06. La notte

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«Ante un corazón sincero, no ha necesidad de palabras.»— Nico Robin

Estaba tan sumida en sus pensamientos que ni siquiera al girarse para dirigirse al pasillo se dio cuenta de lo que tenía delante. Su rostro se golpeó con algo sintiendo una punzada de dolor en su nariz cortándole en seco el hilo de los pensamientos, sin poder remediarlo un grito salió de la garganta, dio un salto hacia atrás y sin poder controlar los músculos lanzó un gancho alto a gran velocidad. Que cualquier persona no hubiese podido evitar. Pero aquella sí. Freesia abrió los ojos sorprendida, en parte por haber actuado de aquella manera, la parte más inconsciente de su cerebro le había apremiado a atacar a aquel enemigo que le había emboscado sin darse cuenta; por otra parte, se quedó estupefacta porque alguien había esquivado aquel ataque inesperado.

Se encontró con una camisa blanca delante de ella. Alzó su cabeza viendo que sobre aquella prenda había una chaqueta de cuero, su estómago se retorció y sus rodillas temblaron, estiró el cuello y se encontró con una mirada burdeos. Ella dio un respingo y dejó caer su mandíbula para después boquear como un pez, hasta que cerró la boca sin saber qué decir. Su mente se había quedado en blanco.

En un suspiro comprendió lo que acababa de suceder. Su rostro se enrojeció como la grana a causa de la vergüenza. No solo le había herido una vez, sino que había estado a punto de hacerlo de nuevo. Pero él había tenido la suerte de poder esquivarlo. ¿O es que lo había visto venir? ¿O tenía unas habilidades físicas que le habían permitido esquivar aquel gancho alto? Se dio una patada mentalmente, no era el momento de analizar las habilidades del contrario, era el momento de disculparse. De pedir perdón por haber roto la mesa y que aquellas astillas se hubiesen clavado en su mano hasta que esta sangró.

Inspiró por la nariz intentando reorganizar sus ideas, frunció el ceño y alzó la mirada para encontrarse con una burdeos. Abrió la boca para disculparse, pero escuchó unas voces lejanas que procedían del umbral del pasillo. El hombre se giró hacia ellas, y frunció el ceño, después se volvió hacia Freesia, quien le miró con desconcierto. El masculló algo entre dientes que ella no comprendió, pero antes de que Freesia pudiese decir nada se encontraba siendo guiada a una de las puertas de en rededor. Ella miró hacia todos los lados confundida.

Cuando quiso darse cuenta, se encontraba dentro de una habitación llena de latas en conserva y salsas de todos los tipos en botes de cristal. Aquí sería donde guardaban parte de los alimentos que los cocineros utilizaban.

« ¿Por qué me ha traído aquí? ¿Será que se ha quedado con hambre?»

Freesia escuchó las dos voces de dos hombres pasar delante de la puerta y seguir andando, pero no logró captar nada de la conversación. Ya que se encontró al hombre apoyado sobre la puerta con una mano tapándose la cara. Ella se acercó a él con preocupación, estrechó sus ojos para ver entre la penumbra y se puso de puntillas para verle mejor.

« ¿Tal vez está enfermo? ¿Le ha sentado algo mal de la cena?»—pensó Freesia.

—Estoy bien—contestó el hombre sorprendiendo a la chica.

«¿Me ha leído el pensamiento?»—pensó con horror Freesia palideciendo.

—No lo he hecho—contestó el hombre con voz seria que desconcertó a la chica de nuevo.

«¡Oh no! ¡No pienses en nada! ¡Estás pensando Freesia! Eh... Miau, miau, miau, miau»

Freesia miró hacia todos los lados alterada, no había nada que le hiciese pensar en otra cosa o algún tipo de casco que le impidiese que aquel hombre le leyese los pensamientos. Se quedó quieta un segundo. ¿Por qué estaba tan preocupada de que le leyesen el pensamiento? No tenía nada que ocultar. Ni siquiera tenía recuerdos. Sus pensamientos eran algo privado, pero no había hecho nada malo como para que los guardase en una caja fuerte. Ella se volvió hacia el hombre, este la miraba con curiosidad.

L'incatesimo [One Piece] [Alternative Universe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora