Mi Crush y Yo.

Mi Crush y Yo [30]

Narra Jackson.

Clarice, no puedo resistir un día más sin ti. Sin tus abrazos, sin tus caricias, sin tu cuerpo, sin tus besos.
Me he estado inyectando droga, ha decir verdad ni siquiera sé cómo la conseguí, pero es que uno en estas condiciones no sabe nada. Estoy fuera de la ciudad, estoy en un restaurante en una gas. Mi teléfono está muerto, lo aventé hace unos días a la carretera. Ahora que lo pienso, entonces llevo un par de días en esta gas. Mis padres intentaron ayudarme pero es que no puedo. Perdí mi alma, se la llevo aquel día Clarice.

Hasta el día de hoy he escrito una carta para ella, cada día desde que se fue. Quiero entregárselas para cuando vuelva, porque a pesar de todo sé que regresará, mi corazón me lo indica.

Okey, hasta aquí. Fuera la droga. Iré a buscar a Clarice. Un primer lugar sería la playa en donde estábamos. Allá en alguna parte de California. Aunque no estoy seguro que pueda estar ahí. Mejor... agh. No sé ni por dónde comenzar. Ni qué pensar.

—¡Clarice te amo! —grité a los 4 vientos una vez fuera de el bar donde me encontraba.

Pero es que necesito seguir con la búsqueda que dejé hace unas semanas. No me quedaré de brazos cruzados mientras en la estación de policía dicen "seguimos buscando", cuando ni salen de sus asientos. Los odio. Está bien, basta.

Saco las llaves de mi bolsillo para montarme en mi auto. Me coloco el cinturón y arranco. Lo que menos necesitamos ahora es otro accidente. Conduzco hasta mi casa y al momento de entrar veo a mi hermanito sentado en la alfombra viendo la televisión. Gira a verme y corre a abrazarme.

—¿Dónde estabas hermanito? ¿Y por qué tienes los ojos rojos? —dice muy inocente y siento un hueco en el pecho. Unas lágrimas salen mientras seguimos abrazados.

—Nada Alex, no ocurre nada —digo lo más normal que puedo mientras en el fondo me destrozó.

—¿Cuando regresará Clarice? Ya la extraño bastante —no fue hasta que termino que mis lagrimas caían.

Ya no sabía que decirle, en muchas ocasiones ocurrió lo mismo. Llegaba a casa después de beber y consumir un poco de droga y hacía esa pregunta. Al principio contestaba que no tardaría en llegar. Después de unos meses decía que fue a otro país. A España, a Canadá, no lo sé. Siempre me inventaba algo, le decía que no tardaría de su viaje pero ahora ya no puedo seguir mintiendo. No quiero herirlo pero dicen que es mejor "la verdad más amarga a la dulce mentira". Creo que ya fue suficiente tiempo.

—Necesitamos hablar Alex —dije y lo tomé de la mano para llevarlo al sofá.

—Mis papis ya hablaron conmigo sobre las niñas, no necesito de nuevo eso —dijo riendo parándose. Reí.

—No sé que haría sin ti. Pero, pero no vengo a hablar de eso. Es, sobre Clarice...

—¡Ya va a regresar! —dijo entusiasmado —. Ya regresará, ya regresará, ya...

—No, es distinto —lo interrumpí —. Es una historia un tanto triste. Pero quiero que seas fuerte, no por mí, sino por ella, ¿okey? —dije tomando sus pequeñas manitas.

—Puedes decírmelo hermanito, seré fuerte, por ella —dijo sin esa sonrisa pero con curiosidad en su rostro.

—¿Recuerdas la vez que fui a la casa de su tía? La tía Aimaa —asintió—. Bueno, aquel día le pedí que fuera mi novia —se sorprendió y sonrió ampliamente. Yo sonreí con tristeza—. Pues bueno, un día después de eso la hice enojar, lo sé, fui un idiota...

—¡Dijiste una grosería! Un dólar al bote —sonrió.

—Sí, sí, lo sé. Ahora mismo lo hago. Pero ese no es el punto. El punto es que aquel día se alejó de mí. Desapareció. Fue desde entonces que no ha vuelto a casa.