«—Tú no eres ese “prostituto” en el cual yo también creí un tiempo, tú eres mucho más».
Aquella frase se repetía en la mente de Jungkook cual mantra o única frase aprendida por un loro. Era horrible; Dios, era una completa mierda. El mismo día en el que cruzó palabras con Kim Taehyung se juró a sí mismo que esa escoria humana no se volvería a cruzar en su camino y que mucho menos algo pasaría de tal manera que los involucrara a ambos, sin embargo, las cartas se barajaron de manera distinta y desprolija, de una horrorosa manera en la que dieron como resultado el hecho de que Kim Taehyung tuviese que estar constantemente aquejando la vida de Jeon Jungkook, y era por lo mismo que este último tendía a tener serias ideas que atentaban contra su vida o a la del de mascarilla y fanático de la ropa holgada y sandalias Gucci. Aunque lo peor no era solamente lo mencionado anteriormente, mis queridos jugadores, lo peor era el hecho de que Jeon Jungkook, el poderoso Joker, rey del libido, estaba replanteándose el hecho de que tal vez Kim no era tan imbécil como hace días afirmaba con argumentos que lentamente comenzaron a flaquear en su mente, y la perfecta imagen de demonio la cual tenía pegado el rostro de Taehyung empezó a ser deformada para que el cutis —apenas visible— estuviera en el cuerpo de Iron Man o algo por el estilo. Extraño a decir verdad, pero, valga la redundancia, era la extraña verdad en cuanto al estado psicológico que actualmente poseía Jeon Jungkook: un completo caos. Kim Taehyung por aquí, Kim Taehyung por allá; mascarillas por todas partes y sarcasmo e ironía mezclado con altanería y misterio revoloteando por el templo desastroso que era la mente de Jungkook: «Una novedad», pensó sarcástico.
Abrumado era un estado que siempre él solía relacionar a la tristeza y a lo negativo, no obstante, Jeon Jungkook por primera vez no sabe a qué exactamente vincular aquellas sensaciones que estaba seguro de experimentar en estos actuales momentos.—¡Jeon Jungkook! —escuchó la maltratada y apenas oyente voz de su profesor que actualmente se encontraba impartiendo clases en el infierno que era Royal K. El pobre anciano no sabía que Jungkook se encontraba tan en las nubes que casi provoca que el bello rostro de su estudiante favorito conociera la fría cerámica del piso de manera brusca y fatal.
—¡¿Sí, profesor Han!? —exclamó desorientado totalmente mientras trataba de acomodarse nuevamente en el maldito pupitre.
—Jungkook-ssi, ¿se encuentra bien? Si desea puede salir a tomar un respiro, no soy quien para negárselo —le sonrió comprensivo. El pelinegro asintió, guardó su cuaderno que en blanco se encontraba y con una reverencia decidió retirarse del salón.
Apenas habiendo atravesado aquella puerta, ambas manos recorrieron su rostro con cansancio y frustración, todo aquello seguido de un suspiro. No se comprendía, o más bien, no comprendía la reciente afán de su mente en la cual el famoso «cuatro ojos» parecía ser tan increíble. ¡Porque vamos! Kim Taehyung podía ser varias cosas, menos increíble y el sujeto de interés reciente por parte de Jungkook, ¡lo último era imposible!
Soltó un pequeño gruñido y procedió a destapar su cara de ambas manos que ocultaban el disgusto que poco a poco iba comenzando a anidarse en el estómago del de lechosa piel.Tras frenar su pequeño momento de desahogo completo —o por lo menos la mayor parte—, reflexionando de manera agotadora y sin sentido, decidió comenzar a caminar por el pasillo de la facultad. Y mientras su mirada vagaba sobre el entorno frívolo e imponente que era Royal K, pareció que su mente nuevamente buscaba atormentarlo dando a conocer que últimamente el dejar las clases a media parecía el boom de este verano para la mente de Jungkook, todo lo contrario a Pantene y aquel pegajoso comercial. Se detuvo junto a su vieja amiga, la máquina expendedora de snacks ubicada en la esquina del largo pasillo. Al parecer siempre terminaría acabando en ese preciso lugar cada vez que se relacionara al de ojos miel. Una risa con cierto toque de burla hacia sí mismo se escapó de sus labios y las mismas galletas de la última vez fueron a dar a su boca nuevamente. Mientras sus levemente rosáceos labios saboreaban la exquisita mezcla entre lo dulce y salado, varias memorias azotaron su cabeza de manera abrumadora y sus orejas en la parte superior se tiñeron de un rojo leve, su pulso se vio alterado y la galleta perdió interés; sus manos instintivamente tocaron con soltura su labio inferior el cual ya sanado en su esplendor se encontraba. Era extraño, el toque de Kim no lo molestaba, es más, podía admitir que era un tanto embelesante y tentador.
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Joker │taekook
Hayran KurguEn un juego de cartas, él siempre está. Pues claro, es la carta más deseada, la que te puede llevar a la cima del cielo o hundir en el infierno. Jeon Jungkook era el Joker. Jeon Jungkook era aquella carta que podía en cualquier maldita baraja estar...