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El artista se encontraba abrazo a su musa, ambos sentados en el sofá de la sala. Dalia se acercó a la castaña con un vaso de agua y se lo tendió. La menor agradeció y bebió un pequeño trago.

—Logré huir, logré escapar antes que pudiese hacerme daño. Kendra me salvó a pesar del dolor que me causó su mentira. —la joven tenía su mirada perdida— si ella no hubiese llegado, yo... No estaría aquí. —observó a su artista —No hubiese podido seguir. ¿Quién querría a alguien como yo? alguien que fue marcada.—las lágrimas volvían a recorrer sus mejillas, liberando todo aquel dolor.

—Pero no fue así amiga, no logró hacerte daño. —insistió su amiga sujetando su mano —Y a pesar de todo lo sucedido seguiste adelante, Leah.

—Lamento no habértelo dicho. —Se disculpo observando al artista— Creí que, si te lo decía, ya no me verías igual.

—Tienes razón, ya no lo hago. —confesó el mayor. —Eres mucho más fuerte de lo que pensaba. En verdad eres una guerrera, amor mío. —el hombre la aferró a su cuerpo— Te amo, Leah y nada de lo que hayas vivido cambiará eso. Eres mi musa, mi diosa, el amor de mis sueños, la guerrera más hermosa que he conocido, y sé que lograrás ganar tus batallas, amor mío, sé que podrás amarte otra vez.

—¿En verdad creen que pueda hacerlo? —observó a los presentes con tristeza.—¿Creen que pueda aceptarme?

—Por supuesto que si, amiga. —la pelirroja la abrazó con suavidad —Eres Leah Parks, la mujer más fuerte y hermosa que he conocido. —tomo sus manos y le sonrió alentadoramente —Podrás hacerlo, podrás combatir contra toda tormenta y liberarte del miedo.

—Gracias... En verdad —los observó a ambos con una pequeña sonrisa —No sé que podría ser de mi si... No los tuviera en mi vida. —Ambos sonrieron a la castaña y la abrazaron con fuerza.

—Aquí estaremos, amor mio, verás que todo estará bien. —beso con suavidad su cabello y la pelirroja no pudo evitar sonreír enternecida por aquella situación.

—Son tan lindos. —comentó con una gran sonrisa —Pero tengo hambre así que... ¡VAMONOS! —ordenó con mala cara, algo que hizo reír a la menor, adoraba tanto a su mejor amiga.

Aquella mañana aquel trío se dirigió a una pequeña cafetería que el artista recomendó, todos pidieron su orden y las charlas entre aquellas amigas no paraban, pues necesitaban estar al día, en especial con la loca y agitada vida que la pelirroja había estado llevando los últimos años.

Cuando los pedidos llegaron todos comenzaron a deleitarse con la comida a excepción de la menor, quien sentía la vista de todo el mundo puesta en ella. Tanto el artista como su amiga habían notado aquel ataque que estaba teniendo.

—Nadie te observa, Leah. Todo está bien —la alentó la pelirroja animandola a probar bocado de lo pedido.

—¿Quieres saber algo, musa? —el artista captó su atención —Todo nuestro alrededor es solo un sueño, nadie puede vernos —habló con una sonrisa pícara en sus labios.

—Es verdad, estamos en el espacio. —Dalia siguió su juego —Mira amiga, un ovni —la menor no pudo evitar reír —me han dicho los aliens que este trozo de pastel es delicioso. —le tendió su plato —pruebalo. No querrás que los aliens lloren. ¿Verdad?

La menor río por lo bajo y mordió su labio al sentirse más tranquila. Observó su plató y mentalizandose que nadie la estaba viendo, se deleitó con aquel trozo de tarta.

—¿Entonces? —La interrogaron sus acompañantes.

—Mmm... El mejor pastel de la galaxia —contestó entre risas. —Gracias... Enserió. —los observó con una pequeña sonrisa —sé que es absurdo lo que deben hacer por mi pero...

Beautiful Muse © |njh|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora