¿Qué deseas?

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Kara había mirado la pizza durante al menos 5 minutos sin tocarla. La mirada de Lena se alternaba entre ella y la televisión, aparentemente había encontrado algo que le interesaba, sin embargo, también parecía interesada en la rubia que parecía debatirse entre comerla o guardarla. Soltando una pequeña risa, Lena se levantó, caminando hasta la rubia mientras aquella sonrisa de burla permanecía en sus labios, Kara la miró expectante mientras ella sólo tomaba una rebanada.

—Estás siendo un poco dramática, sólo es un poco de piña. —Kara refunfuñó haciendo que Lena soltara otra risa —. Bien, entonces ¿prefieres algo de anchoas?

La pelinegra pasó su mano por encima de la pizza y ésta cambió, ahora poseía anchoas y el olor que desprendía hizo que Kara arrugara su nariz.

—¡Eres cruel!

Aquel comentario sólo hizo reír a Lena de tal manera que la rubia incluso se asustó un poco, pues por algún motivo hacía más calor de lo normal y su voz cambió por una un poco más gruesa. Los ojos verdes de Lena se fijaron en los de Kara cuando calmó su risa, la joven la miraba con una mano en su abdomen, aparentemente hambrienta, y sus ojos azules que estaban fijos en los suyos la miraban con un sentimiento que desconocía... sintió que podía mirarlos por el resto de su oscura eternidad. Acercó una de sus manos al rostro de Kara, dejándose llevar por la extraña atracción que sintió en el momento, no obstante, se detuvo. Carraspeando un poco alejó su mano de su rostro.

—Sólo por ese cumplido te has ganado tu pizza favorita.

Volvió a pasar su mano por encima de la pizza y la misma ya no poseía anchoas o piña. Los ojos azules de Kara brillaron con emoción.

—¡Eres adorablemente cruel!

Soltó Kara cuando Lena se había girado, llevándose un trozo de pizza a la boca para masticarlo. No pudo ver como el rostro de la mujer tomaba un color rojizo, pero pudo sentir que en la habitación hacía más calor que antes.

—Tú...

Lena iba a decir algo más, sin embargo, sólo negó con la cabeza, abriendo el refrigerador de la rubia para mirar lo que había dentro. Giró sus ojos al no encontrar nada que deseara llevarse a la boca, pues Kara parecía comer muchas porquerías, lo que le parecía extraño porque la mujer tenía una figura que sería deseada por unas y envidiada por otras. Cerró el refrigerador para aparecer sentada en el sofá con una botella de vino en su mano y una copa en la otra, Kara pareció sorprendida, pues no importaba cuantas veces lo hacía la mujer siempre la sorprendía al aparecer en un sitio diferente en cuestión de un pestañeo. 

Se sirvió de aquel vino con su vista fija en Kara, que sólo comía su pizza con un rostro de inocencia en él. Soltó un suspiro preguntándose a sí misma ¿a qué esperaba para hacerla firmar?, pues Kara ya había caído en la trampa y había deseado algo, bastaba con que firmara su contrato para que sellaran su pacto y poder marcharse de allí.

—Así que... ¿qué quieres?

Luego de media hora Kara había terminado de comer, por lo que decidió romper el silencio con aquella pregunta, ahora estaba sentada con sus brazos sobre la mesa mirando a Lena con curiosidad, quien dejó su copa a un lado, apagó la televisión y se levantó, caminando en su dirección con una sonrisa maliciosa en sus labios.

—¿A qué te refieres? Se supone que quien debe hacer esa pregunta soy yo ¿qué desea usted, señorita Danvers?

Kara soltó una risa, negando con su cabeza.

—Lo dijiste antes... todo tiene un precio y me trajiste hasta aquí en un parpadeo. Estoy suponiendo que te debo algo ¿no es así?

Fue el turno de Lena para soltar una risa.

Tus deseos son mis órdenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora