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Luego de aquella sesión de arte el hombre invito a su bella musa a cenar, la joven no pudo decirle que no a esos hipnóticos ojos azules y aquellos suaves labios que le habían dado su primer beso. Y es que si, Leah había quedado cautivada por el artista, pero ¿Quién podía juzgarla?

Ambos llegaron al restaurante favorito del hombre y entraron deleitándose del calor que el lugar proporcionaba, el frío del invierno era cada vez más fuerte, y se tenía en cuenta que no tardaría mucho en que la nieve llegase tarde o temprano.

Ambos pidieron una mesa y se sentaron junto al ventanal, la ciudad se veía increíble desde aquel lugar. Leah observo el interior del restaurante, siendo consciente de todos los adornos y detalles que daban un toque rústico y acogedor al lugar. Un mesero se acercó y les dejo la carta a cada uno, Leah sintió su estómago rugir al ver todos los deliciosos platillos que el restaurante ofrecía.

— ¿Qué te apetece cenar, hermosa? Pide lo que quieras, todo va por mi cuenta. —Leah levantó su vista para ver la amplia sonrisa del hombre, era tan cautivante. Bajo nuevamente sus ojos al menú, esta vez con sus mejillas adornadas por un color rosado, le era inevitable no sonrojarse con Niall.

—No lo sé, en verdad todo suena muy delicioso. —la joven dejo la carta en la mesa. —Creo que pediré la sopa de pollo.

—Muy buena elección. ¿Y cómo plato principal? —Leah abrió sus ojos ante aquella pregunta. El hombre río por lo bajo. —Las sopas son una entrada mi hermosa musa, debes pedir algo más.

Rápidamente las mejillas de Leah ardieron, la realidad es que ella no solía salir a restaurantes, no tenía amigos ni tampoco le gustaba que la gente la viera comer en público. Su mente siempre le hacía creer que todos la observaban con desagradado por ser una gorda que solo comía y comía.

—Yo... Yo... —No sabía que decir, el hombre noto su nerviosismo y sonrió con ternura tomando su mano.

—Pediré para ambos, no te preocupes, estoy seguro que te gustará. —El mesero se acercó y él hombre hizo el pedido. —Como entrada deseamos dos sopas de pollo y como plato principal, espaguetis con salsa acompañado de un buen vino. —Él joven dependiente apunto todo y se retiró anunciando que su pedido pronto llegaría.

Leah tenía su mirada en la mesa, aún estaba avergonzada por lo sucedido. Se sentía tan estúpida, seguro el artista se estaba aguantando la risa por lo patética que era.

— ¿Te parece mañana retomar la pintura? —La joven lo observo. —En verdad quiero que veas el cuadro terminado.

—Claro, salgo de clases y voy a su estudio. —El hombre asintió.

—O podría ir por ti y podríamos pasar por mi cafetería preferida, estoy seguro que tendrás hambre. Siempre solía salir muy hambriento luego de mis clases. —la joven río levemente y asintió.

—Sería muy lindo. —Ambos sonrieron deleitándose con la sonrisa del otro, el hombre no dejaba de observar aquellas facciones que consideraba perfecta de la joven y Leah no podía evitar sentirse hipnotizada por aquellas gemas azules que la observaban.

—Buen provecho. —El camarero rompió aquella conexión con su presencia y dejó los platos en la mesa.

Leah agradeció y comenzó a tomar de su sopa, efectivamente estaba tan deliciosa como lo creía. Estaba por dar otro bocado cuando vio a su lado. Dos niños estaban mirándola fijamente desde su mesa correspondiente.

—Mira Dany, esa chica no deja de tragar.

—Apenas y cabe en el asiento. —Leah los hoyo con claridad, ignorando por completo el hecho de que Niall también le estaba hablando.

Ella observo su cubierto y lo dejó en el plato.

