Todo da vueltas y vueltas

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Los rayos del solo traspasaban las delgadas cortinas de una habitación donde un chico corría desesperado. Sus cabellos negros alborotados indicaban que acababa de despertar, pero muy tarde.

Entre todo el alboroto y ropa que regó por todas partes, tomó una playera  blanca, pantalones de lona negros, tenis negros y por último una sudadera de color azul.

Salió rápidamente de su habitación, tomando unos anteojos azules de una mesita de noche al lado de su cama al igual que una mochila del mismo color.

Al bajar del segundo nivel y cerrar la puerta de la salida con fuerza, ignoró un plato de comida en la mesa.

–(Olvidé por completo dejar la alarma anoche. Solo espero que todavía pueda llegar a tiempo o me matarán).

El chico corrió con todo lo que tenía mientras esquivaba a cualquier persona que se cruzara por su camino.

Después de un rato, al fin había llegado a su destino, más o menos. Las puertas de la escuela Canterlot estaban a punto de ser cerradas.

Una chica con cabello rubio y ojos algo desorbitados del mismo color, obstaculizó su camino con su bicicleta. Al chico no le quedó de otra más que saltara por encima de la biblioteca, mientras la chica lo veía con asombro.

–Ay, Dios. Ay, Dios. ¡Ay, Dios!

El chico no pido mantener el equilibrio y arrastró la cara por todo el suelo. Un pequeño rastro de sangre salia por su nariz mientras se reincorporaba y alcanzaba a poner su brazo entre las puertas antes de que se cerraran.

-Ouch- se quejó el chico.

-Otra vez tarde, gate- Dijo una mujer con cabello azul y ojos de un tono azul verdoso.

-Otra vez tarde, gate- Dijo una mujer con cabello azul y ojos de un tono azul verdoso

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-Jejeje, hola, subdirectora Luna- Respondió con una sonrisa nerviosa.

El chico entró, pero se dio cuenta que la chica de antes, también estaba atrasada y dejó la puerta abierta para que pasara.

-¿Que crees que haces dejando entrar a otros?- Exigió Luna.

-Vamos, sabes que no puedo evitar ayudar.

-Tal vez debería hacer saber a tu madre, que sigues llegando tarde y dejas entrar a cualquiera.

-No, por favor. Perdón, no volverá a suceder- Suplicó el chico con sus manos juntas y la cara agachada.

-Lo dejaré pasar si te vas a clases en 3...2...1.

-¡Gracias!- exclamó Gate con la mano alzada en señal de despedida.
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Al entrar a su clase, un profesor ya estaba pasando lista de los presentes y no le tomó importancia a Gate.

Una Poderosa Carga [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora