Una feria. Las ferias habían cambiado mucho con el pasar de los años, o al menos eso pensaba Lena al llegar a aquel sitio donde había diversos juegos mecánicos, puestos de comida rápida y dulces, además de esas tiendas donde podías ganar recompensar por hacer cosas que para Lena no eran más que tonterías... literalmente podría chasquear sus dedos y obtener todas las recompensas, vaya estupidez. Desde que estacionó el auto y salió del mismo, siendo tomada del brazo por Kara, Lena tenía una expresión de aburrimiento en el rostro, que duró hasta que pagó por aquel brazalete que le permitiría subirse a cualquiera de las atracciones las veces que quisiera, pues al adentrarse en la feria, el rostro de Kara se iluminó como si de una pequeña niña mirando algo magnifico se tratara, al verla así una sonrisa apareció en sus labios y permaneció con ella aun cuando estaba siendo arrastrada por Kara a diversos juegos, hasta que se percató de que estaban en una fila bastante larga.
—¡Espera! —Lena miró aquel artefacto mecánico con un dejo de temor, pues los gritos de las personas que iban en el carrito le parecían extraños —¿Qué es eso?
—Una montaña rusa.
—¿Qu- ¡¿Ese carrito te lleva hasta Rusia?!
Ante ese comentario Kara soltó una risa, mientras Lena la miraba estupefacta.
—¡No! ¿Nunca te has montado en una montaña rusa? —Lena negó con la cabeza, con un gesto de confusión en el rostro —Es divertido.
—No he estado en una feria desde la era Medieval... ¿Dónde están los caballeros que se batirán en un duelo a caballo por la mano de una doncella? ¿Y los bufones? —Kara rió ante aquellas preguntas, sin embargo calló al ver que Lena estaba hablando en serio —¿Dónde están las manzanas en el balde de agua que cogerás con la boca sin usar tus manos? ¿Dónde está la espada en la piedra y Arturo? —sus ojos parecieron brillar, con un tono de voz más serio murmuró —Arturo.
—¿Qué sucede con Arturo?
—¡Oh! Nada en particular, cariño... sólo, soy fan de Morgana LeFay. Era un poco más caliente e interesante que su hermano e hizo un trato conmigo, por supuesto.
—¿Estás diciéndome que la leyenda de Arturo es cierta?
—Kara... todos los cuentos y leyendas son hechos, alterados, pero hechos al fin y al cabo —unos gritos se escucharon tras Lena y ella volvió a mirar aquel artefacto mecánico que no le parecía muy seguro —¿Por qué las personas gritan? No puedo ver lo divertido en viajar a una velocidad como esa en un aparato tan inseguro... me rehúso a subirme allí.
—¡Oh, vamos! Nada malo va a sucederte —Kara la tomó del brazo, pegándose a ella y susurrándole al oído —, haré lo que me pidas si te subes conmigo.
Lena sintió una electricidad recorriendo su cuerpo al escuchar esas palabras. Ajustando su reloj de pulsera asintió con la cabeza y esperó con ansias la llegada de su turno en aquella casi interminable fila ¿Por qué los humanos pagaban por eso? Era un atentado contra su quebrantable seguridad, podía sentir la tierra vibrando a sus pies cada vez que aquel carrito pasaba cerca de ella... era incomprensible. Cuando por fin llegó su turno y el de Kara, a la rubia no se le ocurrió tomar mejor puesto que los dos primeros, ella no era una genio... de hecho sí lo era, y podía decir que estaba segura de que los gritos más fuertes provenían de las personas que se hallaban en esos sitios... Kara de verdad era una masoquista.
—¡Sonríe! —Lena apenas pudo reaccionar al escuchar aquello, el sonido del celular de Kara tomando la fotografía no se hizo esperar y aunque Lena no sonrió, el gesto de confusión que tenía en la foto le pareció lindo a la rubia así que decidió guardarla —Eres tan linda.
—No estoy muy segura de querer hacer esto.
—Ya va a comenzar a moverse, no puedes arrepentirte ahora que pusieron los seguros.
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Tus deseos son mis órdenes
HumorLena es la ama y señora del infierno. Ver al mundo decaer en el pecado mientras bebía un vaso de whisky o una copa de vino podía ser considerado uno de sus pasatiempos favoritos. Sin embargo, lo que más amaba hacer era arrastrar almas al infierno q...