— ¿Leah? —El hombre la observo intrigado. — ¿Estas bien? —Ella apretó sus labios y se intentó tranquilizar a sí misma. Sonrió débilmente y asintió tomando el vaso de vino para darle un trago. —Sabes, hoy mientras te pintaba pensaba en la exposición, el día en el que el mundo conozca a la musa inspiradora de mi mejor colección...

La joven quiso concentrarse en seguir comiendo y oyendo a su compañía, pero sus oídos estaban puestos en las jóvenes de la barra, quienes rieron al mismo tiempo mientras la observaban.

Paranoica y con una presión en su pecho comenzó a observar su alrededor. Los niños, aquellas jóvenes esbeltas, el mesero que entraba con el plato principal para ambos.

—Que lo disfruten. —El hombre dejó el plato frente a sus ojos, apenas y había tocado su sopa.

— ¿Leah? —La joven tenía sus ojos llenos de lágrimas. — ¿Qué sucede?

Se sentía horrible, se sentía observada, sentía que todos tenían su mirada puesta en ella, no por egocentrismo, si no para burlarse, para reírse, para ver con desagrado a la gorda comer en público.

—Lo siento... No puedo... —la joven se levantó con torpeza de la mesa cayendo al suelo junto con el plato de espaguetis sobre ella.

— ¡LEAH! —El artista la miro con preocupación. Quiso ayudarla, pero ella lo impidió. La joven rápidamente se levantó, manchada, avergonzada a más no poder y con sus ojos empapados de lágrimas.

— ¡La gorda se cayó! —Uno de los niños grito.

— ¡Cuidado! ¡Terremoto! —se burló el otro. Varios de los niños presentes se rieron mientras que la madre de aquellos dos pequeños los miraba con enfado.

Leah no lo soporto más, todos la estaban viendo, era un completo desastre.

—Musa... —Observo al hombre acercarse, pero se marchó en llanto. —¡LEAH! ¡ESPERA! —Niall comenzó a seguirla, no podía dejarla ir así. — ¡LEAH! —la joven no paraba, aunque su corazón latía con fuerza y se sentía asfixiar por el dolor que sentía, no le importaba. Sólo quería estar en su casa.

Cuando llegó a su departamento con rapidez entró a su hogar y cerró la puerta con fuerza. Se apoyó contra esta y comenzó a soltar aquel dolor que tenía guardado. Su llanto resonaba en aquel lugar con fuerza.

La joven se sentía horrible, todos la habían visto hacer el ridículo, había oído a esas jóvenes reírse de las palabras que esos niños le habían dicho. Su cuerpo estaba cubierto de salsa y algunos fideos que aún colgaban de su blusa.

Leah no quería pensar en lo que pasaría por la cabeza de Niall, en lo que el pensaría de ella. ¿Cómo había podido llevar a una gorda a comer en público? ¡Lo habían visto junto a una joven hacer el ridículo!

Sabía que Niall ya no querría trabajar con ella, que sería uno más de ellos, alguien que la miraría feo o que incluso ya no lo haría por vergüenza ajena.

Sus pensamientos le estaban consumiendo la cabeza, cada vez eran más fuertes, entonces sintió su departamento volverse su antigua casa. Sintió la burla de los amigos de su hermana, en aquel cumpleaños donde la habían golpeado con la pelota haciendo que lanzará su pedazo de pastel al suelo.

Comenzó a escuchar a su madre regañarla y tomarla con fuerza de su brazo, repitiendo una y otra vez lo torpe que era, diciéndole que ya no comería pastel porque se volvería más gorda de lo que era y que jamás seria con su hermana.

Así era, Leah estaba completamente hundida en sus recuerdos, en el dolor del pasado y el presente, en el poco cariño que su madre le tenía, en las burlas de los demás, en la frustración de que nadie la apreciará por quien ella era sin importar su apariencia.

Estaba tan hundida y perdida, que lo único que podía hacer era llorar. Yasí lo hizo, durante toda la noche.    


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Beautiful Muse © |njh|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora