, me imitas.

-¡No hables porquería, Roberto!

-¡No digas que no es verdad! Por si no lo sabias, ayer estaba en la misma disco cuando tú y tus amigos llegaron. Yo fui el que le dio a Sandra la "poción", no fue difícil... Luego ellos te dejaron sola. Eso basto para que uno de mis amigos se aprovechara de ti y te hiciera suya. Fue fácil, sí. Nadie se hubiera resistido a semejante tentación. Eran 200 dólares, Lucy. ¡200!

No lo podía creer. Mi hermano me había vendido por tan poco... Mire a mamá de soslayo. Ella estaba boquiabierta, al igual que yo. Las palabras no le salían de la boca.

-¡Hijo de puta¡¡¡¡¡¡¡¡- le grité a la vez que me abalancé sobre él.

Mamá por fin reaccionó, y le estampó una bofetada. Él escupió en el suelo, la miró fulminantemente y dio media vuelta. Yo mira a mí alrededor. Mi familia era un desastre y yo quería librarme de ella lo más pronto posible.

AloneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora