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El ambiente en la habitación era tan tranquilo, acompañado de las suaves melodías de bon Jovi, música que el artista había puesto con el consentimiento de su musa, claro estaba. Leah se encontraba abrazada a su pierna mientras observaba al mayor dar las últimas pinceladas con tanta calma. El hombre se apartó lentamente del caballete y observó su pintura, tarareó a sus adentros, satisfecho con su trabajo y sonrió a su musa.

—Puedes descansar bella dama, hemos acabado por hoy. —La joven agradeció por lo bajo y se levantó de su lugar para colocarse la bata que se encontraba a centímetros suyo.

Mientras tanto, Niall se dedicaba a cubrir su obra y limpiar un poco sus manos con su viejo trapo. Caminó hacia la joven, quien se encontraba ya cubierta por la bata, y la tomó entre sus brazos, brindándole su calor.

—Eres tan bella, diosa mía. —Canturreo mientras rosaba con suavidad sus narices. —...what you mean to me and the truth is baby youre all that i need.. —Leah estaba maravillada por la suave vos del artista.

I want to lay you in a bed of roses,
for tonight i sleep on a bed on nails... —prosiguió la menor mientras ambos se mecian de un lado al otro.

i want to be just as close as the holy ghost is and lay you down... in bed of roses. —Finalizó el artista para luego unir sus labios en un suave beso. La joven no tardó en abrazar el cuello del mayor y seguir disfrutando del adictivo sabor de sus labios.

Cuando la falta de aire se hizo presente, el beso se fue disminuyendo en pequeñas partes repartidas por todo el rostro de la menor, quien reía con ternura.

—Mmm... Sabes, es la hora del almuerzo. —Comentó el hombre mientras acariciaba la cintura de su musa. —Solo estamos tu y yo en el estudio.

— ¿Y que deseas comer? —interrogó la joven mientras se encontraba hipnotizada por los labios rosados del artista. El hombre acercó sus labios al oído de la menor y sonrió.

—A ti. —Él cuerpo de Leah pareció reaccionar ante aquellas palabras, pues su piel se había erizado y miles de corrientes comenzaban a recorrerla de pies a cabeza. La menor jadeo por lo bajo y llevó sus manos a las mejillas del artista para unir sus labios en, lo que ahora era, un hambriento y deseoso beso.

Poco a poco, la lengua del artista tuvo libre acceso a la cavidad bocal de su musa, deleitándose con sus labios y los leves gemidos que la menor soltaba. Las manos de la joven viajaron hasta el pecho del hombre y comenzó a acariciarlo sobre su playera azul, mientras que éste se deshizo de la única prenda que cubría el cuerpo de su musa y la cargó hasta la gran mesa donde se encontraban todas sus pinturas.

Los labios del mayor, que ahora se encontraban hinchados y más rojisos, comenzaron a repartir besos por el cuello y los hombros de la joven, quien se deshacía en leves jadeos provocados por el calor y el placer que estaba sintiendo.

—Me vuelves loco, musa. Tu cuerpo me vuelve loco. —La joven atrapó su rostro entre sus manos y lo observó con una leve sonrisa, buscando alguna pista de mentira en sus palabras. — Soy un adicto a ti, diosa mía.

—Niall... —La joven jadeo en la boca del artista cuando este comenzó a frotar sus cuerpos a través de su ropa que impedía el contacto de sus pieles. —Oh dios...

—Eres mi fantasía hecha realidad, bella musa. Tu piel es mi maldita droga. —La menor lo ayudó a deshacerse de su playera y éste besó sus labios por última vez para luego comenzar a descender por el cuerpo de la joven quien estaba completamente perdida en el placer. —Abre tus piernas para mi, amor.

La menor se retorcio al ver como el hombre enterraba su rostro en su intimidad y la estimulaba de una manera increíble. Sus mejillas estaban completamente sonrojadas y podían notarse algunos mechones pegándose a su rostro, Niall estaba seguro que aquella imagen lo ayudaría en sus noches de soledad.

—Eres tan dulce como la miel y tan caliente como el sol... —La joven volvió a gemir mientras tironeaba levemente el cabello del artista.

—D... Daddy... —La sonrisa del hombre no tuvo precio al oír como la joven lo había llamado. Leah lo tomó de sus mejillas y lo volvió a subir hasta quedar a centímetros de sus labios. —Por favor... —Suplicó contra sus labios mientras el hombre se deshacía de sus últimas prendas con rapidez y tomaba un preservativo para colocarselo. Las traviesas manos de su musa comenzaron a acariciarlo, provocando leves gemidos por su parte.

—Mmm... ¡Oh! musa... —La joven mordió su labio mientras acariciaba con suavidad toda su longitud.

—Está muy duro, daddy...—Susurró contra su rostro mientras seguía acariciándole.

—Solo tu logras que me ponga así, bella diosa. —gruñó mientras hundía sus dedos en la cadera de la joven y separaba sus manos de su carne sensible. —Que los dioses me perdonen y que el diablo me condene por probar tu cuerpo, amor mío. —Ambos gimieron al unísono al sentir la conexión en sus cuerpos.

Las caderas del artista comenzaban un vaivén intenso contra el cuerpo de la menor quien enterraba sus dedos en los brazos del hombre, disfrutando del placer tan intenso de aquel encuentro. Sus labios se deshacían en besos y gemidos continuos que cada vez parecían elevar su tono a un nivel más alto.

—Mmm...Daddy... Yo... ¡Oh!—la menor gimió en el oído del artista intentando comunicarle su deseo. —Quiero...

—Dime musa, dime que deseas... Soy todo tuyo, amor. —Sus labios volvieron a unirse al igual que sus cuerpos.

—Quiero montarte... —Susurró la menor contra su boca. El artista disminuyó el ritmo de sus embestidas y sonrió ante la petición de la menor.

—Todo lo que tu desees, diosa mía. —Él hombre la cargo entre sus brazos y se dirigieron a la silla del artista donde la joven pudo posicionarse para cumplir su deseo. Las manos del artista la guiaban en sus movimientos, dándole la confianza para que ella pudiese tomar el control—Así musa... Mmm... Eres increíble. —Los gemidos del hombre eran cada vez más roncos y los movimientos de Leah cada vez más fuertes y rápidos.

— ¡Oh dios! —Un gemido gutural anunció la llegada de su orgasmo y el cuerpo de la joven se retorció entre los brazos del hombre. El artista aferró el cuerpo de la joven y con unos cuantos movimientos más se corrió en el cuerpo de su musa.

Sus pechos subían y bajaban, ambos agitados por un apasionante e intenso encuentro que parecía haber sido de ensueño. Ambos tenían sus rostros tan cerca, compartiendo el mismo aura que los invadía, perdiéndose en la mirada del otro.

—Eres increíble. —Susurró contra los labios de la menor. —Toda tú me vuelve loco, musa. .—La joven río por lo bajo.

—Tú me vuelves loca. Creo que estoy perdiendo la cordura. —Él sonrió enternecido y acomodó un mechón detrás de su oreja para luego acariciar su mejilla con suavidad.

—Entonces seamos locos, juntos...








Beautiful Muse © |njh|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora